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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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domingo, 16 de noviembre de 2014

Subidas, bajadas y un poco de cemento


La vida a veces nos vapulea. Subimos, bajamos, estamos bien y al rato nos tienen que sacar del cubo de la basura. Hoy compramos un billete para ir de vacaciones a tal lugar, y mañana quisiéramos romperlo para quedarnos más tiempo con la familia o los amigos.

        Nuestras decisiones tienen muchos ingredientes. Análisis fríos, emociones calientes, presiones de los de casa o en el trabajo, intuiciones y miedos: todo se mezcla y, de repente, decidimos.

        Pero las decisiones, muchas veces, hacen agua por todos lados. O porque escogimos una tontería, o porque empezamos a hacer algo que no nos gusta, o porque los demás nos miran con los ojos asombrados: “¿de verdad quieres pintar el techo de color violeta?” Lo que ayer parecía tan claro (o tan emocionante) hoy lo vemos como algo aburrido, monótono, incluso absurdo.

        Otras veces nos atrincheramos detrás de lo decidido, contra todo y contra todos. Somos como esos japoneses que, después de la rendición de su país, seguían luchando en alguna isla del Pacífico contra enemigos reales o imaginarios. De nada sirve ni el consejo de un amigo, ni lo que diga la esposa o el esposo, ni las quejas de los niños: “se hace lo que digo yo, y basta”.

        Mientras las decisiones tocan aspectos más o menos marginales de nuestra vida, estas situaciones se pueden aguantar con un poco de paciencia. Pero cuando la decisión llega a cosas más serias, a veces se cometen errores monumentales, que pueden implicar un daño grave para otras personas.

        Cuando en un matrimonio, por ejemplo, él o ella gritan un día de discusiones: “Me marcho” o “te marchas”, se rompe una unión que había iniciado hace más o menos tiempo con una promesa de amor “para siempre”. Es verdad que en algunos casos dos personas nunca deberían haberse casado. Pero también es cierto que, si la gente sabe lo que hace (al menos así debería ser), el sí matrimonial vale en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, cuando él o ella empiezan a cambiar porque el tiempo no perdona...

        En algunos ambientes sociales cunde una epidemia de “divorcitis”. Parece que, para algunos, la mejor manera de arreglar los conflictos sea el portazo, terminar con todo y reempezar en otro lado, a ver si ahora hay más suerte. Algunos se ciegan tanto que ni los hijos, ni los buenos momentos del pasado, ni el amor verdadero con el que se inició el viaje de bodas, son capaces de frenarlos. Ven sólo defectos, tensiones, traiciones y rabias, y no imaginan que existan soluciones más profundas, caminos para arreglar conflictos en familia, “medicinas” (el cariño hace milagros) para reiniciar a vivir en armonía, a pesar de todo lo que haya podido ocurrir hasta este momento.

        En el matrimonio, y no sólo en el matrimonio, hay que pensar y hay que decidir de otra manera. No basta con usar el coctel de la propia subjetividad (sentimientos, ideas, miedos y esperanzas). Es necesario abrir fronteras y dejar que el otro hable, se exprese, entre en la propia vida. Un matrimonio que dialoga, en el que cada uno se pone en el lugar del otro o de la otra, tiene muchas garantías de triunfo. Un matrimonio de “francotiradores”, en el cual cada esposo se atrinchera en sus razones (¡y muchas veces uno tiene la razón!), sin dejar espacio al cariño, al perdón, a la escucha de las opiniones del otro, tiene casi todos los ingredientes para terminar en un tribunal de divorcios, si es que no acaba antes en una comisaría de policía...

        Cuando unos jóvenes inician el noviazgo viven en un ensueño de amor y de esperanza. Es necesario, sin embargo, que coloquen delante de sus ojos (y no hay que mirar muy lejos, por desgracia) los mil peligros que les acompañarán en el camino de la vida matrimonial. Las decisiones que valen se construyen desde lo más profundo de la persona, desde el corazón que acoge con amor sincero a él o a ella. Sin estas disposiciones, iniciar la aventura de la boda es un riesgo tan grande como querer subir el Everest sin bombona de oxígeno: tarde o temprano llega el momento de la asfixia y la derrota...

        La solución a la epidemia del divorcio (y, en general, a la inseguridad de tantas decisiones de la vida) está en la formación de personalidades equilibradas y realistas, sencillas y enamoradas. Las crisis de tantas decisiones (matrimoniales, de carrera, de trabajo) nacen precisamente cuando cada uno vive según su capricho, sin fundamentos, sin un amor profundo. Por el contrario, cuando uno sabe amar por encima de sus intereses o, mejor, descubre que su principal “interés” es el bien del otro, la cosa empieza a ser muy distinta. Se abren horizontes insospechados, y la fidelidad es posible, a pesar de los momentos de dificultad por los que todos pasamos.

        La vida está llena de subidas y de bajadas. Queda lo que ha sabido fundarse sobre roca, lo que ha usado un buen cemento. Lo demás pasa, se desvanece, como un castillo de arena en la playa. El amor es algo hermoso y serio. Lo sabemos quienes hemos tenido la gracia de ver a nuestros padres fieles, felices, en las buenas y en las malas. Lo saben quienes sufren porque un día llegaron a la triste experiencia del divorcio (en sus padres o en carne propia).


        Siempre es tiempo para cambiar. No basta con esperar a que el otro dé el primer paso. Un corazón herido tiene energías, mientras viva, para reiniciar la aventura del amor con nuevos bríos, si sabe perdonar y pedir perdón. No es fácil: no se puede volver a amar como en el noviazgo después de todo lo que haya podido ocurrir entre dos corazones ya maduros y, tal vez, chamuscados. Pero se puede amar con más realismo y con más profundidad. Un amor rehecho sobre ruinas también puede ser hermoso, si los dos quieren...

Fernando Pascual, L.C.

viernes, 14 de noviembre de 2014

Soluciones practiquísimas...


 Soluciones e ideas practiquísimas para tu hogar 





 Un lugar para tus zapatos



...lindos detalles para tu cocina...




...y para tu patio o jardín ...








Soluciones practicas en
https://www.facebook.com/pages/Soluciones-pr%C3%A1cticas/247116732032784?ref=ts&fref=ts

martes, 11 de noviembre de 2014

¿La cortesía pasó de moda?


Gentilezas que van más allá de las reglas de educación parecen cada vez más raras en el día a día. ¿Hay modo de recuperarlas?

Nadie discute que la vida está más acelerada, agitada y llena de información. También es un hecho consumado que las grandes ciudades obligan a la gente a vivir presionada y estresada. ¿Existe espacio en ese escenario caótico para la cortesía, o ella pasó de moda?

“Yo no diría que pasó de moda, sino que está un poco olvidada”, dice Vanessa Barone, consultora de etiqueta y autora del libro “Descomplique – um guia de convivência e elegância” (editora Leya). “Es un retrato de nuestra época. El exceso de gente, de trabajo, la agenda apretujada, todo esto hace que uno piense en sí mismo, antes que en otra cosa”, estima la consultora. “Pero todo el mundo valora la cortesía y a quien es cortés.”


Parece difícil ser cortés en medio de tanta agitación, pero a Vanessa le parece perfectamente posible. “La cortesía no le hace perder tiempo. ¿Cuántos segundos cree que perdería en 24 horas, si tuviese la cortesía de parar antes del paso de cebra, para que el peatón atraviese en paz, y además saludarlo con una sonrisa? Casi nada.” Para ella, la cortesía es un entrenamiento: cuanto más se practica, más interiorizada queda, y por lo tanto más natural y fácil.


La profesora de historia, Flor Martha Ferreira, que da clases de buenas maneras y cortesía para niños y adolescentes desde hace diez años, explica que, a pesar de que entendamos la cortesía como sinónimo de buenas maneras, el término viene del comportamiento de los nobles en la corte, y estaría vinculado directamente a una manera civilizada de vivir en grupo: los modales elegantes de los nobles y de los hidalgos. “En este sentido, no puede ser confundida con buenas maneras o pequeñas reglas sociales, la cortesía tiene que ver con valores humanos”, concluye la profesora. De hecho el diccionario Houaiss, define cortés como:

1. de la corte (‘ciudad’)

2. refinado, civilizado, urbanizado <persona de hábitos 

3. fig. delicado en las palabras y acciones; gentil <hombre cortés>
.
Perdemos los hábitos porque perdemos la consideración por la persona humana; si quisiéremos recuperar la cortesía, tenemos que priorizar más a las personas que a las cosas, el bienestar de todos más que los intereses personales, el altruismo más que el egoísmo”, opina Flor Martha.

¿Entonces, cuál es la diferencia en la práctica?

“Una persona corrupta puede hasta decir “gracias”, tener gestos educados o agradar con gentilezas, pero no es cortés porque no tiene respeto por el otro”, ejemplifica Flor. En general la cortesía camina paralelamente con los valores religiosos y morales. La base de la cortesía en el mundo occidental son los preceptos cristianos de caridad y de amor al prójimo, considera la profesora.


Extracto del original – Verônica Mambrini

http://www.accionfamilia.org

lunes, 10 de noviembre de 2014

Experto da cinco claves para conciliar trabajo y familia


Trabajo y familia ¡sí se puede! Así lo asegura el especialista Jeffrey Hill, Ph.D. y profesor de la cátedra Vida Familiar de la Universidad Brigham Young en EE.UU. El catedrático se apoya en recientes investigaciones en ciencias sociales, las cuales proponen que trabajo y familia pueden ser prioridades complementarias, no antagonistas o adversarias, si se gestionan sobre la base de la armonía. Las siguientes recomendaciones pueden contribuir a que el ejercicio se convierta en máxima:

1. Ahorre su energía en el trabajo, no la malgaste: estudios revelan que el agotamiento de la energía en un día normal de trabajo es el principal factor para que surja el conflicto entre el trabajo y la familia. Y esto puede evitarse: haga una lista de chequeo al inicio de la jornada y establezca prioridades para el día, de tal manera que su energía se conserve hasta el final de la tarde. Así, su vigor y su estado de ánimo aún estarán “energizados” cuando llegue a casa a compartir con su familia.

2. Imprima más calidad a su tiempo: en la búsqueda de armonía debemos encontrar maneras de utilizar cada momento del mejor modo. La hora de la comida, por ejemplo, es una gran oportunidad para inyectarle calidad al tiempo que se comparte en familia. La hora de dormir es otro espacio valioso; esos minutos en que está con ellos, uno a uno con cada hijo, fortalece la comunicación y las relaciones familiares.

3. Aprenda a enlazar cosas, haga “paquetes”: cuando una actividad se aprovecha al mismo tiempo, en dos o más aspectos de la vida, se detecta satisfacción al hacerlo. Por ejemplo, cuando una pareja de esposos sale a caminar, además del ejercicio necesario, aprovecha para hablar de sus hijos, proponer y generar soluciones a los problemas en el trabajo, expresar su afecto, planificar la próxima semana, entre otras cosas.

4. Haga uso de la flexibilidad: los empleados que tienen flexibilidad respecto a cuándo y dónde trabajar, logran mantener una armonía entre el tiempo de trabajo y el que destinan a la familia. Algunos ejemplos de horarios flexibles (ser capaz de modificar las horas de inicio, las pausas para comidas y las horas de finalización), a tiempo parcial (menos horas por menos plata), ausencias (se toman tiempo sin pago para atender responsabilidades familiares), y el teletrabajo (trabajar electrónicamente desde casa).

5. Simplifique: la simplicidad voluntaria, una deliberada elección de acumular menos posesiones y participar en menos actividades de las que es posible, ayuda a crear armonía. Si presupuestamos recursos, controlamos gastos y reducimos deudas sentiremos una mayor armonía. También debemos aprender a reducir el número de actividades en las que nos involucramos y centrarnos en aquellas que realmente valen la pena.


Artículo editado para LaFamilia.info. Tomado de la revista "Apuntes de Familia", edición 25-09/14, Instituto de La Familia, Universidad de La Sabana.

miércoles, 5 de noviembre de 2014

13 Verdades que nadie te dijo acerca del matrimonio


Nuestra sociedad nos prepara para el oficio más sencillo, pero, para el trabajo más complicado de la tierra, que es la convivencia en pareja y la educación de los hijos, la mayoría de nosotros acudimos sin ningún tipo de preparación.

Es más, la mayoría de nosotros emprende esta aventura con una mochila repleta de expectativas falsas, creencias irracionales y mitos y falacias que no se corresponden con la realidad.

Si se ofreciera a las parejas un manual de instrucciones y un curso prematrimonial apropiado, la tasa de divorcios, y consecuentemente el sufrimiento humano que acarrea para la pareja y los hijos, se verían considerablemente reducidos.

Tendemos a idealizar la relación de pareja, pero nadie se libra de las verdades que vamos a mencionar y cuando se presentan, es frecuente creer que algo marcha mal entre nosotros, nuestra pareja, o nuestra relación y si no estamos preparados puede dar al traste con nuestra relación. Es importante conocer de antemano todo aquello que puede ocurrir y que es perfectamente “normal”. De no hacerlo podemos magnificar, pensar que sólo nos pasa a nosotros y terminar convirtiendo en grandes problemas lo que son realidades a aceptar, sin renunciar a actuar para resolver aquello que esté en nuestra mano. En caso contrario se puede desencadenar una espiral de distanciamiento y ruptura que acabe en divorcio.

Aquí hay algunas verdades que nadie te dice sobre la vida en pareja, un mini-manual que te puede ayudar a entender lo que es normal y, ¡hasta necesario!, para que una relación prospere.

1. A amar y a convivir se aprende

Nadie nace sabiendo. Necesitamos aprender a pensar en hacer feliz al otro en vez de medir lo que el otro hace por ti, a renovar la ilusión, a comunicarnos sin herir sus sentimientos, a dialogar, a negociar, a gestionar de forma constructiva nuestras emociones. Pero tampoco nos lo enseñan, a pesar de ser más importante para nuestra felicidad que las matemáticas o la asignatura que creas más relevante. Debería ser una asignatura obligada en el currículum académico.

En lugar de incluirlo en el aprendizaje da habilidades para la vida, la única información que recibimos es la que nos proporcionan la televisión y medios de comunicación, con su dosis de sexo deshumanizado, infidelidades y todo tipo de mitos y falacias acerca de lo que es el auténtico y generoso amor.

2. No confundas el verdadero amor con la pasión y la locura transitoria inicial. “Estar enamorado es una etapa de la relación que no dura para siempre”.

Estos fuegos duran entre dos y cuatro años. Las personas que sólo desean vivir este tipo de relación, se ven obligados a estar cambiando constantemente de pareja, experimentando con cada ruptura el dolor que conlleva y los periodos de soledad no deseada hasta que vuelve a aparecer una nueva pareja en el horizonte.

3. El amor crece con el tiempo y con esfuerzo

Aprende a construir y mantener un amor. Compartimos la falsa creencia que si las cosas marchan bien es que estamos enamorados y si tenemos dificultades significa que no lo estamos; Otro error es creer que el amor es cuantificable y que siempre hay que tener el máximo y que toda la vida va a durar el amor o la pasión inicial.

La realidad es que el verdadero amor crece con el tiempo y con esfuerzo. Sí,¡con esfuerzo!, aunque suene poco espontaneo y natural, ¡es así!. Tu relación de pareja es como un jardín que requiere atención y cuidado, y si lo abonas, lo riegas y arrancas las malas hierbas, florecerá durante toda la vida. En cuanto dejas de hacerlo tu relación puede empezar a agostarse.

4. No esperes que tu pareja satisfaga todas tus necesidades

La única persona capaz de hacerte feliz y llenar tu vida eres tú mismo. No pretendas que el otro lo haga por ti. Y sólo si eres capaz, de satisfacer tus necesidades y vivir una vida plena, serás capaz de hacerle feliz al otro. Tu pareja también es el único responsable en lo que a su felicidad y a su vida concierne.

5. No siempre y en todo momento te vas a sentir atraído por tu pareja

Aunque sabemos esto intelectualmente, cuando la falta de atracción aparece en el matrimonio, y va a aparecer seguro en un momento u otro, la gente piensa que ya se ha acabado. Los medios de comunicación nos bombardean constantemente con mitos y falacias acerca de lo que es el amor y la mayoría de la gente no tiene otra fuente de información. Una de las falacias más frecuentes que nos transmiten es que si no te siente tremendamente atraído por tu pareja, significa que estás con la persona equivocada.

La convivencia hace que veamos a nuestra pareja en situaciones muy diferentes – desde atractivamente vestida para un evento especial hasta desaliñada y con mala cara cuando se encuentra enferma. Incluso en el transcurso de un día o una hora, la atracción puede fluctuar, y eso es completamente normal. Saber esto puede ahorrarte mucha ansiedad innecesaria y ayudarte a normalizar y no alarmarte cuando no experimentas el momento más álgido de la atracción.Tu pareja no te va a gustar en todo momento y en toda situación y tú no le vas a gustar siempre.

Incluso habrá momentos en que tu pareja te ponga nervioso/a. No soportes sus bromas, su forma de reír. Esto es completamente normal entre los seres humanos cuando pasamos mucho tiempo con la misma persona. Aceptamos que esto sea así con nuestros amigos y nuestra familia, pero pretendemos que nuestra pareja nos debe de encantar en todo momento.

6. Los periodos de desamor forman parte del verdadero amor

Una falacia muy frecuente es pensar: “Nos conocemos, nos enamoramos, y así viviremos felices para siempre.” Este modelo nos oculta una parte esencial: el desamor. Como uno de mis clientes me decía “Tuve que experimentar el desamor para aprender qué el auténtico amor abarca ambas cosas.” Esto es algo que nadie nos lo cuenta.

Y si no experimentas en estos momentos una etapa de enamoramiento, no significa que todo se ha terminado. Significa que puedes dedicar tiempo y energía a mejorar vuestra relación: compartir intereses, hacer cosas que os gustan juntos, viajar, hablar entre vosotros (siempre que sepáis hablar entre vosotros sin heriros, para lo cual es necesario ser hábil en habilidades de comunicación) para hacerle florecer de nuevo vuestra relación.

Incluso, si no experimentas una gran pasión, no significa que tu relación esté agotada o condenada al fracaso. Algunas personas lo experimentan con más frecuencia que otras, y no hay absolutamente ninguna correlación entre experimentar una etapa de enamoramiento y el éxito de una relación.

7. Ten presente que vas a atravesar alguna crisis, pero que nos pueden ayudar a crecer y fortaleceros como pareja

Saberlo es la mejor forma de prepararse para ello, de que no te tome desprevenido. Forma parte de la vida. No pienses que todo se ha terminado, es el momento de poner a prueba nuestro amor y nuestras fortalezas.

8. No esperes a sentir para hacer. Primero viene el comportamiento y luego la emoción

Lo que se no se utiliza se pierde pero no esperes a sentir deseo o afecto para implicarte en relaciones íntimas con tu pareja o para expresarle tu amor. Empieza a practicar ambas cosas y tu amor y tu anhelo por el otro crecerán como la espuma.

Hay momentos en que el estrés del trabajo y de la vida cotidiana, el cuidado de los niños pequeños o el cansancio emocional derivado de la educación de los hijos adolescentes ahogan ambos sentimientos. Pero no los dejes morir, busca espacios de encuentros, escapadas juntos y formas de reavivar ambas cosas.

9. El sexo es un acto sagrado de dar y recibir

La falta de una adecuada educación emocional y sexual es otra carencia de nuestro currículum. Aprendemos de los medios de comunicación, los compañeros, y ahora, cada vez más, de la pornografía, que el sexo es algo que se utiliza para obtener la propia satisfacción, la aprobación o la seguridad. La sexualidad sana no es ninguna de esas cosas. El sexo es una expresión de amor, un acto de conexión donde se practica el arte y habilidad de dar y recibir.

10. El matrimonio es un crisol diseñado para ayudarte a crecer

El matrimonio no es “felices para siempre”, no es el final del camino, el lugar de descanso de la felicidad eterna. El matrimonio es uno de los caminos más desafiantes y gratificantes que podemos acometer los seres como humanos.

Es la oportunidad diaria de desarrollar la mejor versión de nosotros mismos, el amor, la generosidad, el sentido del humor, la inteligencia emocional, la compasión, el perdón… y muchas otras virtudes con las que no nacemos.

Tristemente tampoco nos lo enseñan, pero la gran noticia es ¡que las podemos aprender! y convertir así nuestra vida en una aventura apasionante. No renuncies a ello. Es la mejor forma de VIVIR. No te conformes con pasar por esta vida sobreviviendo dentro de la mediocridad.

11. Los modelos que has tenido para la convivencia en pareja influyen en tu forma de relacionarte en la misma

Si tuviste la fortuna de crecer en un matrimonio saludable, es mucho más probable que hayas aprendido de forma natural los principios y acciones necesarias para el éxito del matrimonio.

Pero si fuiste testigo de un matrimonio caracterizado por las críticas, disputas, enfados, resentimiento, o mal trato físico y verbal tendrás que luchar para dejar atrás esos malos aprendizajes y hacerte con otros que te ayuden hacer de tu relación un éxito.No te desanimes. Todo es posible. No eres el único. Mucha gente como tú se enriquece cada día aprendiendo y mejorando.

No es un trabajo fácil, pero sólo porque exige esfuerzo no significa que estás con la persona equivocada.

12. La vida con los niños pequeños es muy agotadora y con los adolescentes muy estresante

Tener hijos es una de las cosas más maravillosas que puedes hacer. Es una inversión para el futuro. Pero, ¡hay que saberlo! es una fuente de estrés y desavenencias incluso en el mejor de los matrimonios.

Resulta un pequeño milagro que las parejas jóvenes sobrevivan, hoy día, a la crianza, debido a las exigencias de tiempo y esfuerzo, al cansancio físico y emocional que genera, y las piruetas que hay que hacer para satisfacer las necesidades de la pareja.

Saber esto puede ayudarte a resistir estos años difíciles, mientras no te olvides que todo acaba pasando, y de lo importante que es encontrar el tiempo para cuidar la relación de pareja.

Pertenecer a un grupo de matrimonios de apoyo y autoayuda o asistir a una Escuela de Padres puede ser un recurso maravilloso para aprender cómo otros afrontan los mismos problemas, para normalizar lo que nos ocurre y ver que no están solos.

13. En algún momento de tu vida matrimonial va a aparecer otra persona por la que te sientas atraído/a

A la mayoría de la gente le ocurre. ¡Deberían advertírnoslo! Y cuando ocurra no pienses que es que tu matrimonio falla o te has equivocado de persona. Simplemente te has sentido atraído por otra persona, lo que demuestra que estás vivo y eres un ser humano.

Existe un peligro de que esto suceda con personas que tratamos habitualmente (compañeros de trabajo o de alguna otra actividad). Cuando notes que esto acontece, no te dejes arrastras por esa nueva persona, no abras una ventana y dejes que se cuele (no le cuentes tus problemas, limítate a las relaciones profesionales y si es necesario frecuéntala menos, dedica tiempo a tu pareja y renueva la relación), levanta un muro, si no cuando menos te lo esperes te sentirás atrapado/a. No te engañes pensando que tú lo controlas, no pienses que como tienes una buena relación, no va a pasar. Ocurre a pesar de tener un buen matrimonio.

Pero si sigues cultivando una relación con esa persona, sin darte cuenta pasará a ser el foco prioritario de tu interés y tu pareja de siempre perderá puntos.

Después de leer todo esto pensarás que ¡a ver quién es el guapo que se casa!. Si las mariposas en el estómago no duran para siempre, si además tener una buena relación exige esfuerzo y trabajo, si los hijos te cansan física y emocionalmente, entonces… ¿qué gano?

Puedes ganar muchas cosas. ¿Sabías que la gente casada es más feliz, vive más tiempo, tiene menos enfermedades y envejece mejor que la gente soltera, viuda o separada? Además, según las investigaciones, estas ventajas son propias del matrimonio. Cohabitar, parece ser que no produce los mismos resultados. En algunos casos la convivencia no va unida a un compromiso, lo que puede significar “nadar y guardar la ropa”.

El compromiso parece importante. Cuando aparecen las crisis, es más probable que se traten de solucionar. Y no descartar la convivencia con esa pareja por la mera aparición de problemas. En la simple cohabitación, es frecuente que ante la aparición de problemas “normales” en cualquier relación, se interprete como que la relación no funciona y se rescinda la convivencia.

Todas estas cosas de las que hemos hablado, seguramente te van a ocurrir en algún momento. Y no son indicativas de que te has equivocado de pareja o que tú matrimonio no funciona. Son experiencias normales. Aprovéchalas para invertir en mejorar, regar, abonar tu relación, aprender de las dificultades y crecer con las crisis como persona y cómo pareja. Pero si ves que solo no puedes, acude y pide ayuda a un buen consejero matrimonial.


http://lafamilia.info/index.php?option=com_content&view=article&id=2720&catid=10&Itemid=49

martes, 4 de noviembre de 2014

¿QUÉ SE SIENTE AL SER VIEJA?...


El otro día, una persona joven me preguntó:

- ¿Qué se sentía al ser vieja?-

Me sorprendió mucho la pregunta, ya que no me consideraba vieja. Cuando vio mi reacción, inmediatamente se apenó, pero le expliqué que era una pregunta interesante.

Y después de reflexionar, concluí que hacerse viejo es un regalo.
Soy la persona que quiero ser.

Algunas veces me desespero al ver mi cuerpo, las arrugas, los ojos con ojeras, la celulitis. Y a menudo me sorprendo de la persona que vive en mi espejo. Pero no me preocupo por esas cosas por mucho tiempo.

No cambiaría mi amada familia, ni a mis sorprendentes amigos, ni mi maravillosa vida, por menos cabellos canosos y un estómago plano.
Me he convertido en mi amiga.

No me regaño por no hacer mi cama, o por comer esa galleta extra. Estoy en mi derecho de ser un poco desordenada, ser extravagante y oler las flores
.
He visto algunos queridos amigos irse de este mundo, antes de haber disfrutado la libertad que viene con hacerse viejo.

-¿A quién le interesa si escojo leer o jugar en el ordenador hasta las 4 de la mañana y después dormir hasta quién sabe qué hora?-

Bailaré conmigo al ritmo de esos maravillosos acordes de los 50´s y 60´s.

Y si después deseo llorar por algún amor perdido…. ¡Lo haré!

Caminaré por la playa con un traje de baño que se estira sobre un cuerpo regordete y haré un clavado en las olas dejándome ir, a pesar de las miradas de compasión de las que usan bikini.

Ellas también se harán viejas, si tienen suerte…

Sé que algunas veces soy olvidadiza, pero me acuerdo de las cosas importantes. A través de los años mi corazón ha sufrido por la pérdida de alguien querido, por el dolor de un niño, o por ver morir a mi mascota. Pero es el sufrimiento lo que nos da fuerza, lo que nos hacer crecer.

Un corazón que no se ha roto, es estéril y nunca sabrá de la felicidad de ser imperfecto.

Me siento orgullosa por haber vivido lo suficiente para que mis cabellos se vuelvan grises y por conservar la sonrisa de mi juventud, antes de que aparezcan los surcos profundos en mi cara.

Cuando se envejece, es más fácil ser positivo. Te preocupas menos de lo que los demás puedan pensar.

Ahora bien, para responder a la pregunta, con sinceridad puedo decir:

-¡Me gusta ser vieja, porque me ha dado mi libertad!- Me gusta la persona en la que me he convertido.

No voy a vivir para siempre, pero mientras esté aquí, no perderé tiempo en lamentarme por lo que pudo ser, o preocuparme de lo que será.

Trataré de Amar sencillamente. 
Amar generosamente. 
Hablar amablemente. 
Y el resto, dejárselo a Dios.


Desconozco la autora.
(Foto y texto de la Web)
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