En muchos pueblos
y culturas los apellidos recogen una historia familiar. Sirven para
saber quiénes
fueron nuestros padres, abuelos, bisabuelos, y una larga lista de
antepasados. Nos sitúan dentro de un
camino de generaciones humanas.
En el pasado
de cada uno hay hombres y mujeres ilustres o desconocidos, ejemplares
o delincuentes,
santos o pecadores. La lista es inmodificable: nadie puede destruir
lo que ha sido su historia. Sin aquel
eslabón, hermoso u oscuro, no sería posible caminar
hoy entre los vivos.
Por eso el apellido
encierra un significado rico y misterioso. A través del mismo
evocamos un pasado
en el que se conjugan aspectos sorprendentes, también aquellos
que pueden desconcertarnos.
Quisiéramos que todo hubiera sido brillante y hermoso, pero
las manchas oscuras dejan una extraña
sensación de pena. ¿No pudimos haber tenido una historia
diferente y más hermosa?
Cada apellido
encierra, por lo tanto, un misterio. Hombres y mujeres amaron y odiaron,
brillaron por
sus virtudes o fueron tristemente famosos por sus defectos. En la
lista de generaciones, un día se
produjo el nacimiento de cada uno de nosotros.
Por eso al acoger
un apellido asumimos una historia. No somos culpables de la misma,
si hay, y casi
siempre los habrá, antepasados llenos de miserias. Ni somos
merecedores de sus cualidades, si hay, y
casi siempre los habrá, antepasados que brillaron por sus virtudes.
De ahí
nace un sano respeto por el propio apellido y por el apellido de otros.
Porque una persona
concreta no es ni mala ni buena por los apellidos que tenga, ni merece
ser aplaudida o ridiculizada por
la belleza o la extrañeza de esas palabras que la conectan
con su pasado.
Todo apellido
merece, por lo mismo, nuestro respeto. En la larga cadena de las generaciones
humanas,
nos permite entrever ese misterio insondable de la libertad. Con ella
algunos han llegado a cometer
delitos inconfesables, mientras que otros han escrito páginas
muy hermosas de la historia humana.
¿Qué página podemos escribir los hombres y mujeres
de nuestra generación?
Fernando Pascual,
L.C.
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