Hay que animarnos a tener un orden en nuestras vidas. Pero…
¿qué significa vivir el orden en todo momento y lugar? ¿Estará
relacionado con la organización del hacer, del pensar y del sentir?
¿Cómo ponemos orden a nuestros actos cuando alrededor hay tantas
situaciones que nos alejan de las metas planeadas?
En este mes de octubre, entraremos a analizar cómo el orden es la
mejor herramienta para poder alcanzar el feliz término de cada acción y
cómo esta virtud favorece de manera asertiva la búsqueda de la
perfección personal y por ende, la de la vida familiar y profesional.
Sabiamente san Josémaría Escrivá de Balaguer, en su libro Camino, mencionó la frase “¿Virtud sin orden?- ¡Rara virtud!” (punto 79) y ésta nos debe llevar a la reflexión de comprender que el orden es la base de todas las demás virtudes;
sin orden, es casi imposible poder aferrarse a las demás pues para que
una virtud se convierta en tal, se requiere de un hábito, y este a su
vez, debe cumplirse paso a paso, segundo a segundo, minuto a minuto,
hasta que se vuelve intrínseco, parte de nuestra vida. Sin el orden no
se alcanzaría el hábito, no se interiorizaría ni podría llevarse a la
realidad.
Por ello es indispensable que en cada hogar, desde que
los hijos están pequeños, se estén brindando los espacios y los medios
para vivir la virtud del orden; además, reconociendo que el
mejor elemento para enseñarla siempre será el ejemplo, porque el orden
ayudará a encontrar el camino más sabio para resolver las diversas
situaciones que se nos presentan en la vida; a través de esta práctica
se nos despejará el horizonte a seguir, plantearemos alternativas
posibles, daremos prioridades a las acciones y trataremos de tomar las
decisiones de manera prudente y consciente, buscando siempre la bondad y
la verdad en los actos. Esta virtud favorece también la armonía en el
hogar porque cuando se practica el orden (sin que rebose el límite de la
obsesión) se aprende a actuar de manera mesurada, sabia y equilibrada.
Cabe anotar que, aprender a ser ordenados no es una tarea fácil
pues si lo fuera, todo sería más sencillo de alcanzar. Cuántas tareas
hemos tenido que abandonar por saltarnos pasos en un plan, obteniendo
resultados desfavorables; cuántas veces hemos tenido fracasos por
desconocer la necesidad de cumplir unos lineamientos específicos en el
manejo de herramientas porque siempre queremos culminar una actividad de
manera rápida y desconociendo procesos necesarios.
Cuántas veces vivimos la vida desordenadamente queriendo atrapar con
nuestras manos el mundo entero, desconociendo que cada etapa tiene su
edad y que no es necesario vivirlo todo para ser felices o ser sabios.
Lamentablemente la vida actual ha presentado todo tan efímero y nosotros
le hemos dado demasiada importancia a las cosas que en la realidad no
revisten de valor.
Muchas veces hemos dejado indefensa a nuestra vida, poniéndola a
la deriva o a merced de otros. Fácilmente cambiamos de opinión, de
ideas, de pensamientos, de costumbres y hasta de principios por lo que
opinan o dicen los demás. Y todo lo anterior se podría resumir en un
aspecto vital en nuestras vidas: dejamos que otros tracen nuestro
destino, nuestro camino; dejamos que otros manejen nuestro timón del
barco. Nos falta pensar con mayor detenimiento qué queremos lograr y
cuáles son los aspectos fundamentales que debemos fortalecer para
conseguir tal fin. Y para alcanzar esa meta es importante poder
establecer un plan de vida, el cual nos ayudará a tener un horizonte
visible y los pasos que se deben seguir hasta llegar hasta él. “Si no
tienes un plan de vida, nunca tendrás orden” (San Josemaría Escrivá de Balaguer, Camino, Punto 76).
Cuando una persona es ordenada, tiene infinidad de cualidades que
la destacan sobre los demás. El orden va de la mano de la
responsabilidad, el compromiso, la prudencia, la disciplina y la
tranquilidad. Cuando en un hogar se vive el orden, todo se encuentra
agradable a la vista; se encuentran los objetos con facilidad sin perder
el tiempo en la búsqueda de los mismos; se logran interiorizar hábitos
de higiene, aseo, buena alimentación, ya que se vuelven rutina necesaria
para el cuidado del propio cuerpo. Con el orden existe la buena
práctica de escuchar a quien habla, de respetar los objetos de los
demás, de cumplir las normas dentro de la sociedad, de vivir en un
ambiente agradable para todos sin sobrepasar los límites y ante todo,
reconociendo que todos tenemos los mismos derechos y que es muy sabia la
frase muy conocida de “hacer a los demás lo que nos gusta que nos hagan
a nosotros”.
Indiscutiblemente el orden interiorizado y hecho vida en
cada una de las personas, traerá como consecuencia el realizar con
satisfacción cada tarea reconociendo nuestros derechos y cumpliendo
nuestros deberes.
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