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Es un estado de la mente,
es una demostración de la voluntad.
Una cualidad de la imaginación,
el vigor de las emociones,
el predominio del valor sobre la timidez;
el deseo de aventuras,
en contraste con el deseo de comodidad.
Nadie es viejo por sólo haber vivido
un cierto número de años.
Se envejece solamente cuando
se abandonan los ideales.
Los años arrugan la piel;
renunciar a los ideales encoge el alma.
La inquietud, la duda, la falta de confianza,
el temor y el desespero... son los factores
que al cabo de largos años, hacen inclinar la
cabeza
y encaminar el espíritu hacia el ocaso.
Que se tengan 70 o 16 años, hay siempre
en todo corazón humano, el amor a lo maravilloso,
la dulce admiración por las estrellas,
y por todo lo que irradie luz, sean acciones
o pensamientos, el intrépido desafío
de los acontecimientos, el inagotable
e infantil apetito del:
¿Qué viene después?
Uno es tan joven como su confianza,
tan viejo como su temor;
tan joven como su esperanza,
tan viejo como su desesperación.
Mientras que tu corazón recibe mensajes
de belleza, de alegría, de intrepidez,
de magnificencia y de poder, de la tierra,
de los hombres, y del infinito, eres joven.
Cuando todos los resortes se han aflojado
y todos los rincones del corazón están cubiertos
por la nieve del pesimismo y el hielo del cinismo,
entonces, y sólo entonces,
habrás llegado realmente a viejo,
y, llegado este momento,
que Dios tenga misericordia de tu alma.
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