Soy mujer Paraguaya
Y aquí estoy querido
mío,
en tiempos de guerra
y paz,
soy aquella que te
espera
sin saber bien si
vendrás.
En este rincón
solitario,
entre agujas de
costuras
Y viejos libros que
leí,
fui liando las ideas
alineando verdades,
hasta que un día
entendí.
Soy una historia
repetida,
yo ya viví otra
vida,
yo ya fui otras
mujeres
antes de ser quien
soy yo.
Creo que hasta fui
María,
María de Nazaret,
de caballo en un
burrito,
con Jesucristo en el
vientre,
a seguir al buen
José.
Cuantas veces de
tardecita
tomé el tereré
solita
esperando tu
llegada,
esa llegada bendita.
Cualquier nube de
polvareda,
cualquier galope que
escuchaba
ya me prendía la
esperanza,
más esperanza que
nada.
En mi ingenuidad
era todo lo que yo
quería,
un rancho para ser
mi rancho,
un peón para mi
peón,
hijos para llamarles
de hijos,
un terreno con mis
gallinas,
una escoba, y un
fogón.
Fui de las páginas
de historia
a los sueños de
fantasía,
en la guerra fui un
buen cabo.
una mujer que no se
rendía.
Barriendo mi viejo
terreno
o cocinando pan en
el horno,
lavando las ropas
sucias,
costurando y
remendando,
buscando agua del
río.
Sin quejas y sin
lamentos
hice de esperas
motivos,
para continuar
viviendo
y dejar la vida
pasar.
Porque en el fondo
sabía
que cuando de aquí
me fuera,
una hija o una nieta
viviría en mi lugar,
y por justicia se
diga
que no todo en esta
vida
de simple mujer
campesina
haya sido solo
tristeza,
trabajos y
desencantos.
He bailado tantas
polkas,
bailé tantas
guaranias,
fui una dama
cotizada,
de norte sur, este y
oeste,
también ya fui
disputada
y por mi compañía,
hasta se sacaron
machetes.
He vivido tantas
vidas,
ya he sido tantas
mujeres
y otras que por
cierto seré,
porque aquella
paraguayita
que ves con esa
muñeca
sin ver el tiempo
pasar,
ya soy yo,
anticipando un tiempo,
un tiempo que ha de
llegar.
Cambia el tiempo, y
cambia la gente,
soy mujer
independiente,
fuerte, libre y
emancipada,
pero en el fondo la
misma.
Aun frágil, aún
hembra,
aún en la espera que
me traigas
seguridad, afecto y
cariño,
que me extiendas tus
brazos,
y me muestres un
camino.
Y aquí estoy querido
mío,
en tiempos de guerra
y paz,
soy aquella que te
espera,
sin saber bien si
vendrás.
Autor: Juan Barrios
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