La hiperactividad actual nos lleva a dedicar nuestras energías a otras metas que nos hacen
olvidar las cosas importantes de la vida.
Sufrimos la Enfermedad del Tiempo, creyendo que todo se debe hacer rápido.
Intentemos decrecer el ritmo alocado en qué
vivimos para no degradarnos nosotros mismos.
Simplemente reduzcamos la marcha y busquemos el tiempo justo para cada cosa; saboreemos cada momento priorizando lo imprescindible.
No dejes que tu agenda te gobierne, te marque el
tiempo, ya que muchas cosas que te planteas ahora son perfectamente postergables; prueba y verás.
Apaga el móvil y desconecta el teléfono por unos
minutos
Tómate tiempo para comer y beber.
Comer con prisas genera males digestivos y si la
comida es buena y está bien sazonada, no la apreciarás
como se debe. Comer es uno de los placeres de la vida, no lo
arruines.
Pasa tiempo a solas contigo mismo, en silencio.
Escucha tu voz interior, medita sobre la vida en
general.
No tengas miedo al silencio, ya que al principio te será difícil, pero luego notarás los
beneficios.
No te aturdas con ruidos o mires televisión como
si fueras una medusa petrificada. Escucha música con calma y
verás que es bellísima. No te quedes frente al televisor
porque sí.
No creas eso de que en poco tiempo das amor.
Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.
Escucha los sueños de la gente que amas, sus
miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y
problemas.
No creas que las personas pueden seguir tu ritmo.
Eres tú quien debe desacelerar e ir al ritmo de
ellos.
Recuerda que la conversación y la compañía
silenciosa son los medios de comunicación más antiguos que
existen.