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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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domingo, 29 de junio de 2014

¿Por obligación o por cariño?

Hay tareas que no podemos eludir, que siguen fijas e inamovibles, que “esperan” con paciencia o con prisa que alguien las lleve a cabo.

        Unas son tareas ordinarias, a las que no podemos dar la vuelta: asear la casa, preparar la comida, limpiar los platos, lavar la ropa, planchar, poner orden...

        Otras son tareas ocasionales: responder una carta, preparar un balance de cuentas, devolver un préstamo, llevar el coche a revisión.

        En familia o en el trabajo llega la hora de distribuir tareas. A veces uno mismo se ofrece para hacer esto o lo otro. Otras veces nos ponemos de acuerdo para respetar una sana justicia “distributiva”, o un “jefe” (esperamos que bueno y aceptado por todos) decide quién hace qué cosa.

        Realizar tareas, sobre todo si son rutinarias o si exigen sacrificio, cuesta. Las aceptamos porque “hay que hacerlo”, porque es imposible vivir sin comida, porque sentimos la urgencia de tener ropa limpia, porque nos angustiaría pensar que el coche tenga los frenos averiados. Pero hacer las cosas por obligación, como quien lleva sobre sus espaldas un peso del que quiere librarse cuanto antes, nos puede cansar, frustrar, oprimir.

        Las tareas se llevan adelante de modo muy distinto cuando el corazón las asume desde un gesto de cariño.

        Lavar la ropa es más llevadero (no dejará de ser cansado) si pensamos en la alegría de los familiares, que ven que me ofrecí a ayudarles en esto. Preparar la comida se hace con más alegría si queremos contentar a los de casa. Poner orden en la fábrica o en la oficina resulta hasta hermoso si queremos facilitar la vida de nuestros compañeros de trabajo, simplemente porque queremos que estén a gusto y porque les apreciamos sinceramente.

        Son dos perspectivas muy distintas: en una hacemos cosas, incluso muy buenas, desde el “deber por el deber”, porque toca, como quien desea cuanto antes quitarse un peso de encima; en otra, deseamos servir, ayudar, hacer más hermosa y llevadera la vida de quienes están a nuestro lado.

        No siempre es fácil vivir de cariño, sobre todo cuando el tiempo ha desgastado los corazones y cuando en nuestro interior hay proyectos que entusiasman, mientras que lo “ordinario” cansa o lleva al aburrimiento.


        Pero sí es hermoso tener encendido, cada día, ese afecto hacia tantas personas que se abren como flor de primavera ante el gesto de cariño que les llega desde lo más profundo de un alma buena.

Fernando Pascual, L.C.
http://www.fluvium.org/textos/familia/fam973.htm

sábado, 28 de junio de 2014

45 lecciones de vida


1. La vida no es justa, pero aún así es buena.
2. Cuando tengas duda, sólo toma el siguiente paso pequeño.
3. La vida es demasiada corta para perder el tiempo odiando a alguien.
4. Tu trabajo no te cuidará cuando estés enfermo. Tus amigos y familia sí. Mantente en contacto.
5. Liquida tus tarjetas de crédito cada mes.
6. No tienes que ganar cada discusión. Debes estar de acuerdo en no estar de acuerdo.
7. Llora con alguien. Alivia más que llorar solo.
8. Está bien si te enojas con Dios. Él lo puede soportar.
9. Ahorra para el retiro comenzando con tu primer sueldo.
10. Cuando se trata de chocolate, la resistencia es inútil.

11. Haz las paces con tu pasado para que no arruine tu presente.
12. Está bien permitir que tus niños te vean llorar.
13. No compares tu vida con otros. No tienes ni idea de lo que se trata su travesía.
14. Si una relación tiene que ser secreta, no debes estar en ella.
15. Todo puede cambiar en un parpadear de ojos. Pero no te preocupes, Dios nunca parpadea.
16. Respira profundamente. Esto calma la mente.
17. Elimina todo lo que no sea útil, hermoso o gozoso.
18. Si algo no te mata, en realidad te hace más fuerte.
19. Nunca es demasiado tarde para tener una niñez feliz. Pero la segunda depende de ti y de nadie más.
20. Cuando se trata de perseguir aquello que amas en la vida, no aceptes un “no” por respuesta.

21. Enciende las velitas, utiliza las sábanas bonitas, ponte la lencería cara. No la guardes para una ocasión especial. Hoy es especial.
22. Prepárate de más, y después sigue la corriente.
23. Sé excéntrico ahora. No esperes a ser viejo para usar el morado.
24. El órgano sexual más importante es el cerebro.
25. Nadie está a cargo de tu felicidad, más que tú.
26. Enmarca todo llamado “desastre” con estas palabras: “En cinco años… ¿esto importará?”
27. Siempre elige vida.
28. Perdónale todo a todos.
29. Lo que las otras personas piensen de ti no te incumbe.
30. El tiempo sana casi todo. Dale tiempo al tiempo.

31. Por más buena o mala que sea una situación, algún día cambiará.
32. No te tomes tan en serio. Nadie más lo hace.
33. Cree en los milagros.
34. Dios te ama por lo que Dios es, no por lo que hayas hecho o dejado de hacer.
35. No audites la vida. Sólo llega y aprovéchala al máximo hoy.
36. Llegar a viejo es mejor que la alternativa— morir joven.
37. Tus niños sólo tienen una niñez.
38. Todo lo que verdaderamente importa al final es que hayas amado.
39. Sal todos los días. Los milagros están esperando en todas partes.
40. Si todos apiláramos nuestros problemas y viéramos los montones de los demás, rápido arrebataríamos de regreso los nuestros.

41. La envidia es una pérdida de tiempo. Tú ya tienes todo lo que necesitas.
42. Lo mejor está aún por llegar.
43. No importa cómo te sientas… párate, arréglate y preséntate.
44. Cede.
45. La vida no está envuelta con un moño, pero sigue siendo un regalo.


Escrito por Regina Brett, en el “The Plain Dealer” (Cleveland, Ohio)

viernes, 27 de junio de 2014

LECCIÓN DE VIDA


Una señora de edad, elegante, bien vestida y peinada, estaba mudándose a una casa de reposo porque su marido con el que viviera 70 años, había muerto y ella quedaba sola.


Después de esperar pacientemente por dos horas en la sala de visitas, ella le dio una linda sonrisa cuando la mucama le vino a decir que su cuarto estaba listo.

A camino de su nueva morada, la mucama le iba describiendo el minúsculo cuarto, inclusive las cortinas floridas que infectaban la ventana.

- Ah, adoro esas cortinas - dijo ella con el entusiasmo de una nena que acaba de adoptar un cachorrito. 

- Pero si la señora todavía ni vio el cuarto… 

- Ni preciso verlo - respondió ella - La felicidad es algo que uno decide desde el comienzo y yo ya decidí que las voy a adorar… Es una decisión que tomo todos los días cuando me despierto. Sabes, tengo dos opciones: puedo pasar el día entero en la cama contando las dificultades que tengo en ciertas partes de mi cuerpo que no funcionan bien… o puedo levantarme agradeciendo por las otras partes que todavía me obedecen. Cada día es un presente… y en cuanto mis ojos se abren, me focalizo en el nuevo día y también en los buenos recuerdos que guarde para esta época de mi vida.

La vejez es como una cuenta bancaria: Solo retiras aquello que guardaste.

Por lo tanto, te aconsejo que deposites un monte de alegría y felicidad en tu Cuenta de Recuerdos. Y como puedes ver, yo todavía continúo depositando.

Ahora si me lo permitís, me gustaría darte una receta:

1- Arroja todos los números no esenciales para tu supervivencia.

2- Continúa aprendiendo. Aprende más sobre computadoras, manualidades, jardinería, cualquier cosa. No dejes tu cerebro desocupado.

3- Haz y vive cosas simples. Ahí está la magia de la vida.

4- Ríe siempre, mucho y alto. Ríe hasta perder el aliento.

5- Las lágrimas a veces suceden. Aguanta, sufre y sigue adelante. La única persona que te acompañará toda tu vida eres TU mismo. Mantente VIVO, mientras estés vivo.

6- Estate siempre rodeado de aquello que te gusta: puede ser la familia, animales, recuerdos, música, plantas, un hobby o lo que fuera. Tu casa es tu refugio.

7- Aprovecha tu salud. Si fuera buena, presérvala. Se está inestable, mejórala. Si está debajo de lo aceptable, pida ayuda.

8- Dile a quien amas, que lo amas realmente, en todas las oportunidades posibles.



Y RECUERDA SIEMPRE QUE:

La vida no es medida por los números de veces que respiras, sino por los momento en que perdes el aliento de:

Tanto reír…

de sorpresas…

de éxtasis…

de felicidad!

¡¡¡Simplemente así!!!

Autor desconocido

martes, 24 de junio de 2014

“Solo tiene mujer quien puede…”


El irrespeto por la naturaleza ha afectado la supervivencia de varios seres, y entre los más amenazados está la hembra de la especie humana.

Tengo apenas un ejemplar en casa, que mantengo con mucho celo y dedicación, pero en verdad creo que es ella la que me mantiene. Por lo tanto, por una cuestión de auto-supervivencia, lanzo la campaña “Salvemos a las mujeres”.

Tomen de acá mis pocos conocimientos sobre la fisiología de la feminidad, con el fin de que preservemos los raros y preciosos ejemplares que todavía quedan:

1. Hábitat:

La mujer no puede vivir en cautiverio. Si está enjaulada, huirá o morirá por dentro. No hay cadenas que las aten y las que se someten a la jaula pierden su DNA. Usted jamás tendrá la posesión sobre una mujer; lo que la va a atar a usted es una línea frágil que necesita ser reforzada diariamente.

2. Alimentación correcta:

Nadie vive de la brisa. Mujer vive de cariño. Déle en abundancia. Es cosa de hombre, y si ella no lo recibe de usted, lo buscará en otro. Besos matinales y un “yo te amo” al desayuno las mantienen bellas y perfumadas durante todo el día. Un abrazo diario es como el agua para los helechos. No la deje deshidratarse. Por lo menos una vez al mes es necesario, si no obligatorio, servirle un plato especial.

3. Flores:

También hacen parte del menú. Mujer que no recibe flores se marchita rápidamente y adquiere rasgos masculinos como la brusquedad y el trato áspero.

4. Respete la naturaleza:

¿No soporta la TPM (tensión pre-menstrual)? Cásese con un hombre. Las mujeres menstrúan, lloran por cualquier cosa, les gusta hablar de cómo les fue en el día, de discutir sobre la relación. Si quiere vivir con una mujer, prepárese para eso.

5. No restrinja su vanidad:

Es propio de la mujer hidratar las mechas, pintarse las uñas, echarse labial, estar todo un día en el salón de belleza, coleccionar aretes, comprarse muchos zapatos, pasar horas escogiendo ropas en un centro comercial. Comprenda todo esto y apóyela.

6. El cerebro femenino no es un mito:

Por inseguridad, la mayoría de los hombres prefiere no creer en la existencia del cerebro femenino. Por ello, buscan aquellas que fingen no tenerlo (y algunas realmente lo jubilaron). Entonces, aguante: mujer sin cerebro no es mujer, sino un simple objeto decorativo. Si usted está cansado de coleccionar estatuillas, intente relacionarse con una mujer.
Algunas le mostrarán que tienen más materia gris que usted. No les huya, aprenda con ellas y crezca. Y no se preocupe; al contrario de lo que ocurre con los hombres, la inteligencia no funciona como repelente para las mujeres.

7. No haga sombra sobre ella…

Si usted quiere ser un gran hombre tenga una mujer a su lado, nunca atrás. De esa forma, cuando ella brille, usted se bronceará. Sin embargo, si ella está atrás, usted se llevará una patada en el trasero.

8. Acepte:

Mujeres también tienen luz propia y no dependen de nosotros para brillar. El hombre sabio alimenta los potenciales de su compañera y los utiliza para motivar los propios. Él sabe que, preservando y cultivando la mujer, él estará salvándose a sí mismo.

Mi amigo, si usted piensa que la mujer es demasiado costosa, vuélvase GAY.  ¡Sólo tiene mujer quien puede!


Luis Fernando Veríssimo



Luis Fernando Veríssimo es un escritor brasileño que nació en Porto Alegre el 26 de septiembre de 1936. Es hijo del escritor Érico Veríssimo. Durante su niñez vivió en Estados Unidos.  Disfruta de la cultura de Río de Janeiro y es un gran crítico de la política de derecha.
 Muchos de sus trabajos tienen un tono humorístico, algo que se puede apreciar en sus cuentos, y en obras como El Analista de Bagé, Ed Mort, y A Velhinha de Taubaté. Es guionista además para programas cómicos de televisión.

http://www.releituras.com/lfverissimo_bio.asp

http://es.wikipedia.org/wiki/Luis_Fernando_Verissimo

domingo, 22 de junio de 2014

¿Podemos cambiar al otro?


Vemos a un familiar, a un amigo, a un compañero, que empieza a recorrer un camino peligroso. Escoge malas compañías, dedica cada vez más y más tiempo a diversiones dañinas, se aficiona desmedidamente a las bebidas alcohólicas o a las drogas, deja la oración y vive de espaldas a Dios.

        Otras veces sus opciones no parecen tan peligrosas, pero no dejan de ser dañinas. Se cierra en un mundo de criterios estrechos. Toma actitudes agresivas hacia los demás. Rechaza a quienes le ofrecen ayuda. Responde con dureza incluso a los seres más queridos.

        Quisiéramos, en este tipo de situaciones, poder hacer algo, apartar al conocido del mal que poco a poco lo engulle. Quisiéramos encontrar la palabra, el consejo, la manera concreta para ayudarle a descubrir los peligros, a cambiar de actitudes, a apartarse de quienes le hacen daño, a buscar la compañía y los consejos de quienes pueden guiarle por el buen camino.

        Pero a veces nos topamos con muros de hielo. El otro no escucha, no acoge, ni siquiera permite nuestra cercanía. Sentimos, entonces, un dolor profundo, porque le queremos, porque desearíamos ayudarle, porque nos apena un rechazo por parte de quien necesita mucha ayuda.

        El misterio de la vida humana permite este tipo de situaciones. Un hijo, a partir de cierta edad, puede excluir casi por completo a sus padres y familiares del horizonte de su vida. Un amigo puede prescindir de tantas personas buenas para escoger modos de comportarse llenos de peligros. Un compañero de trabajo puede hundirse, poco a poco, en tristezas malsanas o en vicios destructores, mientras ni sus jefes ni sus compañeros encuentran la manera para acceder a su corazón, para despertarle del engaño en el que se encuentra, para orientarlo a una sanación profunda del alma.

        Duele, sí, llegar a este tipo de situaciones. A pesar de todo, el amigo verdadero sabrá mantenerse atento, dispuesto a ayudar apenas surja un atisbo de esperanza.


        Bastará con que el otro, en un momento de mayor lucidez, susurre que necesita a su lado una mano dispuesta a levantarle, a sacarle de un aprieto más doloroso, a guiarle entre oscuridades densas y llenas de insidias. Bastará cualquier mínimo gesto para que, entonces, acudamos a su lado con todo nuestro afecto y con palabras respetuosas, para que esa rendija que nos abre pueda convertirse en el inicio de un cambio que, desde Dios, permita emprender caminos de curación y de esperanza. 

Fernando Pascual, L.C.

sábado, 21 de junio de 2014

Los 7 pecados capitales en el matrimonio


Mucho se ha hablado de los siete pecados capitales en discursos religiosos. Pero, ¿afectan éstos en tu matrimonio? Sigue los siguientes enlaces para un descubrimiento con verdades eternas que pueden salvar tu matrimonio.

¿Eres culpable de algún pecado capital en tu relación? Si es así, nunca es tarde para cambiar uno de estos siete pecados capitales por una de las siete virtudes en el matrimonio:

Lujuria. Se caracteriza por pensamientos excesivos de naturaleza sexual, o un deseo sexual desordenado e incontrolable. Hoy se habla mucho de la adicción al sexo. La pornografía, el adulterio, la fornicación o ese mismo deseo sexual incontrolable pueden destruir tu relación. Las relaciones sexuales son necesarias en el matrimonio. Asegúrate de que tu pareja esté sexualmente satisfecha para que, en última instancia, no tenga que andar buscando por otros lados. Si en tu relación no obtienes suficiente actividad sexual, aprende a controlar tus impulsos y a saber pedir y construir el momento adecuado para que tu pareja sienta el deseo de estar contigo y compartir ese momento tan íntimo y sagrado. La virtud opuesta a la lujuria es la castidad.

  Pereza. El ocio pareciera no tener ningún efecto en el matrimonio; sin embargo, va atado a su hermana, la indiferencia. La mente que no está ocupada en hacer algo productivo es una mente que no trabaja, está enferma o anulada en cierta forma. Se produce entonces la indiferencia hacia la pareja. Cumple con entusiasmo tus responsabilidades laborales y del hogar. Cuando tu pareja quiera contarte algo, dedícale toda tu atención. Preocúpate por saber cómo está, si necesita algo, si se siente enferma o con hambre, o si tiene ganas de charlar o de salir a pasear. Evita las actividades que son solo para ti, como ponerte a jugar en solitario un videojuego, o a por la Internet. Tu pareja con seguridad también desea pasar tiempo contigo después de tantas horas de separación por el trabajo. La diligencia es la virtud en contraste con la pereza.
  
 Gula y ebriedad. El consumo excesivo o innecesario de comida y otras sustancias como el alcohol o las drogas se engloban en esta categoría. Estas prácticas son adictivas y destructivas. El consumo de alcohol, por ejemplo, te puede llevar a cometer actos de violencia o de los que con seguridad te vas a sentir terriblemente avergonzado. Ninguno de esos excesos te ayudarán en tu autoestima, sino todo lo contrario, la destruirán y perderás tu valor individual y auto respeto. Tu pareja, que te ama, sufrirá contigo drásticas horas de soledad y desesperanza ante un vicio que parece invencible. Evita cualquier exceso, y rehúye por completo el consumo de cualquier sustancia que cause dependencia, porque esto solo te llevará a un callejón sin salida. La virtud antagónica a la gula es la templanza.



 Ira. Conocida también como enfado, enojo u odio, es un sentimiento lleno de impaciencia e intolerancia. No te enojes con tu pareja, sé paciente. Ten en cuenta que todos cometemos errores. Toma las cosas con sentido del humor y verás que nada es tan grave como parecía un momento atrás. Aprende a controlar tus emociones. Practica la meditación, lee la Biblia o algún otro libro religioso que traiga paz a tu alma; ora a tu Dios, respira hondo y tómate unos momentos para enfriar tu cabeza cuando alguien diga algo que te irrite, o haga algo que no te agrade. No dejes salir de tu boca lo primero que venga. Piensa bien antes de hablar, y nunca-nunca utilices la violencia contra tu pareja. Recuerda que la violencia puede ser física, pero también verbal o emocional. Una buena dosis de paciencia, la virtud contrapuesta a la ira, calmará esos arrebatos de carácter.
 


Envidia. Este sentimiento dañino se alimenta y se goza viendo el sufrimiento ajeno. No solo se desea tener la propiedad de alguien más, sino que también se quiere que el prójimo quede privado de lo suyo. En tu relación nunca debes menospreciar a tu pareja. Trátala como a una igual. Debes tener empatía por los pesares de tu cónyuge y tratar de hacerlo feliz. Si te sientes miserable por alguna razón, no la arrastres hacia ese pozo. Sé feliz por sus logros, aunque eso signifique que quedes en segundo plano por un momento. La virtud que cura a la envidia es la caridad.
 


 Avaricia. Es otro pecado de exceso, en particular atribuido a la adquisición de bienes materiales. Si eres el único proveedor de la familia no sientas que todo el dinero es tuyo y que solo tú puedes administrarlo y gastarlo. Si tú y tu cónyuge trabajan, no separen las ganancias. Pongan todo el salario en una sola cuenta bancaria, mancomunada de ser posible, de este modo no sentirán que uno aporta más que el otro. No te obsesiones con ganar más y más, y por trabajar sin cesar. Nunca te sentirás satisfecho con tus riquezas, porque nunca podrás tener suficiente de lo que no necesitas. Dedica, en su lugar, más tiempo a tu pareja, a pasar momentos juntos y a disfrutar de los frutos de tu trabajo. ¿De qué sirve juntar y juntar bienes y nunca disfrutar de ellos? La virtud en antítesis a la avaricia es la generosidad.



 Orgullo. Es conocido también como el “padre de todos los pecados”. Otros sinónimos son: altivez, arrogancia, vanidad, insolencia y vanagloria. Tiene su raíz en la enemistad, como explicó el líder religioso Ezra Taft Benson. Una persona orgullosa nunca se rebajaría a pedir perdón, por lo que en una relación matrimonial se convierte en un arma mortal. Una relación entre dos personas que conviven y en la que ninguno, o solo uno, sabe pedir perdón, no llegará a ser un nido de felicidad plena. Aprende a ser humilde, a amar y a respetar a tu pareja. Controla tu ego y reconoce las excelentes capacidades, dones y talentos de tu cónyuge, y sus esfuerzos por complacerte. Sé un amigo fiel y compañero constante de la persona con quien prometiste pasar el resto de tus días. El orgullo se sana con la virtud de la humildad.

http://familias.com/los-7-pecados-capitales-en-el-matrimonio

domingo, 15 de junio de 2014

ORIGEN DEL DÍA DEL PADRE



La señora Sonora Smart Dodd, de Washington, fue la que propuso la idea del “día del padre” en 1909.




Dicha señora quería que existiera un día especial para honrar a su padre, Henry Jackson Smart. Henry era veterano de la guerra civil. Se convirtió en viudo cuando su esposa, la madre de la señora Dodd, murió en el parto de su sexto hijo. Fue en una granja rural en el estado de Washington donde el Sr. Smart se hizo cargo de la educación de sus seis hijos.

La señora Dodd era consciente del gran esfuerzo que  su padre había realizado, siendo un verdadero ejemplo al criar a todos sus hijos teniendo muy presente los valores y la buena educación.

El primer día del padre se celebró el 19 de junio de 1910 en Spokane (Washington). Esta celebración se extendió a otras ciudades de Estados Unidos durante los siguientes años. En 1924, el presidente Calvin Coolidge declaró el día del padre como una celebración nacional. Finalmente, en 1966, el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación presidencial que declaraba el tercer domingo de junio como el día del padre. 

En la mayor parte de los países de América Latina, al igual que en los Estados Unidos y Canadá, el Día del Padre se celebra el tercer domingo de junio. 

En España, Bolivia, Honduras, Italia y Portugal se festeja el 19 de marzo, día de San José. En Brasil, en cambio, se celebra cada segundo domingo de agosto. En la República Dominicana se celebra el último domingo de julio, y en Guatemala y en El Salvador el festejo es el 17 de junio.

El día del padre es un día no solamente para honrar a nuestro padre, sino a todos los hombres que actúan como figura del padre. Se celebra también a los padrastros, a los tíos, a los abuelos, y en general a la figura paterna, ya que todos son acreedores a que se les celebre el Día del Padre.

Padre: te rendimos homenaje hoy porque nos has dado la vida, porque nos proteges, porque nos cuidas, porque nos educas y porque te preocupas por nosotros, tus hijos. ¡Que Dios te bendiga!






http://webcatolicodejavier.org/origendeldiadelpadre.html

sábado, 14 de junio de 2014

Pero... que venga bien

Antes de casarse, los novios viven unos momentos de especial cariño y, a la vez, dibujan idealmente lo que podría ser el futuro de su matrimonio. Piensan en la casa, en los muebles, en las actividades que realizarán, en los hijos.

        Al pensar en sus hijos, notan que algo escapa al control de sus ilusiones. Comprar tal o cual televisor es fácil: lo vemos en la tienda, nos consultamos, y, si el vendedor lo permite, lo llevamos a casa unos días de prueba.

        Un hijo no nace así: puede venir sano o enfermo, alto o bajo, con los ojos como el padre o los cabellos como la madre, puede ser hombre o mujer. Hay algo de misterioso y de indeterminado en cada nacimiento, algo que puede suscitar miedo o angustia, porque simplemente no podemos controlarlo.

        Una pareja de novios que se encontraba a menos de 30 días de la boda mostraba sus temores ante la posibilidad de que naciese entre ellos un niño subnormal.

        Tenían miedo de lo que implicase una vida así: no estar preparados para ayudar a su hijo, lo que podría pasar si ese hijo necesitado de cariño se encontrase algún día sin el apoyo y la compañía de quienes lo habían engendrado.

        En sus palabras era claro que no hablaban como egoístas, sino que todo giraba alrededor de aquel posible hijo enfermo o débil que naciese de su amor. Como sabían que un niño así necesita mucho, mucha atención y esfuerzo, temían por él, no por ellos.

        En el fondo, toda vida corre riesgos parecidos a los que causaban miedo a estos novios. Simplemente porque el vivir es aventura y misterio.

        Las sorpresas se esconden en cada esquina. Un día se trata de un pequeño accidente. Otro, de un problema en el trabajo. Otro, de una enfermedad que interrumpe los planes más acariciados.

        Detenernos ante cada peligro que salta bajo nuestros pies implicaría vivir como piedras. E incluso las piedras pueden quedar desgastadas por el paso de las aguas o por un golpe imprevisto caído de los cielos...

        Conviene, por lo tanto, descubrir otra dimensión del auténtico amor al hijo: el hijo es don, y, como don, como regalo, vale no por lo que pueda contentar a los padres, sino por su riqueza y su vocación a la vida.

        Quizá también algunos de nosotros, cuando nos asomamos al "banquete de la vida", incomodamos los planes de nuestros papás, o los sorprendimos cuando descubrieron (antes, en el día del nacimiento, ahora mucho antes gracias al diagnóstico prenatal) que la deseada niña era niño...

        Pero eso no les impidió a muchos (por desgracia no a todos) el que nos amasen, el que nos diesen oportunidades para respirar, para cantar, para vivir en este planeta de tucanes y gorriones, de ríos y de fábricas, de lágrimas y de sonrisas.
        Sí: puede resultar muy difícil el que nazca un hijo subnormal, con alguna grave deficiencia física o psicológica. Pero es mucho más hermoso acogerlo como es.

        También los sanos tenemos nuestros defectos, y no hay cosa más grande que saber que alguien que nos ama llega a perdonarnos y a comprendernos. Incluso hay criminales que lloran al pensar en sus madres que no dejan de rezar por ellos.

        Ese es el principio de toda cultura y, en el fondo, es la ley de la religión. ¿No decía Cristo en el Evangelio que hasta los pelos de nuestra cabeza están contados? ¿No enseñó que los pequeños son los primeros en el Reino de los Cielos? ¿No fue amigo de las prostitutas y de los pecadores? ¿No encontraron un poco de paz y de consuelo los enfermos, los ciegos, los pobres, cuando se encontraron con el Maestro?

        Cuando una pareja concibe un hijo enfermo recibe una misión especial. Acogerlo es un deber de cariño y de esperanza. Acompañarlo es un gesto propio de almas grandes, a veces heroicas. Quizá será más fácil su camino si sabemos ayudarles.


        Y nunca les faltará, en el corazón de sus penas y fatigas, la mirada amorosa de Dios que no deja sin su aliento al hijo que hoy vive gracias a la fidelidad de dos padres generosos que un día supieron acogerlo.

Fernando Pascual, L.C.
http://www.fluvium.org/textos/familia/fam971.htm

lunes, 9 de junio de 2014

Peleas por la herencia

   Es triste cuando llegan ante el juez hermanos o familiares que están peleados por la herencia. Murió el abuelo o el padre, dejó algo o mucho a sus hijos, nietos y familiares. La muerte del ser querido, que podría convertirse en un momento de unidad de quienes participan de la misma sangre, marca el inicio de un calvario de enfrentamientos, acusaciones, rabias, por un puñado de dinero, por un edificio o unas tierras, por cosas materiales que duran lo poco que puede durar una vida.

        No es fácil evitar estos problemas. Si la herencia toca a varias personas, basta con que una de ellas tome una actitud ambiciosa o de desprecio hacia los demás para que empiece la tormenta. El dicho “si uno no quiere, dos no riñen”, vale siempre, pero resulta más difícil de aplicar cuando se trata de muchas personas, cuando es herida la justicia y el cariño en la vida de una familia.

        Los argumentos en este tipo de conflictos son muy válidos. “El abuelo quería esto, no lo que tú dices”. “El testamento no está claro, pero en justicia habría que incluir a este hermano que vive lejos”. “Yo fui el único que cuidé de mamá mientras estaba enferma y vosotros no hicisteis nada, ni siquiera mandasteis un poco de dinero”. “¿Cómo te atreves, después de más de 30 años de vivir alejado completamente de papá, a pedir ahora tu parte en la herencia?” La lista podría multiplicarse, pues las situaciones son muy variadas.

        Cuando el conflicto explota, la rabia, tal vez el odio, penetra en los corazones. Unos hermanos que parecían unidos ahora se acusan mutuamente. Los primos, que no solían litigar, ahora no pueden ni hablarse. Un hijo incluso llega a pensar que su padre es muy avaro porque no quiere dejar nada de dinero a los otros familiares.

        Hay casos en los que, de verdad, uno tiene todo el derecho del mundo para reclamar su parte en la herencia. Por respeto al difunto, por el bien de su familia, en no pocas ocasiones muy necesitada de una buena ayuda económica. En esos casos, y ante algún pariente realmente injusto, a veces no queda más remedio que llegar a recurrir a un tribunal para pedir aquella solución que respete la verdad, que promueva la justicia. En estos casos, sin embargo, aunque parezca difícil, uno puede hacer el esfuerzo por superar rencores, por distinguir entre el momento de los jueces y el de la vida familiar y el respeto a las personas. También a quien no lo merecería: sigue siendo de la misma familia, comparte la misma sangre.

        El dinero tiene su importancia. A veces es determinante para superar una crisis familiar, para pagar una deuda, para cubrir los gastos de la carrera de un hijo, para que la hija pueda, por fin, tener una casa propia. Pero sería triste que por culpa del dinero se perdiesen otros valores, como la unidad de los hermanos, hijos y nietos, la serenidad del corazón, el desprendimiento de lo material, el amor que nos hace pensar antes en los demás que en uno mismo.
        Como dijimos, no pocas veces hay que recurrir al juez. Desde el tribunal, es triste ver cómo dos o más hermanos se denuncian y llegan a enfrentarse duramente por cuestiones económicas; ver cómo luchan entre sí, cómo son manejados a veces por abogados poco honestos, cómo llegan a mirarse con odio feroz, con rabia “fratricida”.

        Un joven abogado que tenía que afrontar este tipo de situaciones tomó una decisión radical: nunca pelearse con sus propios hermanos por problemas de dinero. Ceder no es fácil cuando uno ve que, en justicia, no consigue la parte de la herencia que le correspondería. Pero pueden darse ocasiones en que, a pesar de tener toda la razón, uno ceda por un bien mayor: la armonía y la unidad de la familia.


        Quizá este pueda ser el mejor homenaje que podamos ofrecer al familiar difunto. Fue él quien, por designio de Dios, nos acogió en la vida, buscó unirnos como familia, trabajó por nuestro mantenimiento. Ahora nos deja una herencia para afrontar el futuro con algo más de holgura. Aunque, quizá, no me toque la parte que merezco, o renuncie a ella por lograr algo mucho más grande. También es hermoso ese futuro ganado a través de un sacrificio difícil, pero ofrecido por amor a la familia, por conservar limpio el corazón para amar, a fondo, sin rencores, a los míos.

Fernando Pascual, L.C.

domingo, 8 de junio de 2014

TÚ VALES MUCHO



¿Por qué llorar mientras voy andando, si otros ríen y no tienen pies?

¿No crees que sería bueno hacer un inventario de los bienes que has recibido para así vivir con mayor alegría y optimismo?

¿Por qué vivir pensando en el 10 % de las cosas que nos hacen sufrir, y no recordar el 90 % de las cosas que nos suceden bien?

En tu cuerpo hay 800 mil millones de células trabajando continuamente y obrando todas en tu favor y en perfecta armonía.

En tu cerebro tienes 13 mil millones de neuronas trabajando tan sabiamente a tu favor, que si las quisieras reemplazar por la máquina computadora más perfecta del mundo, esa máquina electrónica ocuparía el sitio de un edificio de setenta pisos de alto.

En tus ojos, Dios ha depositado 100 millones de receptores que te permiten gozar de la magia de los colores, de la luz, de la simpatía de las personas y de la majestad de la naturaleza.

En tus oídos hay 24 mil millones de filamentos que vibran con el viento, con el reír de los niños, con la suave música de las orquestas, con el trepidar 
de las aguas espumantes y al escuchar las palabras amables de las personas que estimas.

Eres una persona humana, y el ser humano es el único animal que puede hablar, para calmar al airado, animar al abatido, estimular al cobarde y decir... Te amo.

Te puedes mover, no eres un árbol amarrado a una pequeña porción de tierra. Puedes pasear, correr, bailar y hacer deporte. Para ello tienes 500 
músculos, 200 huesos y 7.000 nervios, sincronizados para obedecerte y llevarte a donde quieras.

Tus pulmones son los mejores filtros del mundo. A través de 600 millones de alvéolos purifican el aire que reciben y libran a tu cuerpo de desperdicios dañinos.

Tienes un corazón que es una maravilla de la naturaleza. Bombea hora tras hora, 36 millones de latidos al año, año tras año, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de 100 mil kilómetros de venas y arterias, que llevan... Más de 2 millones de litros de sangre al año.

Tu sangre es un formidable tesoro. Son apenas 4 litros pero allí hay 22 millones de células sanguíneas, y en cada célula hay muchas moléculas y en 
cada molécula hay un átomo que oscila más de 10 millones de veces por segundo.

Cada día mueren 2 millones de tus células y son reemplazadas por 2 millones más, en una resurrección que ha continuado desde el día que naciste.

En tu cerebro hay 4 millones de estructuras sensibles al dolor, 500 mil detectores táctiles, y 200 mil detectores de temperatura...

... Ahora pregúntate: ¿Crees que no vale la pena tu vida?

Lo triste es que dedicamos mucho tiempo pensando en lo que nos hace falta y casi nunca nos detenemos a recordar y agradecer lo muchísimo bueno que 
poseemos.

No solo con respecto a tu cuerpo, aplícalo también a los dones que posees, la familia que te ha tocado, las amistades de las cuales eres dichoso en poseer, las comodidades que disfrutas y hasta las oportunidades que se te han presentado. ¡No veas solo lo que te hace falta, agradece lo que ya tienes!

Haz cuentas de tus bienes, y de tus alegrías también. No pierdas tiempo contabilizando tus males.

Colecciona pensamientos alegres y optimistas, y no se te olvide alejar de tu mente esos cuervos llamados "pensamientos pesimistas" y "recuerdos tristes".

Y sabes por qué?...  ¡¡¡Porque vales muchísimo!!!


viernes, 6 de junio de 2014

Beneficios del maíz para la salud de la mujer


Los beneficios del maíz para la salud de la mujer son una realidad a tener en cuenta para incluir este alimento en nuestra dieta diaria. El maíz no sólo destaca por su delicioso sabor, sino que es uno de los alimentos más completos que podemos encontrar. Su consumo es recomendado por los nutricionistas, especialmente en casos de celiaquía.

¿Qué beneficios nos aporta el maíz?

¿Sabes qué beneficios nos aporta el maíz para nuestra salud y estética personal?, te los indicamos en las próximas líneas:
Gracias a su alto aporte vitamínico, el maíz es muy aconsejable para los deportistas, ya que proporciona grandes dosis de energía. Es rico en hidratos de carbono, fibra, vitaminas (sobre todo B, A y C) y minerales (fósforo, magnesio, hierro, potasio, calcio y cinc), además de ser el único cereal que contiene betacaroteno.
Este alimento es ideal para facilitar la digestión, pues promueve los movimientos intestinales, luchando contra el estreñimiento y bloqueando la absorción del colesterol malo. De esta forma, reduce las posibilidades de padecer problemas como el síndrome del intestino irritable, diarrea o cáncer de colon.
Es perfecto también para aumentar de peso saludablemente. Contiene un alto nivel de calorías (330 kcal por 100 gr.), lo que nos hace ganar densidad muscular. El maíz ayuda a metabolizar las grasas rápidamente, mejorando el tránsito intestinal y reduciendo el colesterol alto.
Este alimento es, además, bueno para protegernos frente a enfermedades cardiovasculares. En concreto los ácidos grasos que contiene el aceite de maíz permite que el Omega 3 elimine el colesterol malo del organismo. Así prevenimos problemas como la obstrucción de arterias o la presión arterial.

Dado que no contiene gluten, es idóneo para personas con intolerancia a esta sustancia. Es inofensivo para las personas con enfermedad celíaca, siendo su aceite muy usado para dietas especiales. También lo es el aceite de oliva, de cacahuete, de soja, de canola y de girasol.

En cuanto a sus efectos estéticos, el maíz nos ayuda a mantener una piel saludable, gracias a su elevado contenido de vitamina C y betacarotenos. Estas sustancias son fundamentales para que la piel esté joven y tersa. Además, aplicar su aceite directamente sobre la piel tiene propiedades desinflamatorias y desinfectantes.
http://cosasdemujer.com/beneficios-del-maiz-para-la-salud-de-la-mujer/
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