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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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jueves, 25 de mayo de 2017

Las 5 habilidades que propone el Foro de la Familia para combatir el bullying


El Foro de la Familia ha publicado una reflexión sobre el acoso en la escuela y en otras instituciones, proponiendo 5 habilidades que pueden ayudar a reducir y prevenir estos comportamientos dañinos.

"El bullying o acoso escolar es una forma de agresión verbal, física o escrita que genera un daño en otra persona", recuerda el texto. "Suele presentarse en el aula, en la calle, en las redes sociales y otros ámbitos externos a las propias instituciones, y nunca debemos olvidar que es una situación que puede traer graves consecuencias psicológicas y físicas tanto en las víctimas como en los que incurren en este tipo de abusos".

A veces este acoso es directo y físico: peleas, palizas, golpes... Otras veces es indirecto, de tipo psicológico: pretende el aislamiento social del agredido mediante la propagación de difamaciones, amenazas o críticas que aluden a rasgos o limitaciones físicas, además del chantaje. 

"Esta problemática hoy supone un desafío para padres, docentes y educadores, ya que a menudo puede escaparse a la vista del más observador y parecer una lucha imposible de ganar", añade la plataforma de entidades familiares.

Las 5 habilidades que propone el Foro son estas:

1. Reconocer el problema

"Es fundamental que los docentes formen a estudiantes y padres en la importancia de tomar en serio esta problemática y cómo reconocerla. Además, debe existir un plan de acción conocido por todos para responder a los maltratos que pudieran detectarse por nimios que parezcan. No es admisible, de ninguna manera, recomendar a la víctima de los agravios que no sea tan sensibles o que se esfuercen por hacer amigos: esto no hace más que estigmatizar y culpabilizarlo por lo que le está sucediendo".

2. Involucrar a los estudiantes

"Una estrategia muy recomendable es fomentar un diálogo abierto con los estudiantes acerca del acoso y la intolerancia mediante asambleas o foros “anti-bullying” y dejar que ellos propongan ideas y discutan soluciones a los problemas. De esta manera, ningún alumno se sentirá ajeno a la problemática".

3. Convertir a los estudiantes pasivos en activos

"Al participar en una discusión abierta sobre el tema, los estudiantes que no son víctimas ni victimarios directos del bullying, los “observadores”, tendrán más herramientas para sentirse involucrados y convertirse en agentes activos en contra de los maltratos. Realizar juegos de rol explicándoles a los alumnos cómo ponerse en el lugar del otro y ayudarse mutuamente a alzar la voz en contra del abuso de sus compañeros".

4. Inculcar valores como la tolerancia y el respeto

"Promover y cultivar día a día una vida basada en valores como la tolerancia, el respeto y, sobre todo, valores que nos lleven a crear un ambiente inclusivo, seguro y tolerante en el que los alumnos sientan que su identidad es respetada y valorada. Es fundamental fomentar en los alumnos valores como responsabilidad, cooperación, respeto, solidaridad, humildad…

5. Mostrar una actitud abierta a los estudiantes, tanto víctimas como agresores


"La víctima ha de poder entender que puede confiar en el adulto, en el profesor o en la familia, en situaciones de acoso o violencia. De la misma manera que las víctimas, los agresores deben recibir atención y ayuda para disminuir su conducta agresiva. A menudo, atacar y sentir la necesidad de dominar a los compañeros responde a inseguridades propias e incluso a situaciones de violencia experimentadas en el hogar. Ignorar al agresor y solo enfocarse en la víctima es incompatible con una verdadera resolución del problema a largo plazo".


domingo, 14 de mayo de 2017

Mamá: no tienes que ser perfecta, te queremos como eres



La sociedad moderna se ha puesto un tanto exigente con las madres: deben ser las “coach” de sus hijos, las mejores esposas, también competentes y brillantes en sus puestos laborales, deben verse arregladas, bonitas, y ¡en forma! Ah, y la casa siempre en orden... Las “súper mamás” de hoy se sienten agotadas.

Todas estas condiciones han hecho que las mujeres se vuelvan inseguras en cuanto a sus capacidades de ser madre y han olvidando la esencia natural y femenina que fluye cuando a su cuidado se encuentra un pequeño ser. Esto también ha llevado a causar un gran temor a las que aún no se han decidido a ser madres.

A propósito del tema, nuestra bloguera La Mamá Oca hace esta reflexión en su escrito “La maternidad no es perfección”:

“¿Qué chip se ha quemado en nosotras, las mujeres, que vivimos una angustiosa inseguridad en torno a nuestro rol de madres? ¿Por qué mientras más sabemos, más tememos? ¿En qué parte de la historia nuestra liberación femenina sometió a nuestra naturaleza de mujeres? Lo que debería ser algo normal se ha convertido en un juego de decisiones, depresiones, postergaciones, sacrificios mal entendidos, entre otros tantos dramas, que nos han hecho pensar que la mujer no está hecha para ser madre de buenas a primeras y que si no somos súper archi perfectas –bajo nuestra propia escala de valores, claro está— nuestros hijos nos odiarán y serán pequeños monstruos infelices. Y así empezamos este calvario de amor que nos carga de culpas y cuestionamientos, además de tareas agotadoras para alcanzar esta utópica perfección.

(…) ¿Qué nos ha pasado? ¿El feminismo radical no sólo convenció a los hombres de que son totalmente prescindibles como padres sino también nos convenció a nosotras que siendo simplemente madres dispuestas a amar y a educar estamos siendo imperfectas y candidatas a la infelicidad? ¿El mundo de hoy, consumista y relativista, ganó la guerra al amor puro y bueno, es decir, al más natural de los amores?”. 

Por eso como dice Giuliana, la mujer que está detrás de “La Mamá Oca”, no debemos olvidar jamás el potente vínculo natural que existe entre una madre y su hijo, ni obviar que la maternidad es un DON que viene cargado de sabiduría, fortaleza e intuición, que todas las madres, adoptivas o biológicas, lo poseen sin excepción alguna.

Te queremos como eres

Recordemos que la palabra “matrimonio” se deriva de la expresión latina "matris munus", oficio de madre. De ahí que acostumbramos a decir que un hogar es lo que es la madre, que la madre llena el hogar. Por esa razón, una familia ya es feliz y no todo tiene que marchar a la perfección, precisamente en ese proceso caótico y hermoso a la vez, es que realmente se llega a ser feliz.

Así que el gran consejo para las madres es no echarse culpas, ni menospreciar su rol; mejor las invitamos a aceptar sus fortalezas y debilidades, y trabajar por ser mejor pero sin perder de vista lo más importante: no tienes que ser perfecta para que tus hijos te quieran.

Por consiguiente, date el permiso de sentir cansancio, o aceptar que has tenido un mal día, o que te has equivocado, o llora “supuestamente” sin tener razón. El mundo no se acabará, y sí sentirás un gran alivio de saber que eres completamente normal. Después, respira profundo y con sólo ver a tu familia, te llegará de inmediato una recarga de fuerzas. Confía en ti, en tu esencia femenina, en tu don.

Hoy nos ponemos en los tacones de mamá, para entender su exigente mundo y reflexionar sobre cómo los hijos y el esposo pueden ayudar a quitarles tanto peso que tienen en sus espaldas. En  este Día de la Madre, dile a tu mamá, a tu esposa o a las madres que tienes alrededor: “No tienes que ser perfecta, te queremos como eres”.


Te dejamos con este video para confirmar que todo lo anterior es cierto.







http://www.lafamilia.info/dia-de-la-madre/mama-no-tienes-que-ser-perfecta-te-queremos-como-eres




miércoles, 10 de mayo de 2017

Trabajar o quedarse en casa con los hijos: el gran dilema de las mamás


Desde que investigo sobre temas de educación para padres, me he encontrado con mucha información sobre la “gran” disyuntiva del mundo materno actual: ¿Es mejor trabajar o quedarse en casa con los niños? A esta pregunta habría que agregarle una serie de apéndices cómo: ¿Y mi desarrollo personal? ¿Mis hijos serán normales si no estoy todo el día con ellos? ¿Se criarán bien en una guardería o con una niñera o con la abuela? ¿Nos alcanzará el dinero con un solo sueldo? Y entre éstas, les aseguro que todas tenemos miles de preguntas y dudas al respecto que nos confunden y torturan, en algunos casos.

No está de más sumarle la gran competencia entre las mamás que trabajan y las que no: las comparaciones, las envidias, las auto disculpas de optar por cualquiera de las dos opciones, etc. He estado en más de una reunión con mamás donde las que no trabajan hablan de la maravilla que es no tener que trabajar y lo extraordinarios y felices que son sus hijos, así como las que trabajan argumentan que la profesora les ha dicho lo independientes, seguros y autosuficientes que son sus hijos gracias a que ellas no están todo el día encima. Habría que entrar en sus corazones para ver cuántos de estos puntos realmente se los creen y cuántos son auto justificaciones en voz alta para no sentirse mal de quedarse en la casa o salir a trabajar, dependiendo del caso.

Recuerdo que cuando era soltera, una amiga que se casó diez años antes que yo y tuvo tres hijos, me dijo que ella no trabajaba porque veía lo segura que era su hija comparándola con otras niñas cuyas mamás trabajaban. Y yo me preguntaba: ¿Y qué hay de mí considerando que mi mamá se divorció a los 36 años contra su voluntad, con tres hijos a cuestas y un ex marido que no tomó en serio sus responsabilidades económicas? ¿Seré un desastre? Dime Dios, ¿soy insegura, inestable y estoy destinada al fracaso?

Y de ahí viene mi reflexión de hoy: ¿Trabajar o no trabajar? ¿Realmente TODAS podemos escoger quedarnos en casa? Lo dudo mucho. Y no estoy hablando de las ganas, porque seguramente muchas queremos pasar el día llevando y trayendo a los chicos del colegio, luego irnos al gimnasio, para después almorzar con nuestras amigas una ensaladita light en un restaurante lindo, en la tarde ir con los chicos a todas las clases de música, karate, baile e inglés, luego a la peluquería y en la noche estar listas para la comida en la calle con nuestro esposo. ¿Pero, es ésta una realidad que todas podemos escoger? Por supuesto que no.

Debemos dejar de hablar de las mamás que trabajan como algo raro e inhumano, como si siempre se pudiera elegir. Debemos hablar de las mamás que TENEMOS que trabajar, porque escogimos casarnos y formar una familia con un hombre común y corriente que no se apellida Onassis ni Windsor y tenemos que poner el hombro para salir adelante en el día a día. Y muchas mujeres ni siquiera lo hacen para acceder a un carro del año sino a las cuestiones básicas de la vida, como casa, comida, educación y vestido.

¿Trabajar nos debe condenar a nosotras y a toda nuestra descendencia? Por supuesto que no. Lo que sí es que requiere mucho más esfuerzo y organización de nuestra parte para poder coordinar las actividades de nuestros hijos y sacrificar nuestro propio tiempo libre para dedicárselo a los niños.

Estoy segura también que muchas madres que no trabajan dan calidad de tiempo a sus hijos, así como muchas otras que trabajan le dan todas sus horas libres a estar con sus pequeños. Es tan difícil marcar una línea y definir un patrón de lo que es bueno y lo que no.

Lo importante es dar lo mejor de cada uno y vivir nuestra realidad, sea cual sea, disfrutándola lo mejor posible y aprovechando cada momento para hacer de éstos unos espacios especiales familiares o personales.

Además, no olvidemos que al momento de decidir casarnos o tener hijos, no estamos renunciando a nuestra individualidad y al derecho de seguir creciendo como personas. Y si en esta decisión se inserta el querer trabajar, en buena hora.

No nos sintamos culpables, porque nos hemos convertido en madres para nutrirnos, para ser mejores personas y criar personitas felices; no para vivir un constante infierno de culpas y autocríticas que nos hacen complicado el diario vivir.

Para seguir con este tema, voy a buscar información de otros medios que complementen esta reflexión. Estén atentas para seguir trabajando esta faceta de nuestra vida maternal que, de hecho, nos afecta de una manera muy importante.


La Mamá Oca


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