Uno
de los valores que parece que los padres olvidamos con más frecuencia, a
juzgar por los resultados de muchas familias que veo a mi alrededor, es
el valor de la fraternidad. La FRATERNIDAD con MAYÚSCULAS.
Mientras
son niños las peleas entre hermanos son frecuentes y rara vez dejan
huella estable, pero ¿cómo se relacionan de manera habitual?, ¿influye
cómo se tratan cuando todavía son niños en cómo se tratarán de mayores?.
El
ser humano tiene conciencia de sí, pero también conciencia de
hermandad, en el sentido más estricto de la palabra y esto nos
caracteriza. Debemos hacer ver a nuestros hijos la importancia de crecer
desarrollando unos lazos muy fuertes entre los hermanos, ya que, tarde o
temprano, nosotros faltaremos, pero ellos deberán mantener por sí
solos, sin nuestra presencia, la esencia de familia.
Desgraciadamente
se ve con mucha más frecuencia de lo deseable hermanos que han dejado
de relacionarse, que apenas se ven por Navidad, más por formalidad que
por necesidad y que realmente se consideran más extraños que familia.
Se
requiere una enorme violencia - no física pero sí emocional - para
poder separar una familia, y cuando esto ocurre todos quedan heridos de
por vida, y lo que es peor, suele afectar a todas las generaciones
venideras.
Cabría
pensar que los motivos para que unos hermanos se separen tendrían que
ser extremadamente graves, pero lo cierto es que basta una herencia mal
expresada, mal entendida o mal repartida para destrozar una familia.
Este hecho refleja claramente que los padres no han podido o no han
sabido transmitir el auténtico valor de la fraternidad ni del dinero.
Como
siempre, la herramienta más eficaz de educar que tenemos es el ejemplo.
Resulta vital que nuestros hijos vean, disfruten, vivan en casa como,
sin necesidad de estar todos los días juntos, los hermanos mantenemos
una relación más cercana que con cualquier otro grupo de personas.
Debemos
hablarles de nuestros hermanos, contarles historias de cómo crecimos y
cómo nuestros hermanos nos ayudaron a ser quienes somos hoy en día.
Debemos
enfatizar que si llega un día en que todo falta, siempre les quedarán
los hermanos, o al menos así debería ser, y de ahí la importancia de
cuidarse y de aceptarse.
Deberíamos
poder educar a nuestros hijos para que cuando se casen su papel en su
familia política sea siempre el de unir, que nunca se conviertan en la
cuña que separa a su cónyuge de su raíz. Deben entender que si se han
enamorado de alguien es por quién es, y eso se lo debe a sus padres y
sus hermanos.
Si
nuestros hijos nos ven disfrutar en familia y sienten el calor que nos
tenemos entre los hermanos, estaremos dándoles uno de los mejores
ejemplos posibles y uno de los mayores seguros de "buena vida" posibles.
http://educarconsentido.com/author/educarconsentido/
Imágen : google
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