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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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miércoles, 26 de octubre de 2016

Día de los Niños: una mejor alternativa que Halloween

Foto: FreeImages 

Entrando el mes de octubre se espera la fiesta del Halloween. Los comercios lucen adornos de color naranja y negros, se ven dibujos de brujas, demonios, fantasmas, y monstruos; se preparan fiestas de disfraces, las cuales los niños esperan con ansias. Pero, ¿conocemos el origen del Halloween? ¿Qué significado tiene esta fiesta? ¿Estamos celebrando algo que va en contra de nuestros valores y se lo estamos transmitiendo a los hijos? 

Un origen oscuro

Es importante conocer un poco su origen para darnos cuenta qué celebramos en realidad. El nombre de Halloween se deriva de "All Hallows Eve" o "Víspera del día de todos los santos" y se celebra la noche del 31 de octubre. Viene de los ritos de los Druidas (sacerdotes de las tribus europeas Celtas) para celebrar el día en que Samán, el dios de los muertos, invocaba a los malos espíritus a reunirse la última noche del mes de octubre para examinar los acontecimientos del futuro.

Gradualmente la fiesta del inicio del otoño adquirió un carácter siniestro. Se creía que ese día salían a rondar fantasmas, hadas, brujas, demonios y duendes. Asimismo, se creía que Halloween era el día más apropiado para todo tipo de adivinaciones acerca del matrimonio, suerte, salud y muerte. Este era el día en el que los paganos invocaban la ayuda del diablo para esos propósitos.


A finales del siglo XIX inmigrantes irlandeses introdujeron la fiesta de Halloween en Estados Unidos, país donde los comerciantes la convirtieron en una ocasión para la ganancia económica por la venta de dulces, disfraces, tarjetas, posters, etc.


Por tanto, conscientes de que todo lo relacionado con brujos y el demonio es abominación contra Dios, "celebraciones" como la del Halloween no son agradables ante Sus ojos. Es necesario que entendamos que un brujo es un servidor del diablo. Sólo se celebra lo que se admira o se quiere. Por esto no es lógico que celebremos algo que atenta contra nosotros.

Una mejor alternativa: El Día de los Niños

Partiendo entonces de un panorama tan oscuro y colmado de fuerzas negativas como es el Halloween, se propone mejor que el 31 de octubre se celebre el Día de los Niños. Algunas ideas para hacer de esta una celebración familiar con un sentido diferente:

- Busca para tus hijos disfraces de animalitos o personajes infantiles. Evita aquellos de zombies, brujos, monstruos, y los que incluyan juguetes bélicos.

- Diversión y juego. Este día debe ser un espacio para lo mejor que los niños pueden hacer: jugar. Prepara algunas actividades para este día.

- Evita en casa las decoraciones tenebrosas. Si tu hijo pregunta por qué en casa de su amigo sí hay arañas, fantasmas y brujos, explícale en términos comprensibles las razones de esta decisión. Los niños entienden perfectamente las explicaciones de sus padres. 

  • - Una ocasión para dar y compartir. Así como ellos recibirán dulces o regalos, invita a tus hijos para que en este día compartan con niños necesitados. Pueden ser juguetes o ropa que ya no utilicen.  

No permitamos que la sociedad de consumo nos lleve a vivir cosas que van en contravía de nuestros valores.



viernes, 21 de octubre de 2016

Orden

Hay que animarnos a tener un orden en nuestras vidas. Pero… ¿qué significa vivir el orden en todo momento y lugar? ¿Estará relacionado con la organización del hacer, del pensar y del sentir? ¿Cómo ponemos orden a nuestros actos cuando alrededor hay tantas situaciones que nos alejan de las metas planeadas?



En este mes de octubre, entraremos a analizar cómo el orden es la mejor herramienta para poder alcanzar el feliz término de cada acción y cómo esta virtud favorece de manera asertiva la búsqueda de la perfección personal y por ende, la de la vida familiar y profesional. Sabiamente san Josémaría Escrivá de Balaguer, en su libro Camino, mencionó la frase “¿Virtud sin orden?- ¡Rara virtud!” (punto 79) y ésta nos debe llevar a la reflexión de comprender que el orden es la base de todas las demás virtudes; sin orden, es casi imposible poder aferrarse a las demás pues para que una virtud se convierta en tal, se requiere de un hábito, y este a su vez, debe cumplirse paso a paso, segundo a segundo, minuto a minuto, hasta que se vuelve intrínseco, parte de nuestra vida. Sin el orden no se alcanzaría el hábito, no se interiorizaría ni podría llevarse a la realidad.



Por ello es indispensable que en cada hogar, desde que los hijos están pequeños, se estén brindando los espacios y los medios para vivir la virtud del orden; además, reconociendo que el mejor elemento para enseñarla siempre será el ejemplo, porque el orden ayudará a encontrar el camino más sabio para resolver las diversas situaciones que se nos presentan en la vida; a través de esta práctica se nos despejará el horizonte a seguir, plantearemos alternativas posibles, daremos prioridades a las acciones y trataremos de tomar las decisiones de manera prudente y consciente, buscando siempre la bondad y la verdad en los actos. Esta virtud favorece también la armonía en el hogar porque cuando se practica el orden (sin que rebose el límite de la obsesión) se aprende a actuar de manera mesurada, sabia y equilibrada.



Cabe anotar que, aprender a ser ordenados no es una tarea fácil pues si lo fuera, todo sería más sencillo de alcanzar. Cuántas tareas hemos tenido que abandonar por saltarnos pasos en un plan, obteniendo resultados desfavorables; cuántas veces hemos tenido fracasos por desconocer la necesidad de cumplir unos lineamientos específicos en el manejo de herramientas porque siempre queremos culminar una actividad de manera rápida y desconociendo procesos necesarios.

Cuántas veces vivimos la vida desordenadamente queriendo atrapar con nuestras manos el mundo entero, desconociendo que cada etapa tiene su edad y que no es necesario vivirlo todo para ser felices o ser sabios. Lamentablemente la vida actual ha presentado todo tan efímero y nosotros le hemos dado demasiada importancia a las cosas que en la realidad no revisten de valor.



Muchas veces hemos dejado indefensa a nuestra vida, poniéndola a la deriva o a merced de otros. Fácilmente cambiamos de opinión, de ideas, de pensamientos, de costumbres y hasta de principios por lo que opinan o dicen los demás. Y todo lo anterior se podría resumir en un aspecto vital en nuestras vidas: dejamos que otros tracen nuestro destino, nuestro camino; dejamos que otros manejen nuestro timón del barco. Nos falta pensar con mayor detenimiento qué queremos lograr y cuáles son los aspectos fundamentales que debemos fortalecer para conseguir tal fin. Y para alcanzar esa meta es importante poder establecer un plan de vida, el cual nos ayudará a tener un horizonte visible y los pasos que se deben seguir hasta llegar hasta él. “Si no tienes un plan de vida, nunca tendrás orden” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, Punto 76).



Cuando una persona es ordenada, tiene infinidad de cualidades que la destacan sobre los demás. El orden va de la mano de la responsabilidad, el compromiso, la prudencia, la disciplina y la tranquilidad. Cuando en un hogar se vive el orden, todo se encuentra agradable a la vista; se encuentran los objetos con facilidad sin perder el tiempo en la búsqueda de los mismos; se logran interiorizar hábitos de higiene, aseo, buena alimentación, ya que se vuelven rutina necesaria para el cuidado del propio cuerpo. Con el orden existe la buena práctica de escuchar a quien habla, de respetar los objetos de los demás, de cumplir las normas dentro de la sociedad, de vivir en un ambiente agradable para todos sin sobrepasar los límites y ante todo, reconociendo que todos tenemos los mismos derechos y que es muy sabia la frase muy conocida de “hacer a los demás lo que nos gusta que nos hagan a nosotros”.




Indiscutiblemente el orden interiorizado y hecho vida en cada una de las personas, traerá como consecuencia el realizar con satisfacción cada tarea reconociendo nuestros derechos y cumpliendo nuestros deberes.


miércoles, 19 de octubre de 2016

4 Consejos para comunicarse mejor con los hijos y evitar un interrogatorio

Foto: Freepik 

Por querer comunicarse con los hijos, algunos padres caen en una especie de interrogatorio o en una plática tipo discurso, el cual los hijos encuentran aburrido o carente de su interés. Estas son varias recomendaciones que ayudarán a que ese diálogo familiar fluya naturalmente.

Muchas veces los padres quieren comunicarse con sus hijos, pero se ven enfrentados a diversas situaciones que lo impiden -desinterés, altercados, reproches, etc.-. Es pertinente por tanto, revisar si como padres, se están bloqueando -sin quererlo- las puertas del diálogo. Las siguientes pautas pueden ayudar a lograr este objetivo.

1. Actitud de escucha

Hay quienes se lamentan porque sus hijos no son comunicativos, pero habría que preguntarse si tal vez son los padres los que no propician aquellos espacios de diálogo, donde además de brindar consejo, se debe guardar una actitud de escucha. Es en esas charlas, donde se vive una verdadera conexión entre padres e hijos.

Así que el punto de partida, será tener la conciencia y la disposición para la escucha, teniendo en cuenta que algunas veces eso implicará interrumpir la actividad que se esté haciendo para poner la atención en el llamado de los hijos. (Leer también: ¿Qué tanto escuchas a tus hijos?)

2. El silencio, parte del diálogo

“Hay padres que, con la mejor de las intenciones, procuran crear un clima de diálogo con sus hijos e intentan verbalizar absolutamente todo. Esta actitud fácilmente puede llevar a los padres a convertirse en interrogadores o en sermoneadores, o ambas cosas. Los hijos acaban por no escuchar o se escapan con evasivas. En estos casos, se confunde el diálogo con el monólogo y la comunicación con el aleccionamiento” explican los autores Mª. Ángeles Pérez y Francisco Javier Rodríguez, en su escrito La comunicación en familia.

El silencio es un elemento fundamental en el diálogo. Da tiempo al otro a entender lo que se ha dicho y lo que se ha querido decir. Un diálogo es una interacción y, para que sea posible, es necesario que los silencios permitan la intervención de todos los participantes.

3. Evitar los sermones

Los padres quieren guiar a sus hijos por buen camino, pero deben evitar los discursos en lo que están presentes actitudes que lo desfavorecen como son los juicios, las comparaciones o los reproches, pues no lograrán nada; en especial con los adolescentes.

“Estamos ante uno de los errores más usuales en las relaciones paternofiliales: creer que con un discurso puede hacerse cambiar a una persona. A través del diálogo, padres e hijos se conocen mejor, conocen sobre todo sus respectivas opiniones y su capacidad de verbalizar sentimientos, pero nunca la información obtenida mediante una conversación será más amplia y trascendente que la adquirida con la convivencia. Por esto, transmite y educa mucho más la convivencia que la verbalización de los valores que se pretenden inculcar”. Aconsejan los especialistas.

En dicha convivencia está contemplada la relación cercana, amorosa y de confianza que los padres deben construir día a día con sus hijos, solo así, se podrá dar un diálogo verdadero.

4. Crear espacios para la comunicación

Vivimos afanados y dejamos poco tiempo para la interacción familiar. Por eso, muchas veces es necesario crear un espacio fijo para lograr este propósito, algo así como una tertulia familiar.

El autor Tomás Alvira define la tertulia familar como esa “reunión informal de padres e hijos en la cual se dialoga, de ser posible todos los días y del modo más natural, acerca de las cuestiones que a cada uno le interesen. No sólo a los padres, sino a todos, incluyendo a los más chicos.”

“Esta tertulia nos ayuda a conocer el mundo de nuestros hijos, tan desconocido por muchos padres; ese mundo lleno de ilusiones, de ingenuidades, de alegrías y de interrogantes que unas veces exponen con palabras, pero otras han de adivinarse en sus ojos. (…) Esa tertulia ha de favorecer a que en la casa haya un ambiente familiar educativo, ha de ser tal en la que se hable de cuestiones tan variadas y en la que brille siempre la alegría, la confianza, el apoyo, la comprensión que haga costoso romper el diálogo para ir cada uno a continuar con su tarea.”

Tips para los padres

Finalmente, algunos tips de los autores Mª. Ángeles Pérez y Francisco Javier Rodríguez, para mejorar el diálogo familiar.

- Observar el tipo de comunicación que llevamos con nuestro hijo. Dediquemos unos días de observación libre de juicios y culpabilidades. De este ejercicio podremos obtener información valiosa que permitirán mejorar ciertos puntos de nuestra conducta como padres.


- Si no podemos prestar la atención necesaria en ese momento, aplazar el acto comunicativo para más tarde. Podemos decir simplemente: "dame 10 minutos y enseguida estoy contigo". Recordemos después agradecer su paciencia y su capacidad de espera.



- Evitar emplear el mismo tipo de respuestas de forma sistemática para que nuestro hijo no piense que siempre somos autoritarios, le hacemos sentir culpable, le quitamos importancia a las cosas o le damos sermones.




- Dejar las culpabilidades a un lado. Si hasta hoy no hemos sido un modelo de comunicadores, pensemos que podemos mejorar y adaptarnos a una nueva forma de comunicación que revertirá en bien de nuestra familia suavizando o incluso extinguiendo muchos de los conflictos habituales con los hijos.




domingo, 16 de octubre de 2016

Clonación humana: más allá de las dudas


Los experimentos que activan óvulos a través de diversas técnicas suscitan una marea de dudas: ¿fue clonación? ¿Se obtuvo un embrión humano? ¿No se consiguió un embrión, sino algo parecido?

        Son varios los motivos de tales dudas. Por un lado, la misma complejidad de algunos experimentos. Por otro, la difícil frontera que separa a la filosofía y a la ciencia a la hora de definir la frontera que separa al óvulo del zigoto formado tras la activación. Además, no hay que olvidarlo, existen intereses económicos y de otro tipo que buscan avanzar en este tipo de experimentos y que intentan conseguir una opinión pública serena o, al menos, confundida.

        Por eso, frente a la confusión que puede haber ante este tipo de experimentos, no basta con empezar discusiones en las que al final no se sabe exactamente qué ha ocurrido: ¿hubo o no hubo clonación humana? ¿Fueron producidos en el laboratorio embriones humanos y luego destruidos para extraer de los mismos células madre embrionarias?
        Hay que ir más allá de las dudas para dejar claras algunas certezas.

        La primera certeza es que nunca será correcto usar y destruir una vida humana, aunque a raíz de tal uso se obtenga la curación de otro ser humano o un progreso científico.

        La segunda certeza es que todo experimento que implique activación de óvulos con dudas sobre su resultado (¿fue o no fue un embrión humano?) va contra el respeto a la ética y a la justicia. No se puede jugar con la duda cuando está en juego una realidad que podría ser un nuevo ser humano, un hijo producido en laboratorio.

        La tercera certeza es que nunca deben ser producidos seres humanos en laboratorio, porque tal producción supone no respetarlos en su dignidad y porque pone en serio peligro su propia existencia.

        Desde luego, cada una de esas certezas se construye sobre otra mucho más compleja y difícil de probar: la que admite que en todo ser humano existe un alma espiritual que funda su valor intrínseco. Sin esa certeza corremos el peligro no sólo de no respetar a los embriones, sino tampoco a los adultos, que tienen dignidad no por lo que hacen, sino simplemente por poseer un alma espiritual.

        Es importante recordar estas certezas ante las noticias que llegan y que pasan sobre posibles clonaciones humanas. No sólo para detener una “hybris” (un exceso, un abuso) de quienes tienen medios técnicos y saberes muy poderosos, sino para enseñar a quienes trabajan en los laboratorios que con su ciencia y sus aparatos están llamados no a destruir, sino a servir y respetar la vida de cualquier ser humano desde el mismo momento de su concepción.




sábado, 15 de octubre de 2016

La tristeza de un hijo


Ayer fue el día más triste de mi vida: enterré a mi madre.


Cuando miré su dulce y adorable cara y su cabello plateado por el tiempo, me di cuenta que esa sería la última vez que la vería.



Muchos pensamientos vinieron entonces a mi mente:

Cuando por las tardes o las noches no teníamos quien nos cuidara a los niños, acudíamos a mi madre porque no queríamos perdernos la función de cine o la fiesta en casa del amigo. Ella nunca se negó, jamás nos dijo que tenía otros planes o yo no quise darme cuenta.
En una ocasión me prometí comprar un boleto extra y llevarla a ver las películas que le gustaban. Pero nunca compré el boleto.
 
Una vez nos encontramos en la panadería y vi que su suéter estaba un poco desteñido y viejo. Entonces pensé que debería llevarla al centro y comprarle uno nuevo. Sabía que, aunque ella lo necesitaba, nunca me lo pediría, así era ella. Pero siempre tuve otras cosas que hacer y mi madre siguió con su suéter viejo.


Recuerdo su último cumpleaños. Le mandamos unas azaleas blancas bellísimas con una nota que decía:

"Lamentamos no poder estar contigo en esta fecha, pero con estas flores te enviamos todo nuestro amor".
Esa tarde había un programa de televisión muy importante y por la noche estábamos invitados a una fiesta.
 
Y recuerdo la última vez que vi a mi madre viva: fue en la boda de un primo; se veía más viejecita y cansada. Entonces pensé en mandarla a unas vacaciones con su hermano en la costa. Que se asoleara un poco para que no se viera tan pálida.
Pero nunca lo hice, siempre tuve supuestamente cosas más importantes que hacer.
 
Si yo pudiera regresar las hojas del almanaque, le compraría todos los suéteres del mundo, la llevaría al cine y pasaría todos sus cumpleaños a su lado.
 
Si yo pudiera regresar en el tiempo la mandaría a ver a su hermano y a todos los sitios que quisiera ir. Pero es muy tarde ya. Ella está en el cielo y yo estoy aquí enfermo del corazón por todas las oportunidades perdidas.

                               Qué diferente hubiera sido si hubiera leído una carta como ésta.


jueves, 13 de octubre de 2016

Escribir a mano beneficia nuestro cerebro

Foto: Freepik

El avance de la tecnología, ha hecho que escribir a mano se convierta en algo inocuo. Estudios recientes ha revelado que la escritura de lápiz y papel mejora la concentración y el aprendizaje de manera más efectiva que el teclado.

La Universidad de California y la de Princeton han llevado a cabo una investigación en base a esto y ambas han revelado que los estudiantes que escribieron a mano, se desempeñaron de mejor forma, que aquellos que lo hicieron frente a un computador.

Desde épocas antiguas, tomar notas ha sido un gran catalizador para el aprendizaje, pudiendo registrar lo que hemos visto y oído y así poder recolectarlo y estudiarlo posteriormente. Michael Fridman, psicólogo de Harvard afirma que “tomar apuntes es muy dinámico”, pues “nuestra mente transforma lo que ve o escucha”.

Por casi 100 años, los expertos han investigado diversas estrategias de apuntes, aunque solo hace unos pocos meses, los investigadores descubrieron las diferencias entre las herramientas utilizadas a la hora de obtener la información.

Aunque el lápiz y papel es más beneficioso, hoy en día, la mayoría de estudiantes universitarios utilizan los computadores como método para tomar apuntes.
Los expertos han revelado que las personas que tipean, apuntan alrededor de 33 palabras por minuto, mientras quienes lo hacen a mano solo apuntan 22.

En el 2012, investigadores de la Universidad de Washington revelaron que quienes apuntaban en sus laptops, recordaban más que aquellos que lo hacían a mano, aunque estas “ventajas”, solo eran pasajeras, ya que luego de 24 horas, olvidaban gran parte de sus notas; en cambio quienes tomaban nota a mano, retenían los apuntes por más tiempo.

En 2014, se realizaron tres experimentos, en dónde psicólogos estadounidenses hicieron que 67 alumnos oyeran diferentes charlas mientras tomaban nota. Quienes apuntaron a mano, escribieron menos palabras, aunque mucho más precisas, mientras que los que escribían en sus computadoras anotaron casi todo lo que oyeron, sin interpretar lo que escuchaban.

Los alumnos que apuntaron a mano, tuvieron un mejor desempeño que sus compañeros con laptops.

Es evidente que anotar a mano refresca la memoria y ayuda a nuestra capacidad de pensar, razonar y concentrarnos. Estos estudios fueron hechos en laboratorios controlados y, sus resultados son muy válidos.


Actualmente, las grandes universidades mundiales poseen estudiantes que tipean todo el tiempo. Cabe aclarar que tomar apuntes siempre es importante, aunque hacerlo a mano, suele ser un poco más lento, pero mucho más preciso y efectivo.


miércoles, 12 de octubre de 2016

10 Razones por las que la pornografía destruye el matrimonio

Foto: Pixabay 

La pornografía, más accesible que nunca debido a Internet, está destruyendo matrimonios. En 2004 una investigación de la doctora Jill Manning, autora del libro "What's the Big Deal about Pornography: A Guide for the Internet Generation" encontró que en el 56% de los casos de divorcio en EEUU al menos uno de los cónyuges experimentaba un interés obsesivo en páginas pornográficas. Hoy, 12 años después, con más acceso digital en los dispositivos móviles, los datos son peores.

En 2013 las páginas de pornografía recibieron 450 millones de visitantes únicos al mes. Eso es mucho más que Amazon, Netflix y Twitter combinados. Además el 30% de toda la información transferida por internet está relacionada con el porno. Cada segundo 28.258 personas  están viendo pornografía en internet y cada segundo se gasta 2.719,77 € en pornografía en la red. 

Por eso es importante hablar de este tema que tanto afecta a los matrimonios. A continuación compartimos un escrito de la web Sorpresasparatupareja.com el cual expone diez causas por las que el consumo de pornografía en el matrimonio daña la relación y la pareja, basadas en investigaciones científicas, encuestas y estudios reales.

1. Destruye la confianza 


De acuerdo a numerosos estudios, una exposición prolongada a la pornografía lleva a una disminución de la confianza entre la pareja. No es de extrañar, ya que la pornografía y el secretismo van de la mano.

La mayoría de las personas que ven pornografía hacen todo lo posible para que permanezca oculto. Las parejas se sienten traicionadas cuando se enteran de que se lo han estado ocultando tanto tiempo y se preguntan qué más habrá que no saben.

2. Obstaculiza la intimidad emocional



La pornografía te lleva a que trates a la otra persona como un objeto y no puedas tener una interacción significativa con ella. Hay una gran diferencia entre tener sexo y hacer el amor.

El sexo se trata de placer, mientras que hacer el amor se trata de conectar. El sexo se trata del cuerpo, mientras que hacer el amor se trata de la persona.

3. Destruye la autoestima 



Cuando los hombres y mujeres habían sido expuestos a la pornografía eran más propensos a no estar satisfechos con la apariencia física, el afecto y el rendimiento sexual de su pareja. Además no sólo afecta en cómo ves a los otros, sino también en cómo te ves a tí mismo. 

Los que ven porno piensan de sí mismos que son menos atractivos. Las investigaciones han descubierto que los consumidores de pornografía se comparan a ellos mismos y a sus parejas con los modelos de las imágenes que ven. Como consecuencia pierden interés en el sexo porque se vuelven más críticos con la apariencia de su pareja.

4. Causa egoísmo



Promueve el egoísmo y el placer inmediato. Muchos piensan sólo en recibir, no en dar. Una relación donde uno solo está interesado en recibir no dura mucho tiempo. Un hecho muy curioso es que el día que menos pornografía se ve en América es el día de “Acción de Gracias”. Interesante, considerando que la gratitud y el egoísmo son opuestos.

5. Degrada a las mujeres



Los resultados muestran que cuanto más porno ve un hombre, más probable es que quieran que las mujeres sean sumisas y subordinadas a ellos. Cambia la manera en que los hombres ven a las mujeres. Las ven como objetos y no como únicas y valiosas debido a la manera degradante en la que las mujeres y el sexo son retratados. 

Y eso sin mencionar que el porno muestra a las mujeres siendo dominadas y abusadas sólo para su disfrute personal.

6. Deteriora la vida sexual



Puede llevar a una disminución de la actividad sexual. Una encuesta reciente de los usuarios que ven pronografía muestra que el 19% sufre eyaculación precoz, el 25 % no tienen interés en el sexo con su pareja, el 31% tienen dificultades con llegar al orgasmo y el 34% experimenta disfunción erectil.

Después de comprometerse a no masturbarse y no ver pornografía, el 60 % de ellos sintió que sus funciones sexuales habían mejorado y el 67% tuvo un aumento en sus niveles de energía y en productividad. Muchas personas dicen que usan la pornografía para darle un poco de vida a su relación pero, sin embargo, los estudios muestran que destroza tu líbido.

7. Conduce a la insatisfacción matrimonial



Las investigaciones han mostrado que los hombres que han sido expuestos a la pornografía se puntúan a ellos mismos como menos enamorados de su pareja de lo que se puntúan los que no la han visto. El hecho es que la pornografía no es sólo una fantasía, sino que hace más difícil tener relaciones de amor verdaderas. 

Debido a que la pornografía es retratada como fácil y rápida, el sexo en el matrimonio es visto como algo complicado y que requiere mucho trabajo. Como resultado, el romance disminuye.

8. Es una puerta de entrada a la infidelidad



Incrementa la infidelidad matrimonial en un 300%.Viendo pornografía disminuye el compromiso con la relación. Las relaciones libres de pornografía son más fuertes y con un índice de infidelidades menor. El índice es al menos la mitad de los que han visto pornografía solos o con su pareja.

Es interesante cómo la sociedad nos dice que si no permites la pornografía en tu matrimonio estarás llevándole a él a la infidelidad, cuando en realidad la pornografía está ligada a la infidelidad.

9. Está vinculada a la depresión, el estrés y la ansiedad



Los hombres que tienen ciber sexo tienen un índice alarmantemente alto de depresión clínica, estrés y ansiedad. Estas tres cosas pueden tener un impacto fuerte no sólo en nosotros mismos, sino en nuestro matrimonio.

10. Altera el cerebro 



Esto es lo escalofriante: cuanto más porno ve una persona, más severo será el daño a su cerebro y más dificil será liberarse. Científicos de la Universidad de Cambridge han estudiado recientemente el cerebro de los adictos a la pornografía y han descubierto que se ven exactamente iguales que los adictos a las drogas.

Al igual que con otras sustancias adictivas, la pornografía llena el cerebro de dopamina. Y cuanto más ves pornografía, más insensible te vuelves. La diferencia con otras adicciones es que con la pornografía no es que quieras más y más (como en el caso del alcohol), sino que quieres una pornografía diferente. Muy a menudo los usuarios se aventuran en contenido cada vez más perverso, por eso la pornografía está ligada a la violencia y el crimen.



Como vemos, la pornografía no ayuda en nada al matrimonio. Pero algo que sí sabemos es que es posible, es eliminarla de la vida; es un esfuerzo que sin duda merece la pena.


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