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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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lunes, 12 de octubre de 2015

Carta de una Mamá a sus Hijos


Siempre que quieren hablar de madres en la televisión muestran mujeres con chicos en los brazos, sonrientes, dulces, cariñosas, sin una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a eso agregan maravillosas frases de pósters.¡¡¡Mentiras!!!...

Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo pueden.

Las mamás lloramos abrazadas a la almohada cuando nadie nos ve, pedimos la peridural en el parto. Insultamos en 17 idiomas cuando tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para ir a buscarlos a una fiesta.

Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice 'enano' o 'cuatro ojos', y les damos toda clase de explicaciones conciliatorias, en realidad querríamos tener el cogote del pequeño verdugo entre nuestras manos.

Y también pensamos que la vieja de geografía es un mal bicho cuando les baja la nota porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a quién cuernos le importa. Pero no lo podemos decir....

No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando de que el pescado no tenga gusto a pescado y disimulando las verduras en toda clase de brebajes, en lugar de tirar un Patty a la plancha. Es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe....

No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un saquito... Es que tenemos miedo de que se enfermen.... No es que los queramos más cuando se bañan. Es que no queremos que nadie les diga roñosos....

No lo hacemos por ustedes. Lo hacemos por nosotras.... Porque ser mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y sonrisas de aspirinetas.... Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran. NADA, nunca, jamás....

Ustedes nos hacen felices... cuando les encantan nuestras milanesas, cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas de los concursos de la tele. Cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas....

Cuando recién levantadas nos dicen, qué linda que estás, mamá. Ustedes nos hacen mejores. ... Nos dan ganas y fuerzas. Nos comeríamos un gurka crudo antes de que les toque un dedito del pie.

Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya como el reverendo. Cantamos las canciones de Chiquititas y vemos Barney y escuchamos a Los piojos y compramos Nopucid y repasamos 500 veces la tabla del 2 y arreglamos el carburador para llevar a los pibes a fútbol, a inglés, a dibujo, a la psicóloga, a básquet, a volley, a danzas, a la casa de la amiga, a la maestra particular, al dentista, al médico, a comprar un pantalón. Y armamos 24 bolsitas con anillitos y pulseritas y tratamos de que la torta parezca un Pikachu...

Nos buscamos otro trabajo y sacamos créditos y nos compramos libros y vamos al psiquiatra y al pediatra y a los videos y negociamos con los maestros y los acreedores y recortamos figuritas... y estudiamos junto a ustedes ríos, provincias, las capitales de los países de Europa y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos.......

Sólo y exclusivamente para verlos felices.... Velos felices es lo que nos hace felices. Ojala pudiéramos pegar el mundo con cinta scotch (como el velador que cayó en combate en la última guerra de pijamas party), para que fuera un lugar mejor para ustedes....

Gracias por hacerme su Mamá, Gracias por ahcerme tan importante.... Gracias, por esas porquerías que hacen en el colegio con corchitos y escarbadientes (que casi nunca entiendo para que sirven pero guardo religiosamente),...

Gracias por los abrazos, los besos, las lágrimas, los dolores, los dientes de leche, las cartitas, los dibujos en la heladera. Por tantas noches sin dormir, los boletines, las plantas rotas del jardín por jugar a la pelota. Por mi maquillaje arruinado por ser usado para jugar a la mamá, por las fotos de la primaria........

Son mis mejores medallas. ¡Gracias porque LOS AMO!!!. Y ese, es el amor que me hace grande.

Lo demás es Marketing.


Isabel Allende

sábado, 10 de octubre de 2015

No dejes escapar a las personas que hacen bonito tu mundo...



Las personas que hacen bonito tu mundo son aquellas que permanecen. O sea, quienes te reconfortan, te sacan sonrisas, te sosiegan y te mantienen fuerte ante la vida. Con ellas las relaciones son sólidas, consistentes y leales.

Hay personas que nos encantan. No por nada en concreto, sino porque nos ofrecen confianza y placidez. Son relaciones que se cultivan en los pequeños detalles, sinceras y verdaderas. Son aquellas que se pueden alimentar con miradas de complicidad y pequeños gestos, pues cada detalle se convierte en una gran obra.

Estos sentimientos suelen ser recíprocos y hay ciertas reglas no escritas que prevalecen entre ellos. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que los “te quiero” también hay que pronunciarlos y que la gratitud es el mejor alimento para el alma.

Al final te das cuenta que lo pequeño siempre es más importante. Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas, los poemas de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más conoce y se vuelven tus favoritos, una flor que te pones en el cabello, un café que te tomas solo… Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas diminutas que causan emociones gigantescas”.
Entre letras y cafeína


http://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 8 de octubre de 2015

Dejadles crecer


Todos los padres quieren a sus hijos, pero no todos los saben querer. A veces los sobreprotegemos y no les dejamos crecer. Sin darnos cuenta convertimos nuestro amor a los hijos en un proteccionismo excesivo y, entonces, los agobiamos, no les dejamos tomar sus propias decisiones ni equivocarse, ponemos freno a su desarrollo personal y hacemos de ellos unos inmaduros consentidos.

Queremos lo mejor para nuestros hijos, y quizá aquí esté el error. No se trata tanto de querer lo mejor, sino su bien. Se dice que lo mejor es enemigo de lo bueno y en este caso se suele cumplir, porque “lo mejor” acostumbra a ser lo mejor para nosotros, no para ellos: comprarle un helado a un niño que monta una rabieta en plena calle puede ser “lo mejor” para evitar problemas, pero no es bueno para su educación. El camino fácil no es siempre el mejor camino. Lo fácil es, por ejemplo, hacerles la cama: ganamos tiempo y no tenemos que enseñarles a hacerla ni pelearnos con ellos, pero a la larga los estaremos convirtiendo en unos comodones.

En general, ponemos demasiado corazón y poca cabeza. Cargamos el amor de excesivo sentimentalismo y lo convertimos en cariño. Es el cariño el que hace ciego al amor. Y muchos hijos resultan “víctimas” del amor ciego de sus padres: comienzan aprovechándose de sus privilegios y acaban reclamando más exigencia y menos proteccionismo. Sabemos que tienen que pasar por malos tragos y que sólo así aprenderán a superarlos, pero no queremos verles sufrir porque, en el fondo, no queremos sufrir nosotros.

El proteccionismo de los padres no deja crecer a sus hijos y es, en ese sentido, un impedimento educativo. Así, se crean personas dependientes e inmaduras, que temen al futuro, incapaces de decidirse y que se resisten a crecer. Esos padres tienen la falsa idea de que protegen más y mejor a sus hijos si los encierran en una urna de cristal. Pero la urna se acaba rompiendo tarde o temprano. Suele ser en la adolescencia cuando se quiebra y cuando uno se halla totalmente desvalido, porque toda la protección que ha recibido se ha hecho añicos y ya no resulta efectiva. Cuando el adolescente que ha estado sobreprotegido choca con la realidad, lo hace sin prevenciones, porque nadie le ha enseñado a caer, entonces se ve obligado a crecer de sopetón, lo cual no es una buena forma de crecer.

Para dejarles crecer y fomentar que nuestros hijos maduren, podemos tener en cuenta estas ideas:
  • Proteger a nuestros hijos no significa encerrarlos en una burbuja. Quizá sea más fácil para nosotros, pero, a la larga, no lo es para ellos.
  • Ir dándoles pequeñas responsabilidades según la edad puede ser el comienzo de su autonomía.
  • Tratarlos como “mayores”, no como unos niños grandes. Debemos tratar a los hijos no como lo que son sino como lo que nos gustaría que fuesen.
  • Dejar que se equivoquen y aprendan de sus errores. No se trata de aprender a golpes, sino de que vayan ejerciendo su libertad.
También debemos ayudarles a:

  • Aceptar la realidad tal como es no tal como se la imaginan.
  • Vivir abiertos a los demás.
  • Asumir las propias frustraciones.
  • Tener sentido del humor.
  • Aceptarse como se es.
  • Actuar con capacidad crítica, siendo capaces de evitar tanto el gregarismo como el individualismo.
  • Respetar otros puntos de vista.
  • Asumir deberes y obligaciones sociales.

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