Foto: http://ataxia-y-ataxicos.blogspot.com/2010_06_01_archive.html
“No dejes que las lágrimas por no ver el sol te impidan ver las
estrellas” – susurraba una pequeña huérfana abrazada a una mujer que
irrumpió en llanto.
Las lágrimas de la mujer emergieron del sentimiento
de lástima y conmiseración que la condición de vida de la pequeña le
provocaba; el abrazo de la pequeña era señal del entusiasmo que invadía
su alma, y sus palabras, brotaban del intento de fortalecer la esperanza
en aquella mujer. Es un corto encuentro que logró remover el
pensamiento que había prevalecido por varios años en la mujer, que
depositando su confianza en los slogans de la minoría mal intencionada que
vende el aborto como solución a la pobreza, la violencia, la
enfermedad, la orfandad, el sufrimiento y la mortalidad; optó por
convertirse en una apasionada promotora del aborto sin advertir que la
“solución” que promovía, era un remedio que lejos de reparar las
problemáticas referidas, más bien, evita las incomodidades que exige su
combate.
La mujer acudió al orfanato con la firme intención de encontrar en
aquel lugar el argumento que le permitiese convencer su corazón de que
su lucha era justa; pero fue justo en aquél lugar, dónde el amor limpió sus ojos para devolverle la vista; y pudo comprender que moverse por lástima, lastima…
No podemos negar que hay vidas cobijadas de dolor, pero no olvidemos
que tenemos la opción de sufrirlo o de vivirlo con humanidad. “Ojos que
han llorado ven mejor, pues consiguen ver que lo esencial es invisible a
los ojos”… Lo que para muchos son -migajas- otros lo transforman en un
gran banquete. Fue así como lo demostró la pequeña huérfana que a
pesar de escasear de las condiciones exteriores que la mujer poseía,
rebozaba interiormente de aquello de lo que la mujer en su momento
escaseaba: esperanza…
¿Acaso es posible erradicar la pobreza con injusticia? ¿Es posible
disminuir la violencia, violentando vidas inocentes? ¿Podemos liberarnos
del sufrimiento esclavizándonos en un egoísmo demoledor?… El aborto no
evita muertes, la muerte genera más muertes: muerte del inocente
abortado, muerte espiritual y moral de la madre que aborta, muerte de la
esencia de la noble vocación del médico que participa en el aborto.
Ojalá nosotros como la mujer, logremos mirar que para ayudar, no
basta tener una buena intención, sino que la intención realmente sea
buena; es decir, que represente un bien para quien brindamos el apoyo.
Y aunque existen diferentes tipos de bienes, de ninguno podría
disfrutarse sin la existencia, por lo que el mayor de todos los bienes
es la VIDA. Y acabar voluntariamente con el mayor de todos los bienes,
nunca podrá ser algo bueno.
Escrito por Vicky Arana
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