Cuando ya me haya ido, búscame en el horizonte, búscame en el tenue ocaso y me encontrarás con
el lucero.
No te canses, no me olvides, solo... búscame.
No te canses, no me olvides, solo... búscame.
Piensa en aquel arroyo, búscame en el agua fresca, siéntela cerca tuyo y sentirás mis labios, mis
besos cuál fruta tierna y fresca.
No estés triste, no llores, recuérdame.
Recuérdame en la sonrisa de un niño, en la inocente brisa que se transforma en
vendaval.
Cierra los ojos y escucha tu corazón, él te
abrirá el cofre de los recuerdos, él, me traerá de vuelta a ti, él te recordará
que te quise, te quiero y te querré.
Cuando me haya ido, no mueras conmigo, vive por
mi y por ti, hónrame así.
Nunca olvides que estoy contigo, tomándote de la mano, aunque solo la sientas
como una brisa, besándote y acariciándote aunque no lo creas.
Cuando me haya ido, no desesperes, no llores, búscame en tu corazón y allí me encontrarás solo
para ti, eternamente.
A un mes de tu partida...
Reflejos de Luz
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