Pon
orden en tu vida.
Detén tu alocada carrera
diaria. ¿A dónde vas con tanta prisa? Ubícate. Haz una lista de lo
importante y de lo urgente, ordena tus cosas pendientes por prioridad.
Respira profundo y piensa con calma. ¿Qué quieres de la vida?, ¿cuál es tu
sueño? Y una vez que lo identifiques, ve por él. Ponte metas pequeñas a
corto plazo y cumple con ellas para que poco a poco, alcances metas
mayores.
Practica el agradecimiento.
Lo más importante de todo lo que está ocurriendo en este momento
es que estás vivo. Estar vivo es un regalo de Dios. Algo tienes que
hacer, alguna misión que cumplir, ¿qué esperas? Agradece los dones
que día a día te ofrece la vida, cuéntalos y haz buen uso de ellos. Muchas
veces tenemos más de lo que podemos disfrutar, pero nos cuesta trabajo
reconocerlo.
Observa tus pensamientos.
¿Sabías que lo que
piensas de un problema es más importante y determinante que el problema en
sí? Sé que muchas veces no es fácil enfrentarlos, pero haz el esfuerzo de
volverte más positivo y mejora tu actitud. Evita ser portador de malas
noticias, no te involucres en chismes o comentarios negativos hacia otras
personas. Vive y deja vivir.
Acepta
lo que no puedes cambiar.
El pasado ya no
importa, pues ya ocurrió, olvídate de los malos sentimientos, vive tu duelo,
perdona y libérate del peso que por tanto tiempo has cargado. Ábrete a
comenzar de nuevo, puedes progresar y cambiar tu situación personal. Toma
tiempo, pero es posible mejorar tu situación en la vida por difícil que
sea. Comienza a ver los inconvenientes como oportunidades y procura darle
una respuesta creativa a cada situación.
Entrega el 100% en todo
momento.
Comprométete a dar
y a recibir con abundancia, ofrece a quien te encuentras un pequeño regalo: Una
sonrisa, unas gracias, un saludo, una palabra de aliento. Mantén en
circulación la verdadera riqueza de la vida. Muestra interés, aprecio y
comprensión por los demás. Silenciosamente envía pensamientos de amor,
solidaridad, paz y alegría.
Ábrete a la comunicación.
Crea puentes de
comunicación que te permitan expresar y compartir tus ideas y
sentimientos. Deja de esperar a que otros se comuniquen contigo, toma la
iniciativa y acércate a ellos para compartir y crear soluciones y estrategias
para iniciar nuevos proyectos. Además recuerda que la comunicación es el
puente que acorta las distancias que nos mantuvieron separados por diferencias o
malos entendidos.
Libera
la rabia.
Muchas personas
están cargadas de emociones negativas y tensiones que potencian la ira.
Cuando te dejas llevar por ella, terminas afectando y deteriorando en la mayoría
de los casos, tus relaciones con los demás. Además la ira se convierte en
resentimiento cuando la hemos acumulado por mucho tiempo, y a quien
verdaderamente acaba dañando, es a la persona que la siente: a ti mismo.
Aprende a respirar imaginando que sale de ti, con cada respiración.
Practícalo hasta que te sientas mejor. Cuando está lloviendo fuerte,
pensamos por un momento que el sol se ha ido. Pero si subimos a un avión y
volamos por encima de las nubes, nos daremos cuenta de que el sol brillante,
sigue ahí. Esperemos a que las nubes se disipen para ver de nuevo al sol
salir. Vuela, el avión eres tú.
Graciela E.
Prepelitchi
Argentina
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