La familia cristiana está unida y animada por Dios, quien la empuja a ser luz del mundo. La familia de Nazaret era única e irrepetible, pues es la única familia que ha cambiado la historia del mundo. Ciertamente ha habido familias que han influido mucho en la historia como la de los Kennedy de los estados Unidos, pero esta influencia siempre ha sido limitada. Al contemplar la familia de Nazaret uno podría pensar que tenían todo a su favor y nada en contra. Es cierto que gozaban de inmensas gracias, pero también es cierto que tuvieron que sufrir grandes pruebas, como cualquier familia: tuvieron que sufrir la escasez, la persecución, el ser refugiados en un país extranjero, las calumnias de las malas lenguas, etc. El padre murió, como parece ser por el silencio del Evangelio sobre él, el Hijo fue condenado a la muerte más cruel y la madre se quedó viuda y sin su hijo único. Tuvo penas como cualquier otra familia de cualquier tiempo y parte del mundo. En la familia de Nazaret había tres elementos esenciales: los padres, el hijo y Dios. En todas las familias del mundo hay los primeros dos elementos, padres e hijos, pero en la mayor parte falta el tercer elemento que es Dios, y por eso surgen los problemas. Dios es como el alma de la familia. Se ve que la familia de Nazaret era religiosa porque cumplía con los deberes religiosos. La ausencia de Dios en una familia lleva a la ausencia del amor. En la familia de Nazaret no hubo comodidades, riquezas, posición social, pero sí hubo caridad. La caridad es como el “cemento” que une los miembros de la familia. Si no hay caridad, no hay comprensión, mutua aceptación, tolerancia, perdón. El imitar a la familia de Nazaret no es sólo un ideal sino una posibilidad. El mismo Espíritu Santo que la animó, también anima a la familia cristiana. Él es el Espíritu de Amor que desea transformar a todas las familias y hacerlas una reproducción, lo más fiel posible, de la familia de Nazaret. Dios tiene su proyecto sobre la familia. Lo importante es realizar este proyecto: quiere que sea un gran medio de evangelización en el mundo. La familia cristiana tiene que ser luz en un mundo donde la familia está sufriendo los golpes del paganismo por medio del divorcio, de la infidelidad, de la negativa a tener hijo, del aborto, y muchos otros males.
Autor: Fintan Kelly L.C. | Fuente: Catholic.net
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lunes, 30 de enero de 2012
Que tu familia se parezca a la Familia de Nazaret
Si tiene a Dios en medio de ella, habrá paz y alegría
jueves, 26 de enero de 2012
Fomentar la interioridad de nuestros hijos
En la educación de nuestros hijos hemos de plantearnos la búsqueda del necesario equilibrio entre la actividad y el tiempo para la reflexión | |||
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sábado, 21 de enero de 2012
El amor existe
Del hombre que ha dado la vida por su esposa, después de una vida entera de amor | |||
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lunes, 9 de enero de 2012
A los recién casados...
El padre abad recibió con un abrazo muy fuerte a Juan y Laura. Apenas llevaban un mes de casados, y quería decirles tantas, tantas cosas...
Fueron juntos al despacho de la parroquia. Hablaron sobre el viaje de bodas, los regalos, los planes para el futuro inmediato. Al final, con un tono de voz lleno de cariño, el padre abad abrió su alma para darles un generoso paquete de consejos.
«Supongo que ya les habrán dicho tantas cosas. Si me permiten, como les conozco desde niños, también quería decirles unas palabras ahora que inician una nueva etapa.
Los veo muy felices y muy enamorados. Agradezcan a Dios el don del cariño que se tienen, y cuídenlo mucho. No se acostumbren a vivir juntos: cada día debe ser algo nuevo, maravilloso, propio de verdaderos enamorados. No dejen de decirse una y otra vez que se aman. No lo supongan: necesitan recordárselo con las palabras y con los gestos.
Que el tiempo no ponga polvo de rutina entre ustedes. Admírense del amor que se tienen. Puede pasar la belleza del cuerpo, puede venir una enfermedad, puede llegar un momento en el que falte el dinero en casa. Pase lo que pase, Juan y Laura, cada uno es un don maravilloso para el otro.
Por eso, no dejen de tener detalles de cariño. Los tuvieron cuando eran novios y cada uno quería conquistar al otro. Ahora también tienen que “conquistarse”. Juan, ponte guapo, de verdad, cuando estés con Laura. Laura, ya eres muy hermosa, pero no dejes de mantenerte bella para Juan.
Tengan a Dios en el primer lugar dentro de la casa y fuera de ella. Dios nos ha creado, y quiso que el ser humano fuese varón y mujer. Son complementarios, están hechos el uno para el otro, y desde esa complementariedad son fecundos. Reciban por eso como una enorme bendición de Dios cada hijo que empiece a vivir desde el amor que se tienen.
Sí, ya sé que desean tener hijos. Ojalá vean a cada uno de ellos como un don de Dios. Lleguen como lleguen, lleguen en un buen momento o en un momento difícil, ámenlos y siéntalos siempre como una misión, como parte de ese amor que ahora les acaba de unir como esposos. Si no llegan... dejen esto en manos de Dios. El hijo no es nunca un derecho: es un don. Esperarlo es correcto, pero no como una posesión. Amarlo es un deber dulce y agradable, si Dios lo envía, porque nace del amor y para el amor.
No se ahoguen mutuamente: cada uno tiene su personalidad. Pero ahora esa personalidad ha dado un sí al otro, a la otra, y ese sí hará posible el milagro de dejar los propios caprichos para contentar a quien tanto se ama.
En ese contentar al otro hay que saber dejarle un cierto espacio de libertad, pero sin que se rompa la unidad que el matrimonio acaba de crear. Son el uno para el otro: esa es la mejor manera de armonizar la libertad que Dios les ha dado para amar.
Por eso, no se “sofoquen”, no quieran ver al otro como una posesión, no busquen anularlo ni destruir las cualidades que Dios ha puesto en su corazón. Muchos matrimonios se destruyen cuando uno pretende tener al otro siempre a sus pies, sometido en todo a sus gustos. Y también fracasan cuando los esposos viven en la actitud de quien espera conservar la propia “personalidad” y no quieren ceder nunca ni en nada lo que hasta ahora ha sido su estilo de vida. Empezar así el matrimonio es lo mismo que comprar todos los boletos para el fracaso.
El amor va hacia lo opuesto: si quieren triunfar como esposos, acepten el camino de la renuncia del propio gusto para contentar al otro, en todo lo que no ofende a Dios. De verdad, es maravilloso encontrarse esposos de muchos años que todavía viven totalmente el uno para hacer feliz al otro. Así me gustaría verles siempre a ustedes.
Hay que estar alerta ante el peso del egoísmo, o cuando uno se encierra dentro de sí mismo para defender “sus derechos”. Ceder no es sinónimo de debilidad, si cedemos en cosas accesorias. Ceder es parte del amor que desea dar contento al amado. Así me gustaría verles siempre, felices porque buscan hacer feliz al otro.
No olviden que no somos perfectos. Ni tú, Juan, ni tú, Laura. Por eso hay que tener una actitud continua de superación, para salir de los baches. A la vez, hay que tener un gran espíritu de perdón, para que nunca el defecto que veas en el otro te lleve a empañar ese amor tan fresco que ahora se tienen.
Comenten lo que sienten, lo que piensan, y tomen las decisiones en común. No quieran “triunfar” sobre el otro. Tampoco se guarden dentro dudas o inquietudes que crecen hasta convertirse en auténticos enemigos del amor. Busquen tiempo para abrir eso que llevan dentro, con realismo y sencillez. Nunca acepten una suposición contra el otro, ni menos críticas que se escuchen desde fuera. Trabajen por ser trasparentes y limpios, como el agua cristalina, pero sin durezas. Si hay que reprochar algo objetivo, díganlo con tanto cariño que hasta dé gusto el estirón de orejas...
Dios les ha amado desde toda la eternidad, les ama ahora, les amará siempre. Dejen a Dios el mejor lugar en la familia. Búsquenlo en la confesión si alguna vez el pecado ha llegado a la propia vida. Recíbanlo limpiamente, cada domingo, en la santa Misa, donde les espera como esposos. Busquen momentos como familia para rezar juntos, para leer la Biblia, para ayudar más a la parroquia y a tantas personas necesitadas.
En lo que esté de mi parte, cuenten conmigo. He visto matrimonios muy hermosos que han fracasado por una tontería. He visto matrimonios que han pasado por pruebas muy duras, pero han salido adelante. He visto matrimonios que “siguen” por inercia, pero aburridos, sin fuego, sin cariño, sin amor.
¡Cómo me gustaría que no pasase esto entre ustedes! El mundo en el que vivimos no ayuda a vivir bien el matrimonio. Pero Dios es más fuerte que el mundo. Con Dios pueden ser una pareja santa y feliz. Así lo deseo de corazón. Quisiera verles siempre como ahora, como tórtolas enamoradas, o incluso cada día más y más tiernos y delicados.
Ya ven, me salió un sermón de nuevo. Es el vicio que tengo desde hace años. Pero no se pueden imaginar la alegría que siento al verles unidos en el matrimonio según Jesucristo. Que Él les acompañe siempre. Que el Espíritu Santo les bendiga en sus pensamientos, en sus palabras, en sus acciones. Y que la Virgen María y san José les enseñen cómo se vive de verdad en una familia que busca en todo, siempre, hacer lo que agrada a Dios y lo que agrada al propio esposo, a la propia esposa, a los hijos.
Que Dios les bendiga mucho. Y, si Él así lo dispone desde el amor que ya ha sido bendecido por el matrimonio, les espero pronto para el bautismo del primer hijo...».
Autor:Fernando Pascual
Fuente:fluvium.org
Fueron juntos al despacho de la parroquia. Hablaron sobre el viaje de bodas, los regalos, los planes para el futuro inmediato. Al final, con un tono de voz lleno de cariño, el padre abad abrió su alma para darles un generoso paquete de consejos.
«Supongo que ya les habrán dicho tantas cosas. Si me permiten, como les conozco desde niños, también quería decirles unas palabras ahora que inician una nueva etapa.
Los veo muy felices y muy enamorados. Agradezcan a Dios el don del cariño que se tienen, y cuídenlo mucho. No se acostumbren a vivir juntos: cada día debe ser algo nuevo, maravilloso, propio de verdaderos enamorados. No dejen de decirse una y otra vez que se aman. No lo supongan: necesitan recordárselo con las palabras y con los gestos.
Que el tiempo no ponga polvo de rutina entre ustedes. Admírense del amor que se tienen. Puede pasar la belleza del cuerpo, puede venir una enfermedad, puede llegar un momento en el que falte el dinero en casa. Pase lo que pase, Juan y Laura, cada uno es un don maravilloso para el otro.
Por eso, no dejen de tener detalles de cariño. Los tuvieron cuando eran novios y cada uno quería conquistar al otro. Ahora también tienen que “conquistarse”. Juan, ponte guapo, de verdad, cuando estés con Laura. Laura, ya eres muy hermosa, pero no dejes de mantenerte bella para Juan.
Tengan a Dios en el primer lugar dentro de la casa y fuera de ella. Dios nos ha creado, y quiso que el ser humano fuese varón y mujer. Son complementarios, están hechos el uno para el otro, y desde esa complementariedad son fecundos. Reciban por eso como una enorme bendición de Dios cada hijo que empiece a vivir desde el amor que se tienen.
Sí, ya sé que desean tener hijos. Ojalá vean a cada uno de ellos como un don de Dios. Lleguen como lleguen, lleguen en un buen momento o en un momento difícil, ámenlos y siéntalos siempre como una misión, como parte de ese amor que ahora les acaba de unir como esposos. Si no llegan... dejen esto en manos de Dios. El hijo no es nunca un derecho: es un don. Esperarlo es correcto, pero no como una posesión. Amarlo es un deber dulce y agradable, si Dios lo envía, porque nace del amor y para el amor.
No se ahoguen mutuamente: cada uno tiene su personalidad. Pero ahora esa personalidad ha dado un sí al otro, a la otra, y ese sí hará posible el milagro de dejar los propios caprichos para contentar a quien tanto se ama.
En ese contentar al otro hay que saber dejarle un cierto espacio de libertad, pero sin que se rompa la unidad que el matrimonio acaba de crear. Son el uno para el otro: esa es la mejor manera de armonizar la libertad que Dios les ha dado para amar.
Por eso, no se “sofoquen”, no quieran ver al otro como una posesión, no busquen anularlo ni destruir las cualidades que Dios ha puesto en su corazón. Muchos matrimonios se destruyen cuando uno pretende tener al otro siempre a sus pies, sometido en todo a sus gustos. Y también fracasan cuando los esposos viven en la actitud de quien espera conservar la propia “personalidad” y no quieren ceder nunca ni en nada lo que hasta ahora ha sido su estilo de vida. Empezar así el matrimonio es lo mismo que comprar todos los boletos para el fracaso.
El amor va hacia lo opuesto: si quieren triunfar como esposos, acepten el camino de la renuncia del propio gusto para contentar al otro, en todo lo que no ofende a Dios. De verdad, es maravilloso encontrarse esposos de muchos años que todavía viven totalmente el uno para hacer feliz al otro. Así me gustaría verles siempre a ustedes.
Hay que estar alerta ante el peso del egoísmo, o cuando uno se encierra dentro de sí mismo para defender “sus derechos”. Ceder no es sinónimo de debilidad, si cedemos en cosas accesorias. Ceder es parte del amor que desea dar contento al amado. Así me gustaría verles siempre, felices porque buscan hacer feliz al otro.
No olviden que no somos perfectos. Ni tú, Juan, ni tú, Laura. Por eso hay que tener una actitud continua de superación, para salir de los baches. A la vez, hay que tener un gran espíritu de perdón, para que nunca el defecto que veas en el otro te lleve a empañar ese amor tan fresco que ahora se tienen.
Comenten lo que sienten, lo que piensan, y tomen las decisiones en común. No quieran “triunfar” sobre el otro. Tampoco se guarden dentro dudas o inquietudes que crecen hasta convertirse en auténticos enemigos del amor. Busquen tiempo para abrir eso que llevan dentro, con realismo y sencillez. Nunca acepten una suposición contra el otro, ni menos críticas que se escuchen desde fuera. Trabajen por ser trasparentes y limpios, como el agua cristalina, pero sin durezas. Si hay que reprochar algo objetivo, díganlo con tanto cariño que hasta dé gusto el estirón de orejas...
Dios les ha amado desde toda la eternidad, les ama ahora, les amará siempre. Dejen a Dios el mejor lugar en la familia. Búsquenlo en la confesión si alguna vez el pecado ha llegado a la propia vida. Recíbanlo limpiamente, cada domingo, en la santa Misa, donde les espera como esposos. Busquen momentos como familia para rezar juntos, para leer la Biblia, para ayudar más a la parroquia y a tantas personas necesitadas.
En lo que esté de mi parte, cuenten conmigo. He visto matrimonios muy hermosos que han fracasado por una tontería. He visto matrimonios que han pasado por pruebas muy duras, pero han salido adelante. He visto matrimonios que “siguen” por inercia, pero aburridos, sin fuego, sin cariño, sin amor.
¡Cómo me gustaría que no pasase esto entre ustedes! El mundo en el que vivimos no ayuda a vivir bien el matrimonio. Pero Dios es más fuerte que el mundo. Con Dios pueden ser una pareja santa y feliz. Así lo deseo de corazón. Quisiera verles siempre como ahora, como tórtolas enamoradas, o incluso cada día más y más tiernos y delicados.
Ya ven, me salió un sermón de nuevo. Es el vicio que tengo desde hace años. Pero no se pueden imaginar la alegría que siento al verles unidos en el matrimonio según Jesucristo. Que Él les acompañe siempre. Que el Espíritu Santo les bendiga en sus pensamientos, en sus palabras, en sus acciones. Y que la Virgen María y san José les enseñen cómo se vive de verdad en una familia que busca en todo, siempre, hacer lo que agrada a Dios y lo que agrada al propio esposo, a la propia esposa, a los hijos.
Que Dios les bendiga mucho. Y, si Él así lo dispone desde el amor que ya ha sido bendecido por el matrimonio, les espero pronto para el bautismo del primer hijo...».
Autor:Fernando Pascual
Fuente:fluvium.org
Queridos amigos...con ésta publicación, me ausento por unos días... cortas vacaciones con la familia... Un gran abrazo para todos... y GRACIAS POR ESTAR SIEMPRE AHÍ.!
BENDICIONES!!!
martes, 3 de enero de 2012
6 de Enero.. Los Reyes Magos
6 DE ENERO
Era hermosa la mañana,era el
Día de Los Reyes,
las sonrisas infantiles mundopyre
iñasãi,(al pie del mundo se extiende)
cada cual con el obsequio que el
Mago les hiciera
por ser bueno y obediente,
vy´águi osapukái.(contento grita)
Mas un niño que era pobre,
también bueno y obediente,
al no serle obsequiado isymíme
Oporandu:(a su mamita le pregunta)
Por qué mamá querida Los
Reyes del Oriente
no me hizo un regalito,ha
entérope ogueru.( y todos les trajo)
Yo mamita soy más bueno que
Antonio y Andresito,
y de muchos amiguitos añembo´e kuaaiteve; (rezo mejor)
qué malos son Los Reyes no me
trajo ni un autito
comprámena mamita,
aipotánteko chave.(yo quiero tambien)
Así se queja el pobre sin cariño
y sin halago
que su padre fue un tirano ni
ndohecháiva chupe (núnca le vió)
y esa terrible orfandad no tiene
sus Reyes Magos
que le haga un regalito
el 6 de enero yave.(cuando es el 6 de enero)
Letra: Clementino Ocampos
Música: Martín Escalante
Memoria Viva
6 DE ENERO: El drama de un niño sin Reyes (x) |
por: Mario Rubén Álvarez
El poema de Clemntino Ocampos, basado en su propia experiencia, sobrevive en el tiempo. Convirtió lo particular en universal. Y denuncia la injusta distribución de la riqueza. La tarde caía con un apuro no común. Las horas no le rendían culto, aquel 5 de enero -de 1945 talvez -, a la lentitud. No corrían sino que volaban. Es que el poeta y sastre Clementino Ocampos (nacido el l4 de noviembre de 1913 en San Lorenzo del Campo Grande), en Asunción, esperaba, ansioso entregar un traje a la medida. Más que entregar, lo que quería era cobrar a su cliente para que su hija Ramona Belarmina, de 3 años, tuviera un regalo de Reyes.
La noche llegó antes de lo acostumbrado. El cliente, sin embargo, no apareció. La decepción se apoderó del que tenía puestas sus ilusiones en aquel hombre que no cumplió su palabra. La suerte estaba echada: su primogénita no tendría el regalito que aguardaba con tanta ansiedad.
Al día siguiente, en la casa del poeta, la niña amaneció sin su obsequio. Pudo tal vez haber puesto sus zapatitos en la ventana, lo mismo que el agua y el pasto para los camellos, como un gesto de cortesía para los visitantes venidos de tan lejanas y misteriosas latitudes. Lo cierto es que con la mañana a la criatura le crecía una inmensa tristeza.
Qué malos son Los Reyes: a mí no me trajeron nada!- le comentó Ramonita a su papá. Impresionado por el episodio, Clementino tomó la anécdota y escribió 6 de enero. Demoninador de su arte, buscó las figuras necesarias para convertir lo particular -su caso- en universal -algo que a cualquiera le puede suceder, en cualquier parte del mundo-, y escribir una poesía que sobreviviera en el tiempo.
Pronto el poema se popularizó. Maxima Lugo, Diosnel Chase, José L. Melgarejo y otros lo llevaron, como recitado, a los más alejados rincones del país. Le gustaba a la gente. Era el drama del huérfano pobre e inúltilmente virtuoso que se quedaba sin regalo, censuraba la maldad de Los Reyes y le reclamaba a su madre la reparación de la injusticia. Era y es, también, más allá de lo que estrictamente dice la letra, una denuncia de la injusta distribución de la riqueza.
Llegó la revolución de 1947. Clementino, que no quería derramar la sangre de sus hermanos, eligió el exilio. Y con su tijera, su centímetro y su máquina de coser instaló su sastrería en Formosa, para seguir dando de comer un pan honrado a su familia.
Por allí, un día cualquiera, pasó Martín Escalante, que por entonces todavía no cantaba con Carlos Quintana (era el dúo Pérez-Quintana). Le pidió 6 de enero para ponerle música. Poco tiempo después la obra estaba completa. Y los versos musicalizados recorrían los caminos para impresionar a los insensibles y conmover a los sensibles.
Cada vez que se aproxima el 6 de enero, la composición, se convierte en un himno. En cuatro estrofas pinta un universo. Y la tragedia de ese niño "más bueno que Antonio y Andresito" sigue siendo el de muchos niños golpeados por la injusticia.
Fuente:http://www.musicaparaguaya.org.py/profundo2.htm
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