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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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lunes, 31 de octubre de 2011

“Noche de demonios”

Participar en los festejos de Halloween es riesgoso porque implica un acercamiento al mundo de las tinieblas. Para las sectas satánicas el año termina la noche del 31 de octubre e inicia el 1 de noviembre. Así, la noche que ha sido llamada “Noche de brujas” o “Halloween” tiene en común las reuniones de miembros de numerosas sectas satánicas que practican rituales diabólicos en los que presentan ofrendas a Satanás y a los demonios. En estos rituales, que se acompañan de sangre de animales, a veces se ofrecen también vidas humanas.


En la noche del 31 de octubre y hasta la madrugada del 1 de noviembre, brujos y satanistas convocan a espíritus inmundos (que están en el mundo) y a espíritus malignos mediante canales que saben abrir hacia el infierno (el mundo inferior) para atraerlos a la tierra. Estos demonios esperan con avidez esta noche para infestar casas y todo tipo de lugares, asediar almas, influenciar a personas y abrirse camino para lograr apoderarse de la voluntad humana mediante posesiones diabólicas.
El Príncipe de este mundo, entre sus numerosos disfraces viste el del Halloween, que le ha permitido inocularse entre los niños, a través de sus propios padres y profesores, en sus casas y escuelas, con atractivos dulces y atrayentes disfraces para captar su atención; pero estos festejos, encubiertos con personajes simpáticos como fantasmas y calabazas, nada tienen de inocentes porque contienen poderosos elementos malignos.
La Iglesia, sabedora de este mal encubierto, ha colocado la celebración muy buena de “Todos los santos” el día 1 de noviembre, que inicia con el rezo de Vísperas desde la tarde del 31 de octubre y la celebración de “Los fieles difuntos” al día siguiente, el 2 de noviembre, para celebrar a los muertos que han resucitado y que gozan de la presencia de Dios en la Gloria celestial.
La celebración de los fieles Difuntos es también ocasión propicia para ganar la Indulgencia Plenaria y obtener la remisión de las culpas, para uno mismo y para quienes nos han precedido en el paso por la muerte. Así, la asistencia a la Santa Misa el día 2 de noviembre nos permite una reconciliación plena con Dios y la posibilidad de sacar del Purgatorio a los muertos que todavía se hallan en el intermedio proceso de purificación. Como la Iglesia lo indica, para ganar la Indulgencia son precisas la confesión y comunión sacramental, rezar un Gloria, un Padrenuestro, una Ave María y orar por las intenciones del Papa, además de pedir a Dios el don misericordioso de la Indulgencia para nosotros mismos y para nuestros difuntos.
Reproduzco, enseguida, una oración que Jesús le reveló durante una aparición mística a Santa Gertrudis, una monja cisterciense del monasterio de Helfta en Alemania, a fines del siglo XIII, haciéndole saber que con esta oración se liberaría a mil almas del Purgatorio cada vez que se rezara, y se extendería también la promesa a la conversión y salvación de las almas que todavía peregrinan en la tierra. Se recomienda el rezo diario, pues es incalculable el bien que se puede hacer a las almas si se recita varias veces, y se consigue además la salvación de miles de ellas, dentro y fuera de la Iglesia, y en la propia familia. Se reza con el siguiente texto: “Padre Eterno, te ofrezco la preciosísima Sangre de tu divino Hijo Jesús, junto con las misas que se celebren en todo el mundo hoy, por las santas almas del Purgatorio, por los pecadores en todas partes, por los pecadores en la Iglesia Universal, los de mi propio hogar y dentro de mi familia. Amén”
Como se ve, es recomendable, por bueno y justo, alejarse, en estos días, de lo pagano y malvado y acercarse a lo sagrado y divino, por bien propio y por el bien de los fieles difuntos que tanto esperan y necesitan de nuestros recuerdos y oraciones. Al hacerlo, esa noche satánica perderá su fuerza al no contar con seguidores, en tanto que la noche de Todos los santos será ocasión de mayor cercanía con esos hombres y mujeres de buena voluntad que están con Dios y que interceden por todos los que todavía peregrinamos en esta tierra. Elevemos al Cielo una plegaria por ellos con la certeza de que a su vez ellos intercederán por nosotros ante Dios.

Escrita por Roberto O´Farrill
www.verycreer.com 


Fuente: http://periodismocatolico.com/2011/10/31/noche-de-demonios/

domingo, 30 de octubre de 2011

CANCIONES DE MI TIERRA.




MUSICA ETNICA  GUARANI.  NORMA AVILA. PYNANDI  ALEJO JIMENEZ 

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MUSICA PARAGUAYA.  MAURICIO CARDOZO OCAMPO .  LOS INDIANOS 


sábado, 29 de octubre de 2011

El SI por la Vida


Madre coraje sacrificó su vida para que nazca su hija

Stacie renunció a la quimioterapia con la esperanza de sostener a un bebé sano
en sus brazos.


Stacy Crimm sabía que sólo un agresivo tratamiento de quimioterapia podía salvar su vida, pero decidió proteger a la bebé que llevaba en el vientre y se negó a recibirlo. Dio a luz a su hija Dottie Mae, y pudo sostenerla en sus brazos antes de morir.
        Con 41 años de edad, Stacy estaba convencida de que no podría salir embarazada porque los médicos le dijeron que nunca sería capaz de concebir un hijo. En marzo pasado supo que espera un bebé y poco después le diagnosticaron cáncer de cabeza y cuello.
        Stacie fue capaz de sobrevivir durante cinco meses antes de dar a luz por cesárea a Dottie Mae, quien nació pesando 940 gramos.
        "Esta bebé era todo lo que tenía en el mundo", afirmó su hermano, Ray Phillips, a quien le encomendó la tarea de velar por su hija.
        Pocas semanas después de saber que estaba encinta comenzó a padecer severos dolores de cabeza, visión doble y temblores.
        En julio, una tomografía computarizada reveló que tenía cáncer de cabeza y cuello y tuvo que escoger entre su vida y el de su bebé. Su decisión fue inmediata.
        Stacie renunció a la quimioterapia con la esperanza de sostener a un bebé sano en sus brazos.
        El 16 de agosto de Stacie colapsó en casa de Ryan y fue llevada al hospital donde los médicos le informaron que el tumor comprometía su vida.
        Dos días después, le practicaron una cesárea. Dottie Mae nació pesando menos de un tercio del promedio de un recién nacido. Madre e hija ingresaron a cuidados intensivos.
        Stacie luchó para sobrevivir al parto y resistió por varias semanas. Estaba muy débil para llegar a la bebé, y su bebé estaba muy débil para ser llevada a su madre.
        "Le mostrábamos fotos y ella lloraba por querer tener a su bebé", agrega Ryan.
        El 8 de septiembre, Stacie dejó de respirar pero reaccionó. El personal del hospital advirtió a la familia que estaba muy cerca de la muerte. Una enfermera, conmovida por el drama de esta mujer, organizó una operación desesperada y consiguió una unidad de cuidados intensivos en forma de cápsula para transportar a Dottie Mae hacia su madre.
        Las enfermeras llegaron con Dottie Mae y la pusieron sobre el pecho de su madre. Las dos se miraron a los ojos durante varios minutos.
        Stacie murió tres días después. Su funeral fue el 14 de septiembre. En su obituario escribieron: "Dottie Mae fue la luz de su vida y su mayor logro. Ella optó por dar vida a su bebé en lugar de tomar un tratamiento para ella".
        Dottie Mae ya fue dada de alta y ahora vive con Ray, su esposa Jennifer y sus cuatro hijos en su casa de Oklahoma City
        "Creo que es un milagro. Yo sólo quiero hacer lo que sea correcto para ella y lo que Stacie nos pidió", afirma Jennifer.


Fuente:Fluvium.org

sábado, 22 de octubre de 2011

Una más de la familia

“¡Es una cosa de primera importancia el trabajo en el hogar! Por lo demás, todos los trabajos pueden tener la misma calidad sobrenatural: no hay tareas grandes o pequeñas; todas son grandes, si se hacen por amor. Las que se tienen como tareas grandes se empequeñecen, cuando se pierde el sentido cristiano de la vida. En cambio, hay cosas, aparentemente pequeñas, que pueden ser muy grandes por las consecuencias reales que tienen”. San Josemaría.

         Llevo años buscando una oportunidad para agradecer públicamente el trabajo profesional de las empleadas de hogar. Y hoy, días después de que mi gran colaboradora, mi gran aliada, y mi gran amiga, nos haya dejado para ir a descansar al cielo, considero un deber de justicia y gratitud reconocer el valor que tiene esta profesión del trabajo doméstico. Ella está en el cielo y Dios con ella. Ha servido a los demás hasta la última gota de su vida, exprimida como un limón, atenta siempre a quienes más la necesitaban, con lealtad y alegría, sin guardarse nada para sí misma.

         Estoy convencida de que el Señor al verla llegar le susurró al oído con una gran sonrisa: "Está bien, sierva buena y fiel, puesto que has sido fiel en lo poco , te encargaré de mucho más: entra a participar del gozo de tu señor".

         Es verdad que el trabajo en el hogar esta poco reconocido y valorado socialmente. Pero es “un oficio —solía decir San Josemaría— de trascendencia muy particular, porque se puede hacer con él mucho bien o mucho mal en la entraña misma de las familias”. Es más, añadía: “A través de esa profesión —porque lo es, verdadera y noble— influyen positivamente no sólo en la familia, sino en multitud de amigos y de conocidos, en personas con las que de un modo u otro se relacionan, cumpliendo una tarea mucho más extensa a veces que la de otros profesionales”.

         Decía Juan Pablo II a cinco mil empleadas de hogar el 29 de abril de 1979: “Vuestro trabajo de colaboradoras familiares: ¡No es una humillación vuestra tarea, sino una consagración!” Y añadía: “Efectivamente, vosotras colaboráis directamente a la buena marcha de la familia; y ésta es una gran tarea, se diría casi una misión, para la que son necesarias una preparación y una madurez adecuadas, para ser competentes en las diversas actividades domésticas, para racionalizar el trabajo y conocer la psicología familiar, para aprender la llamada “pedagogía del esfuerzo”, que hace organizar mejor los propios servicios, y también para ejercitar la necesaria función educadora. Es todo un mundo importantísimo y precioso que se abre cada día a vuestros ojos y a vuestras responsabilidades”.

         Y tengo que reconocer que debido a mi situación personal, familiar y profesional, unas temporadas más otras menos, siempre las he necesitado a mi lado como pieza fundamental para mover el engranaje con el que la casa y todos los que vivimos en ella funcionamos a la perfección.

         No solo porque con su ayuda en el orden, limpieza y organización de mi hogar han contribuido a crear un ambiente acogedor y agradable fundamental para la convivencia; ni porque —gracias a Dios—, he podido contar con su ayuda y su apoyo necesario, indispensable e impagable en todas y cada una de las tareas que conllevan el cuidado y educación de mis hijos.

         Más bien, porque gracias a ellas, durante años, he podido dedicar parte de mi tiempo a lo que más me gusta en el mundo: mi familia, mis amigos y mi trabajo. Y esto, que no es poco, les hace merecedoras del titulo: “una más de la familia”.

        ¡Por eso, hoy —como decía Juan Pablo II con el que me identifico—, va mi aplauso a todas las mujeres comprometidas en la actividad doméstica y a vosotras, colaboradoras familiares, que aportáis vuestro ingenio y vuestra fatiga para el bien de la casa!”






Remedios Falaguera
Diplomada en Magisterio por Edetania (Valencia) y en Periodismo por la Universidad Internacional de Cataluña (UIC).
fluvium.org

viernes, 21 de octubre de 2011

Padres, sepan escuchar a sus hijos


Padres, escuchen a sus hijos. Los hijos continuamente están mandando mensajes de que quieren y necesitan ser escuchados, no sólo ser oídos. Mensajes que suelen ser enviados con el lenguaje corporal, con su comportamiento bueno o malo, utilizando a otros integrantes de la familia, etc. Piden continuamente un tiempo íntimo para poder preguntar, pues tienen demasiadas cosas para decir.


Cuando los padres no les conceden ese tiempo, aunque desgraciadamente sea algunas veces muy corto, se encierran en si mismos y ya no quieren saber nada de abrir su boca, para explicar sus inquietudes. Posteriormente vienen los lamentos de los padres, aduciendo que sus hijos no son comunicativos, pero no se habían dado cuenta, de que llevaban mucho tiempo pidiendo unas migajas de convivencia con sus padres, para que les escuchen.


Padres, estén muy atentos a cualquier señal, por muy pequeña que sea, que sus hijos quieren ser escuchados. Ofrézcanles todo el tiempo de calidad que puedan darles, para poder escucharles bien, con atención, sin prisas, ni agobios. El tiempo de calidad no es completo, si no está acompañado de unos buenos espacios para escuchar. Llevarles al cine o, al campo de fútbol, etc. lleno de ruido y con la atención puesta en lo que sucede externamente, está muy bien, pero no es lo mismo, que estar en un sitio privado de la casa, llevarles a un restaurante o a pasear al campo, para poder escucharles con detenimiento, pues escucharles es mucho mas, que simplemente oírles teniendo la cabeza puesta en otra cosa. Solamente después de escucharles con atención de mente y cuerpo, es decir con los cinco sentidos muy alertas, se puede empezar un buen dialogo.


Está muy bien que los padres salgan con sus hijos a pasear, al cine, al restaurante, al campo de fútbol, a pescar, etc. pero si no aprovechan los tiempos de soledad e intimidad con los hijos, para escucharles, están cumpliendo solamente una pequeña parte de lo que debe ser la educación integral de los hijos. Esta educación pasa por tiempos de confianza y apertura para escucharles y poder saber que es lo que quieren, lo que no quieren, sus angustias, sus alegrías, sus amores, sus problemas, sus esperanzas, sus inquietudes, sus dudas y un largo etc.





Gentileza de ESCUELA PARA PADRES
www.iglesia.org

martes, 18 de octubre de 2011

QUE SUERTE DE SER MUJER!


YO QUIERO... ser una mujer consciente del privilegio de la vida, yo quiero ser alguien, para responder con ello a los talentos que Dios me ha regalado.

YO QUIERO... ser felíz siendo yo misma, conforme a mi vocación y a mis sueños.

YO QUIERO... tener el coraje de ser libre para elegir mis caminos, vencer mis temores y asumir las consecuencias de mis actos.

YO QUIERO... tener alegría para reír, para construir mi camino a la felicidad, para sentir la energía de vivir intensamente.

YO QUIERO... tener éxitos, pero también fracasos que me recuerden mi condición humana, la grandeza de Dios y el peligro de la soberbia.

YO QUIERO... sentir, ser completa, amarme reconocer que soy única, irrepetible e irremplazable, que valgo porque han depositado en mí una chispa divina y soy polvo de estrellas.

YO QUIERO... ser la luz para mi novio, o esposo, mi familia, mis hijos.

YO QUIERO... dejar de ser víctima para recobrar la capacidad de auto gobernarme.

YO QUIERO... querer el presente, elegir el futuro y trabajar para conseguirlo.

YO QUIERO... recordar el pasado, pero no vivir en el ayer, quiero soñar en el futuro, sin despreciar el presente, sabiendo que lo único seguro es el hoy, el aquí y el ahora.

YO QUIERO... perdonarme mis errores, mis culpas, mis caídas y viajar más a la ligera de equipaje.

YO QUIERO... renacer a cada día, decir sí a la aventura de la vida y del amor.

YO QUIERO... trascender por mis silencios, por mis palabras, por mi hacer y mi sentir.

YO QUIERO... sentir a Dios que vive en mí y agradecerle su infinita paciencia para esperarme, su entrega incondicional y su presencia, aunque en mis ocasiones se me olvide agradecerle el que me haya elegido mujer.

YO QUIERO... dejar de sobrevivir y atreverme a supervivir.

YO QUIERO... construir mil estrellas en el infinito y tener el valor de alcanzarlas.

YO QUIERO... ser mujer completa, no sustituto, menos objeto, saber querer, saber decir sí, pero también no.

YO QUIERO... repetirme a diario: ¡Que suerte he tenido de nacer ! ¡Que suerte tengo de estar aquí ! ¡Que suerte de SER MUJER !

Envió: Canela C

Fuente:encuantra.com

domingo, 16 de octubre de 2011

Micro-reflexión

"Mi abuela tenía una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillas en nuestro interior, no las podemos encender solos, necesitamos oxígeno y la ayuda de una vela. Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender una de las cerillas. Por un momento, nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción".


 Laura Esquivel, Escritora Mexicana 
Fuente: www.encuentra.com

sábado, 15 de octubre de 2011

EL SALUDO
mano saludandoCuenta una historia que un empleado trabajaba en una planta cárnica en Noruega. Un día, a punto de terminar su horario de trabajo, fue a uno de los refrigeradores para inspeccionar algo cuando se cerró la puerta con el seguro y se quedó atrapado dentro del refrigerador. Golpeó fuertemente la puerta y empezó a gritar, pero nadie lo escuchaba. La mayoría de los trabajadores se habían ido a sus casas, y era casi imposible escucharlo por el grosor que tenía esa puerta.

Llevaba cinco horas en el refrigerador al borde de la muerte. De repente, se abrió la puerta. El guardia de seguridad entró y lo rescató.

Después de esto, le preguntaron al guardia por qué se le ocurrió abrir esa puerta sino es parte de su rutina de trabajo. Él explicó lo siguiente: Llevo trabajando en esta empresa 35 años. Cientos de trabajadores entran a la planta cada día, pero él es el único que me saluda por la mañana y se despide de mí por las tardes. El resto de los trabajadores me tratan como si fuera invisible.

Esta mañana me saludó diciendo "Hola” a la entrada. Sin embargo, esta tarde no escuché su “hasta mañana”.

Yo espero cada mañana ese saludo de hola o buenos días. Por la tarde, también espero ese chao o hasta mañana. Sabiendo que todavía no se había despedido de mí, pensé que debía estar en algún lugar del edificio, por lo que lo busqué y lo encontré”. 


webcatolicodejavier.org

viernes, 14 de octubre de 2011

."LOS CINCO MINUTOS DE DIOS"...



La fe hace que el corazón y la voz del hombre se tornen instrumentos conscientes de alabanza a Dios y de júbilo para el hombre. Dios solamente se alberga donde la sencillez y la humildad le han preparado el camino.
Con esa fe se multiplica prodigiosamente la luz y la alegría de sentirse viviendo con Dios, de que uno está en Dios y de que Dios está en uno. El creyente es un hombre de por sí optimista y alegre, de suerte que aun cara a la muerte, al dolor, al sufrimiento, a las privaciones, que la vida impone, su alma queda inundada de paz y serenidad; porque en la muerte el cristiano, más que verse privado de algo, es él quien da, quien se da al Padre que está en los cielos; y quien da, quien ofrece, debe hacerlo con gozo y con paz.

La muerte, el dolor del creyente recibe una luz característica, que no es posible compararla con nada en este mundo. Solamente el creyente es el capaz de descubrirla, de comprenderla y de gozarla. Para el no creyente, esto es todo un misterio y le suena a música celestial; para el creyente, es realmente "celestial".

"Pues de su plenitud hemos recibido todos, gracia por gracia" (Jn, 1, 16). No debes olvidar, que la gracia es un "don", un regalo y que debes hacer de la vida de gracia tu verdadero ideal, el ideal de toda tu vida. Vivir en gracia y vivir la gracia en toda su plenitud: consciente y creciente.

Extraído del Libro: "Los cinco Minutos de Dios" de Alfonso Milagro






jueves, 13 de octubre de 2011

Escuchar con el corazón

Se debe buscar el conocimiento propio de la etapa que se está viviendo para poder crecer en el amor mutuo  

Escuchar con el corazón
Escuchar con el corazón

Es sumamente importante que los novios sepan dialogar entre sí, que conversen con apertura, escuchando al otro no sólo con los oídos, sino con el corazón. Sólo el diálogo, por el que el otro se nos comunica, puede hacer posible nuestro conocimiento de él en cuanto persona humana.


1- Dialogar, dialogar mucho; no reducir sus relaciones a charlas insustanciales, no ocultar al otro el propio yo por miedo a quedar mal, a perderlo; decir con sinceridad la propia opinión, aunque no concuerde con la del otro. No hay veneno que corroa más el matrimonio y el noviazgo que la mentira, la insinceridad, la desconfianza.


2- Dialogar con el Otro, con Dios Nuestro Señor. Tratar a solas con Él todos sus progresos, problemas e ilusiones. Ponerse ante Él tal cual son, y pedirle que les ayude a conocerlo mejor a Él, a conocerse mejor a sí mismos, a la persona amada y a la pareja que forman los dos. Tratar que Dios Nuestro Señor sea siempre un “Tercero” que esté junto con los dos. Pregúntenle: "Señor, ¿qué quieres de mí? ¿me creaste para el matrimonio o para que me consagre sólo a ti? Señor, ¿estás contento con nuestro modo de vivir el noviazgo?".


Es evidente que no se podrá alcanzar un conocimiento perfecto del otro desde el inicio. Será de toda la vida. Pero si se debe buscar el conocimiento propio de la etapa que se está viviendo, el noviazgo, y que permita crecer en el amor mutuo como adhesión afectiva y de voluntad al otro en su verdadera realidad.


3- Aceptarse a sí mismo y al otro: ¡Acéptate!. No basta conocer, hay que saber aceptar. A veces resulta difícil, pero es una medida muy sabia y muy sana.


4- El discernimiento: Precede a la aceptación. Lo primero será pensar serenamente si ese joven o esa chica es una persona adecuada al propio modo de ser y pensar. La reflexión sobre el otro y sobre uno mismo debe llevar a una resolución madura y práctica. Si se ve que los temperamentos de ambos o el modo esencial de ver la vida, o las creencias religiosas de cada uno, etc., son incompatibles habrá que pensar seriamente si conviene seguir con esa relación o es mejor cortar con ella.


Las simples diferencias, aún notorias, entre ambos -pueden incluso ser motivo de mutuo enriquecimiento complementario-, pero hay situaciones de grave y clara incompatibilidad que en ocasiones se da entre dos personas. Es cierto que el amor cambia muchas cosas, pero hay que ser realistas y pensar que los rasgos fundamentales de la persona permanecen siempre, y que el matrimonio es para toda la vida. ¿Estoy dispuesto a casarme con una persona con la que tendré siempre graves desavenencias y disgustos? ¿Puedo cargarme la responsabilidad de la posible infelicidad de ella, mía, y de los hijos que traigamos al mundo? En algunas ocasiones será mejor romper a tiempo y quedar como amigos. Cuesta, duele, porque en ese momento parece el único amor posible. Pero con frecuencia se entiende después que fue mejor así, y aquella experiencia dolorosa se convierte en un auténtico faro de luz. 

Autor: Mensajes :-) | Fuente: Catholic.net

miércoles, 12 de octubre de 2011

Energías new age

Virtudes y Valores

el lenguaje de las relaciones humanas lo Hemos pervertido con conceptos new age que parecen hablar de amperios en vez de pasiones o interacción




Quienes tenemos más de treinta años hemos recibido, por norma general, una educación que basculaba entre la confianza y la autoridad. Nuestros padres no perdieron la condición de su rango, con lo que lograron unos hogares en los que al pan se le llamaba pan, en los que no se discutían las órdenes de arriba y en los que las desobediencias venían acompañadas de su correspondiente y reparador castigo.

De este modo, cuando nos mandaban a “galeras”, teníamos claro el motivo: no haber querido acabar el plato, presentarnos con un boletín de notas similar al Ibex, habernos excedido en alguna pelea fraternal o haber contestado de malos modos a la mujer que ayudaba en las tareas de la casa. Y con el castigo, muchas veces, el coscorrón y hasta la bofetada, medicina que generaba un encendido sarpullido antes de inocular su efecto placebo.

Hoy las cosas son distintas. Los hijos viven, en general, imponiendo su capricho: ya no heredan ropa ni comparten juguetes; ni siquiera tienen hermanos a quienes marcar el terreno y los aprobados se regalan a fuerza de decreto. De este modo, además de la proliferación de diminutos gadafis que lo quieren todo al grito de “ya”, abunda en los hogares una atmósfera de inseguridad por desconocer los límites de la convivencia o las razones con las que, de Pascuas a Ramos, los padres aducen su descontento por la acumulación de tanta conducta fuera de madre.

Lo experimenté este verano en un pueblo turístico de nuestra geografía. De camino al párking, unos padres echaban a su hija en cara “las malas energías” con las que había vivido aquella jornada de asueto. Malas energías, como si en vez de venas portadoras de sangre tuviésemos cables de cobre por los que circulan sacudidas de alto voltaje. Y claro, la muchacha les observaba perpleja, sin entender por qué los suyos confundían la electricidad con su más que seguro capricho (mamá, quiero que me compres esto; papá, quiero que me compres lo otro; me aburro; me niego a ver un solo monumento más; no estoy dispuesta a quitarme los cascos de música ni en el interior de esa iglesia, llevadme a un parque de atracciones, etc.).

La educación entiende mucho de lenguaje. Ya saben: al sí, sí y al no, no. Pero el lenguaje de las relaciones humanas lo hemos pervertido con conceptos new age que parecen hablar de amperios en vez de pasiones o interacción, y así andan las familias, deseándose energías positivas en vez de darse los buenos días, como si uno tuviese que vivir enchufado a la red, eléctrica se entiende.
 
Autor: Miguel Aranguren | Fuente: miguelaranguren.com

¡Vence el mal con el bien!

martes, 11 de octubre de 2011

'Las fuentes de la alegría' y 'El orden como fuente de alegría'

Las fuentes de la alegría
        Todo experimentamos grandes deseos de felicidad. En el fondo todos nuestros actos se encaminan a la búsqueda de la felicidad, nadie en su sano juicio actúa buscando el sufrimiento. La experiencia nos muestra que el problema se plantea cuando aquello en lo que depositamos nuestras esperanzas no nos satisface y, al contrario, nos crea más ansiedad.
        Así ocurre con los bienes materiales. Cuando buscamos la felicidad en ellos, cosas materiales y dinero, solemos descubrir que lo que nos proporcionan no es la felicidad sino cierto bienestar o satisfacción pasajera. Algunos autores distinguen entre felicidad y alegría y reservan para la felicidad lo eterno y espiritual, dejando la alegría para nuestro tiempo.
        Independientemente de consideraciones sobre la diferencia entre la felicidad y la alegría resulta interesante el planteamiento que hacía el profesor García-Hoz sobre las tres fuentes de la felicidad: el orden, el trabajo y la generosidad.

El orden como fuente de alegría
        Obviamente se trata de hablar sobre el orden como virtud y no como manía; las manías son más bien una fuente de problemas y tensiones.
        El orden nos ayuda a tener una mejor vida de familia. No me refiero sólo al orden en lo exterior sino también al de la cabeza y, muy importante, al orden en el corazón. Muchos problemas conyugales tienen su origen en lo que clasicamente se ha dado en llamar "una vida desordenada". Las infidelidades no suelen comenzar por asuntos grandes.
        En la vida diaria el orden nos ayuda a distinguir y escoger lo que es importante, a no hacer lo que apetece en detrimento de lo que se debe. La lucha por ser ordenado nos debe llevar a hacer las tareas encomendadas y no dejarlas a medio acabar, también a no dejar las cosas sin recoger. Todo esto va unido al amor y el respeto por los demás miembros de la familia, y se hace extensivo a los compañeros de trabajo, clientes y sociedad en general.
        La mejor manera de educar a los hijos en el orden es el ejemplo de lucha y superación de los padres. En la medida en que ven esa lucha personal por mejorar, ellos se animan también. Tampoco conviene olvidar la importancia de hablar de la alegría que produce la lucha por ser mejores.
        Otros campos de lucha en el orden son la limpieza, la puntualidad. En resumen, detalles cotidianos que facilitan la convivencia, nos hacen mejores y nos ayudan a estar alegres.

Aníbal Cuevas
La felicidad de andar por casa

lunes, 10 de octubre de 2011

5 pasos para poner la mesa

 Ideas para decorar nuestra mesa con todo lujo de detalles


Siempre que tenemos invitados a cenar cuidamos el menú y cada plato buscando nuevas recetas en la red, eligiendo los ingredientes... Sin embargo, muchas veces descuidamos otros aspectos básicos como cuidar la vajilla, la cristalería,los manteles... Si queremos que las comidas en casa sea un éxito rotundo, debemos cuidar todos los detalles.

1. En primer lugar, tenemos que elegir el mantel y las servilletas. Es básico, que los colores combinen y si queremos vestir más la mesa podemos poner una base más rigida para que la caída del mantel sea más bonita. 


ikea   moderhaus

2. Otros recursos son los caminos de mesa, manteles individuales... Todo ello es la base para colocar la vajilla. Lo ideal es elegir una en blanco o en algún tono neutro para poder combinarla con infinidad de colores. En este punto podemos optar por algunos detalles como los platos para el pan. 

3. Antes la cristalería no solía tener mucho protagonismo, el gusto de mucho por el vino ha contribuido a mejorar este aspecto. Ahora además de las grandes copas de cristal, podemos poner un decantador. También se comienzan a ver copas más sofisticadas en colores como el rojo, el negro y con formas barrocas. En este aspecto, también habrá que cuidar la forma de servir el café o té después de la comida. 

taza CASA   CASA

4. La cubertería también debe conjugar a la perfección el diseño y la utilidad. Actualmente se suelen elegir diseños muy minimalistas para las más elegantes y de colores para diario. 

5. Por último, algunos detalles como poner un cartelito con el nombre de cada invitado, poner una cinta alrededor de las servilletas o jugar con centros de mesa darán el último toque de distinción. 



Fuente:Facilisimo.com

sábado, 8 de octubre de 2011

Errores de interpretación

Podríamos hablar de otro bloque de barreras a la comunicación, que consiste básicamente en hacer frecuentes interpretaciones personales en las que tratamos de descifrar a alguien, o explicar sus motivos, o su conducta, sobre la base de nuestros propios motivos o nuestra propia conducta, sin hacernos cargo de su situación personal.
        Volvamos a un ejemplo -inspirado en otro de Stephen Covey- de un chico que se siente frustrado en el colegio a consecuencia de un serio fracaso. Lo pongo como ejemplo típico de conversación sorda entre un padre y su hijo adolescente:
        —Papá, estudiar no sirve para nada.
        —¿Por qué dices eso, hijo?
        —En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente...
        —Lo que te pasa es que aún eres joven para entender la importancia de los estudios. Yo, a tu edad, pensaba lo mismo. Ya lo entenderás.
        —Llevo ya un montón de años estudiando y sé que no es lo mío.
        —Entonces... ¿qué es lo tuyo?
        —Lo mío es ser futbolista. Soy muy bueno. Hice una prueba la semana pasada y para la próxima temporada es posible que me fichen en un equipo.
        —Como diversión me parece muy bien, pero no vas a vivir de eso.
        —A un amigo mío que empezó hace dos años, ahora le pagan una ficha muy alta, y ha dejado los estudios.
        -Pero son muy pocos los que a la larga llegan a vivir del fútbol. Lo más probable es que dentro de unos años ese chico esté lamentándose de no haber hecho una carrera. ¿Qué te pasa? ¿Es que quieres arruinar tu vida?
        —Vale, papá, déjalo.
         Está claro que el padre de este chico ha actuado con excelente intención, y que inicialmente se muestra dispuesto a escuchar, pero se ve que no llega a facilitar de modo eficaz que su hijo exprese sus verdaderos sentimientos.
        El muchacho empieza a explicarse y su padre le interrumpe con una rápida interpretación de lo que le sucede, cuando el chico aún no había podido terminar su segunda frase. Es entonces cuando se equivoca, como suele suceder cuando uno juzga antes de escuchar: trata de descifrar la situación de su hijo sobre la base de su propia situación personal, y sólo logra cortar el flujo de la confianza que débilmente se había iniciado.
        También abusa de frases como lo que te pasa es que..., o aún eres joven para entender..., o yo, a tu edad..., u otras semejantes, que suenan a un paternalismo un poco desagradable. Usar ese tipo de entradillas es una buena forma de ganarse una rápida descalificación.
        Repasemos de nuevo el diálogo, prestando atención a los posibles sentimientos del chico (se señalan junto a cada frase en cursiva y entre paréntesis):
        —Papá, estudiar no sirve para nada. (Papá, quiero hablar contigo).
        —¿Por qué dices eso, hijo? (¡Bien!, parece que hoy papá está dispuesto a escuchar).
        —En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente... (Tengo problemas serios en el colegio y me encuentro fatal).
        —Lo que te pasa es que aún eres joven para entender la importancia de los estudios. Yo, a tu edad, pensaba lo mismo. Ya lo entenderás. (¡Horror!, otra vez está papá con que soy un niño que no entiende nada de la vida. ¿Pero no te das cuenta de que estoy hecho polvo, que necesito desahogarme?).
        —Llevo ya un montón de años estudiando y sé que no es lo mío. (Papá, ¿cómo quieres que te diga que tengo problemas serios en el colegio y no quiero ni volver a pisarlo?).
        —Entonces... ¿qué es lo tuyo? (¿No te das cuenta de que voy a acabar repitiendo curso si siguen las cosas como van, y quizá me echen del colegio, y que para eso prefiero irme yo mismo?).
        —Lo mío es ser futbolista. Soy muy bueno. Hice una prueba la semana pasada y para la próxima temporada es posible que me fichen en un equipo. (Casi no sé ni por qué digo esto...).
        —Como diversión me parece muy bien, pero no vas a vivir de eso (Ya estamos con lo de siempre. No sé por qué habré sacado el tema, es inútil con este hombre...).
        —A un amigo mío que empezó hace dos años, ahora le pagan una ficha muy alta, y ha dejado los estudios. (Si no sé si quiero ser futbolista, pero no pienses que voy a replegarme tan fácilmente...; me estás sacando de quicio).
        —Pero son muy pocos los que a la larga llegan a vivir del fútbol. Lo más probable es que dentro de unos años ese chico esté lamentándose de no haber hecho una carrera... (En fin, encima, profeta). ¿Qué te pasa? ¿Es que quieres arruinar tu vida?
        -Vale, papá, déjalo. (Sencillamente, no comprendes).
         Como se ve, padre e hijo hablan en distinto plano. No logran alcanzar un mínimo de sintonía que haga productiva la conversación. No brota la confianza, porque desde el inicio el chico comprueba que su padre no capta sus sentimientos.
        La conversación ganaría en eficacia si ambos interlocutores lograran ponerse del mismo lado del mostrador -o sea, no enfrentados-, y cada uno se hiciera cargo de los sentimientos del otro. Esto no siempre es fácil, pero se puede avanzar mucho si uno se fija en qué tipo de preguntas facilitan la confianza y cuáles la desbaratan (no son las mismas para todas las personas). Con un poco de agudeza, se pueden intuir cuáles son, aunque sólo sea por el sistema ensayo/error.
        No conviene reducir estos problemas a cuestiones de método, pero hay muchos modos más o menos prácticos de facilitar la confianza. El más simple, pensando en una conversación como la de este ejemplo, es hacer preguntas sencillas en las que -quizá empezando por parafrasear lo que se ha escuchado- se aventura con delicadeza el sentimiento que se intuye que late en el interlocutor, de modo que se sienta comprendido y así se le facilite explayarse.
        Analicemos de nuevo cómo sería ese diálogo siguiendo este método, para ver cómo podría mejorarse la comunicación entre padre e hijo. También señalamos entre paréntesis los posibles sentimientos del chico.
         —Papá, estudiar no sirve para nada. (Papá, quiero hablar contigo).
        —¿Por qué dices eso, hijo? (¡Bien!, parece que hoy papá está dispuesto a escuchar).
        —En el colegio no se aprende nada que sea útil realmente... (Tengo problemas serios en el colegio y me encuentro fatal).
        —¿Te sientes decepcionado por lo que se estudia allí? (Menos mal, parece que no me suelta un sermón para empezar).
        —Sí. Me parece que no saco nada en limpio.
        —¿Piensas que no es lo mejor para ti? (Bueno, en fin, tampoco quería decir eso).
        —Cada vez me va peor. Acabamos de terminar los exámenes y... (¿Lo digo..., o no lo digo? ¿Qué puede pasarme?).
        —¿Y te han ido mal, ¿verdad? (Hombre, menos mal que se ha dado cuenta y no me lo hace decir a mí).
        —Pues..., bueno..., sí, eso parece. He tenido muy mala suerte. Me ha ido peor que nunca. Se me quitan las ganas de seguir con esto... (¿Te das cuenta de que estoy en crisis completa con los estudios y necesito que me animen?).
        —¿Y por qué crees que te ha ido peor esta vez? (En fin..., para ser sincero, he hecho bastante el vago, no sé cómo decirte...).
        —Me parece que este año me he organizado fatal... (¿Soy suficientemente claro?).
        —¿Y crees que tiene remedio?
        —Hombre, remedio siempre hay... (Bueno..., en fin, tonto tampoco soy; si me lo propusiera...).
        —Me parece que si te lo propones seriamente este último trimestre, y haces un buen plan de estudio, puedes recuperar el tiempo perdido y sacar bien el curso (Por fin, alguien que cree en mí, creía que ya no quedaba nadie en el mundo capaz de semejante cosa).
        —¿Tú crees? (Necesito escucharlo otra vez).
        —Estoy seguro. Si quieres, descansa hoy un poco, te despejas, y mañana por la tarde vamos a hacer deporte, charlamos con más calma y hacemos juntos ese plan. ¿Te parece? (Estoy seguro de que me vendrá bien, estoy –estaba– en plena crisis).
        —Vale, de acuerdo (¡qué fácil ha salido todo, menos mal, vaya alivio!).
         En este caso, el padre ha logrado ir superando una a una las barreras que había en la comunicación con su hijo, hasta llegar al problema real.
        Al principio, el chico está muy afectado, y sus afirmaciones y respuestas no destacan por su rigor lógico. No sigue un discurso lógico, sino más bien emocional, y abre su intimidad buscando desahogo y comprensión. Su padre lo percibe, le deja hablar sin apabullarle con consejos, facilitándole decir lo que más le avergüenza –evitándole las palabras más difíciles–, y al final, cuando se ha desahogado y aflora a un discurso más lógico, aprovecha para aconsejar, y entonces resulta eficaz.
        Hay momentos para enseñar y momentos para escuchar.
        El intento de enseñar, cuando la relación es aún tensa o el ambiente está cargado emocionalmente, se recibe fácilmente como una forma de rechazo.
        Hay otro aspecto interesante en este ejemplo. El padre no suelta su consejo de sopetón, con aire paternalista o de superioridad. No hace innecesarias manifestaciones de aprobación o desaprobación. Procura sobre todo conducir al chico de modo que se enfrente con su propia responsabilidad.
        Siempre son más eficaces los consejos no impositivos, aquellos que hacen que sea uno mismo quien llegue a la solución con su propio ritmo, sin forzar.    


Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net  
Fuente:fluvium.org        





QUE EN PAZ DESCANSES ABUELITA.... TE EXTRAÑAMOS
HOY SANTA MISA A UN MES DE TU PARTIDA

martes, 4 de octubre de 2011

A TIEMPO

Muchas veces quisiéramos que el momento que estamos viviendo nunca terminara, otras veces no vemos la hora de cambiar ese momento y sustituirlo por otro mejor. 


La vida nos demuestra que todo en la vida es pasajero, NADA ES PARA SIEMPRE.

Por eso; Ante esta realidad, debemos buscar una estrategia o un estilo de vida que nos permita disfrutar de cada instante y recordarlo con alegría justo cuando este se ha terminado e incluso muchos años después.

La clave está en esta frase "Un hoy bien vivido hace que cada ayer sea un sueño de felicidad y cada mañana una visión de esperanza".

Vivamos bien el presente; Hagamos lo que tenemos que hacer, en el momento que lo tenemos que hacer.

No nos apresuremos a quemar etapas antes de tiempo, Recuerda que VALE LA PENA ESPERAR.

Si haz caído, si haz fallado, No te preocupes; levántate y construye nuevos sueños.

SIEMPRE SE PUEDE VOLVER A COMENZAR.

Sigue luchando y nunca te rindas.
Lo único que queda en la vida es la familia, los amigos y los recuerdos. Por eso cultivemos la familia, seamos los mejores amigos y vivamos el momento presente como debe ser.



                                                         



Envió: Daniel Moreno Verhagen 
Fuente: Encuentra.com
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