“Prestar ayuda y cuidados a una persona enferma en cuerpo o alma es estar eternamente al servicio de Dios”
Sólo soy una aprendiz de escritora que pretendo utilizar mis palabras
para expresar mi agradecimiento hacia unas personas que han agasajado a
mi padre, ingresado en el hospital desde hace un mes, con toda su
ternura, su cariño, sus mensajes de optimismo , su buen y noble hacer
profesional.
Me refiero, como tú ya te debes estar imaginando, al personal
sanitario que le están cuidando, protegiendo y alentado, día y noche,
con una sonrisa, poniéndose en su piel, sintiendo su angustia, su
dolor, y deseando ayudarlo tanto en el cuerpo como en el espíritu.
Para ello, ponen al servicio del enfermo , sin humillaciones y malas
caras, toda su bondad, su paciencia, su empatía, su abnegación, su deseo
de ayudar a los demás; en definitiva, todo su amor.
Son como esas tiritas flexibles y resistentes que colocamos con
ternura en las heridas de nuestros hijos pequeños cuando se caen de la
bicicleta o se hacen un rasguño jugando al futbol y que parecen
milagrosas. Todos sabemos que es una simple tira adhesiva que no repara
el tejido. Pero el amor que ponemos en ese momento les cura al instante
cualquier desconsuelo.
Pues bien, todos estos profesionales son … ¡Una bendita “tirita”! que
apoya y protege, que no es indiferente, que comprende y anima, que
escucha y sabe retirarse en silencio en el momento oportuno, que es
fuerte y compasivo; en pocas palabras: que sabe hacer, que sabe estar,
que sabe ayudar, que sabe ….amar.
Cada uno de ellos, con el tiempo nos hemos tomado esa licencia, tiene
su apodo entrañable. Por ejemplo: “Azabache” (por el color de su larga
melena), “Campanilla” (por su sonrisa y jovialidad), “El jefe” (por su
tino en descubrir cuando algo no iba bien), etc.
Gracias, muchas gracias a todos, por hacer más humana la enfermedad y el sufrimiento.Dios os lo pague.
La oración de las enfermeras
Dios omnipotente, Sanador Divino de todos los hombres, dame fuerza y valor en mi profesión.Concede a mi corazón compasión y cariño.Concede a mis manos habilidad y ternura.Concede a mí cuidar conocimiento y sabiduría.Sobre todo, Dios mío, ayúdame siempre a recordar el verdadero propósito de mi vocación:el servicio generoso y la dedicación a los débiles y a quienes desesperan, en su cuerpo y ensu espíritu. Amén. (Rita Riche)