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"El Señor no mira tanto la grandeza de las obras como el amor con que se hacen." Santa Teresa de Ávila
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lunes, 30 de noviembre de 2015

Errores que cometen las suegras y nueve consejos


Foto: Pixabay

Así como hablamos en un artículo sobre cómo llevarse bien con los suegros, también es importante conocer las características que debe tener una buena suegra, pues tantos chistes y bromas alrededor del tema, pueden tener algo de realidad... Hay errores cometidos por los padres que pueden terminar dañando la relación matrimonial de sus hijos, sin ser esa su intención.

No cabe duda que es difícil cuando los hijos se van de casa a conformar una nueva familia; no obstante, el mayor deseo de un padre es que sus hijos sean felices, así en algunos casos, no sea la vida que se hubiese querido para ellos.


Por eso, una vez que los hijos contraen matrimonio, la actitud de los padres ha de ser de acompañamiento y apoyo, no de críticas ni comentarios destructivos que perturben su armonía. De allí la importancia de conocer las actitudes que pueden llegar a afectar la vida conyugal de los hijos.  

Principales errores de las suegras

El respeto es el que debe reinar en la relación suegros – nuera/yerno, mantenerse al margen de las decisiones y del modo de vida de los hijos y sus familias. Los siguientes son los principales errores que se deben evitar a toda costa:


- Tratar de tener autoridad en el hogar del hijo.

- Criticar los gustos de la nuera en la decoración de la casa que pertenece -exclusivamente- a la pareja de casados.


- Imponer su propia manera de criar, tratar y educar a los nietos.



- Reclamar mediante comentarios subliminales que el hijo casado siga viviendo en su hogar, pues en el fondo no desea vivir la separación que implica el matrimonio de un hijo.



- Ser cómplice de todos los errores que comete el hijo y entonces se forman como dos bandos: por un lado mamá e hijo(a) y por otro, la esposa(o) quien cada vez se siente más frustrada(o) al no poder ayudar a que su pareja se corrija.



- Hacer toda clase de “maromas” para capturar la atención del hijo sin importarle que descuide su propia relación matrimonial.



Nueve grandes consejos 


Partiendo de los errores descritos, compartimos los siguientes consejos propuestos por Sylvia Villarreal desde el portal arvo.net, los cuales son muy acertados para las madres que pronto serán suegras, o para aquellas que ya lo son -nunca es tarde para reconstruir una buena relación-.

1. No juzgues. Por lo regular desde que conocemos a la pareja de nuestro hijo, nos formamos una idea en nuestra mente de cómo es. Sin embargo, busca la oportunidad para conocerla mejor y no te dejes llevar por cómo crees que ella es, ¡mejor trátala para conocerla más!


2. Pon siempre de tu parte. Por un momento, ponte en su lugar y piensa que ella/él siempre tratará de agradarte porque eres la mamá de la persona que ama; así es que tú también pon de tu parte para iniciar una verdadera amistad.

3. No te entrometas. Recuerda que los problemas de pareja son de dos únicamente. No trates de ayudar a solucionarlos porque puede resultar peor, ni mucho menos pongas a tu hijo en contra de su cónyuge. Sólo ellos podrán tomar una decisión de lo que deben hacer.



4. Dale el lugar que le corresponde. Es verdad que como madres sentimos que merecemos el amor completo de nuestros hijos, sin embargo, debes entender que ahora su pareja tiene prioridad. La idea que dice “si a este mundo no llegaron con esposa(o), primero está la madre”, es totalmente errónea. Así como tú un día lo hiciste, ellos ahora han formado una familia que está antes que nada.

5. No la hagas quedar mal. Es obvio que con tu experiencia sabes mucho más cosas que tu nuera y te queda mucho más rica la comida o mejor planchada la ropa. Pero no es necesario que se lo recuerdes siempre y mucho menos en público, ¡al contrario! Felicítala cuando decida hornear el pastel de chocolate que tanto le gusta a tu hijo (aunque no haya esponjado perfectamente). De nuevo ponte en su lugar y date cuenta de lo mal que se siente que te digan que te equivocaste, y sobre todo si se trata de tu suegra.

6. No le des consejos no pedidos. Muchas veces con la intención de ayudar aconsejamos a nuestras nueras/yernos de cómo educar a los hijos y hasta cómo tratar a nuestra pareja, pero no debe de ser así. Ellos son los únicos que tienen la completa autoridad y decisión de saber cómo actuar. Lo mejor es que esperes a que sean ellos quienes te pidan tu opinión.

7. Cuando algo anda mal... Cuando sientas que tu nuera se ha “pasado de la raya”, actúa inteligentemente y no hagas más grande el problema. Nunca vayas con el chisme a contárselo a tu hijo (es una posición difícil para él). El solo se dará cuenta tarde o temprano de lo que ocurre y sabrá qué hacer.

8. Propicia un ambiente de cordialidad. Sorpréndelos con una rica cena en casa, o proponiendo actividades juntos: un día de campo, ir de compras (sólo con tu nuera) o ir al cine.

9. Sé atenta. Cada vez que sientas que tu nuera puede necesitar ayuda (al organizar una fiesta, cuando se encuentra enferma o que acaba de dar a luz) nunca está de más que ofrezcas sinceramente tu apoyo para lo que se requiera e independientemente de la respuesta, siéntete feliz y propicia un ambiente cordial.



lunes, 12 de octubre de 2015

Carta de una Mamá a sus Hijos


Siempre que quieren hablar de madres en la televisión muestran mujeres con chicos en los brazos, sonrientes, dulces, cariñosas, sin una pizca de cansancio, espléndidamente maquilladas y a eso agregan maravillosas frases de pósters.¡¡¡Mentiras!!!...

Las mamás no somos abnegadas amantes del sacrifico y aguerridas guerreras que todo lo pueden.

Las mamás lloramos abrazadas a la almohada cuando nadie nos ve, pedimos la peridural en el parto. Insultamos en 17 idiomas cuando tenemos que poner el despertador a las 2 de la mañana para ir a buscarlos a una fiesta.

Cuando les decimos que no se peleen con ese compañerito que les dice 'enano' o 'cuatro ojos', y les damos toda clase de explicaciones conciliatorias, en realidad querríamos tener el cogote del pequeño verdugo entre nuestras manos.

Y también pensamos que la vieja de geografía es un mal bicho cuando les baja la nota porque no saben cuántos metros mide el Aconcagua que, al final, a quién cuernos le importa. Pero no lo podemos decir....

No es que nos encante pasarnos horas en la cocina tratando de que el pescado no tenga gusto a pescado y disimulando las verduras en toda clase de brebajes, en lugar de tirar un Patty a la plancha. Es que tenemos miedo de que no crezcan como se debe....

No es que nos preocupe realmente que se pongan o no un saquito... Es que tenemos miedo de que se enfermen.... No es que los queramos más cuando se bañan. Es que no queremos que nadie les diga roñosos....

No lo hacemos por ustedes. Lo hacemos por nosotras.... Porque ser mamá no tiene que ver con embarazos, pañales y sonrisas de aspirinetas.... Tiene que ver con querer a alguien más que a una misma. Con ser capaz de cualquier cosa con tal de que ustedes no sufran. NADA, nunca, jamás....

Ustedes nos hacen felices... cuando les encantan nuestras milanesas, cuando nos consideran sabias por contestar todas las preguntas de los concursos de la tele. Cuando vienen llorando a gritos porque se rasparon la rodilla y nos dan la posibilidad de darles consuelo y curitas....

Cuando recién levantadas nos dicen, qué linda que estás, mamá. Ustedes nos hacen mejores. ... Nos dan ganas y fuerzas. Nos comeríamos un gurka crudo antes de que les toque un dedito del pie.

Nos lavamos la cara y salimos del baño con una sonrisa de oreja a oreja para hacerles saber que la vida es buena, aunque nos vaya como el reverendo. Cantamos las canciones de Chiquititas y vemos Barney y escuchamos a Los piojos y compramos Nopucid y repasamos 500 veces la tabla del 2 y arreglamos el carburador para llevar a los pibes a fútbol, a inglés, a dibujo, a la psicóloga, a básquet, a volley, a danzas, a la casa de la amiga, a la maestra particular, al dentista, al médico, a comprar un pantalón. Y armamos 24 bolsitas con anillitos y pulseritas y tratamos de que la torta parezca un Pikachu...

Nos buscamos otro trabajo y sacamos créditos y nos compramos libros y vamos al psiquiatra y al pediatra y a los videos y negociamos con los maestros y los acreedores y recortamos figuritas... y estudiamos junto a ustedes ríos, provincias, las capitales de los países de Europa y nos ponemos lindas y nos enojamos y nos reímos y nos salimos de quicio y nos convertimos en la bruja y la princesa de todos los cuentos.......

Sólo y exclusivamente para verlos felices.... Velos felices es lo que nos hace felices. Ojala pudiéramos pegar el mundo con cinta scotch (como el velador que cayó en combate en la última guerra de pijamas party), para que fuera un lugar mejor para ustedes....

Gracias por hacerme su Mamá, Gracias por ahcerme tan importante.... Gracias, por esas porquerías que hacen en el colegio con corchitos y escarbadientes (que casi nunca entiendo para que sirven pero guardo religiosamente),...

Gracias por los abrazos, los besos, las lágrimas, los dolores, los dientes de leche, las cartitas, los dibujos en la heladera. Por tantas noches sin dormir, los boletines, las plantas rotas del jardín por jugar a la pelota. Por mi maquillaje arruinado por ser usado para jugar a la mamá, por las fotos de la primaria........

Son mis mejores medallas. ¡Gracias porque LOS AMO!!!. Y ese, es el amor que me hace grande.

Lo demás es Marketing.


Isabel Allende

sábado, 10 de octubre de 2015

No dejes escapar a las personas que hacen bonito tu mundo...



Las personas que hacen bonito tu mundo son aquellas que permanecen. O sea, quienes te reconfortan, te sacan sonrisas, te sosiegan y te mantienen fuerte ante la vida. Con ellas las relaciones son sólidas, consistentes y leales.

Hay personas que nos encantan. No por nada en concreto, sino porque nos ofrecen confianza y placidez. Son relaciones que se cultivan en los pequeños detalles, sinceras y verdaderas. Son aquellas que se pueden alimentar con miradas de complicidad y pequeños gestos, pues cada detalle se convierte en una gran obra.

Estos sentimientos suelen ser recíprocos y hay ciertas reglas no escritas que prevalecen entre ellos. Sin embargo, muchas veces se nos olvida que los “te quiero” también hay que pronunciarlos y que la gratitud es el mejor alimento para el alma.

Al final te das cuenta que lo pequeño siempre es más importante. Las conversaciones a las tres de la mañana, las sonrisas espontáneas, las fotos desastrosas que te hacen reír a carcajadas, los poemas de diez palabras que te sacan una lágrima. Los libros que nadie más conoce y se vuelven tus favoritos, una flor que te pones en el cabello, un café que te tomas solo… Eso es lo que verdaderamente vale la pena; las cosas diminutas que causan emociones gigantescas”.
Entre letras y cafeína


http://lamenteesmaravillosa.com

jueves, 8 de octubre de 2015

Dejadles crecer


Todos los padres quieren a sus hijos, pero no todos los saben querer. A veces los sobreprotegemos y no les dejamos crecer. Sin darnos cuenta convertimos nuestro amor a los hijos en un proteccionismo excesivo y, entonces, los agobiamos, no les dejamos tomar sus propias decisiones ni equivocarse, ponemos freno a su desarrollo personal y hacemos de ellos unos inmaduros consentidos.

Queremos lo mejor para nuestros hijos, y quizá aquí esté el error. No se trata tanto de querer lo mejor, sino su bien. Se dice que lo mejor es enemigo de lo bueno y en este caso se suele cumplir, porque “lo mejor” acostumbra a ser lo mejor para nosotros, no para ellos: comprarle un helado a un niño que monta una rabieta en plena calle puede ser “lo mejor” para evitar problemas, pero no es bueno para su educación. El camino fácil no es siempre el mejor camino. Lo fácil es, por ejemplo, hacerles la cama: ganamos tiempo y no tenemos que enseñarles a hacerla ni pelearnos con ellos, pero a la larga los estaremos convirtiendo en unos comodones.

En general, ponemos demasiado corazón y poca cabeza. Cargamos el amor de excesivo sentimentalismo y lo convertimos en cariño. Es el cariño el que hace ciego al amor. Y muchos hijos resultan “víctimas” del amor ciego de sus padres: comienzan aprovechándose de sus privilegios y acaban reclamando más exigencia y menos proteccionismo. Sabemos que tienen que pasar por malos tragos y que sólo así aprenderán a superarlos, pero no queremos verles sufrir porque, en el fondo, no queremos sufrir nosotros.

El proteccionismo de los padres no deja crecer a sus hijos y es, en ese sentido, un impedimento educativo. Así, se crean personas dependientes e inmaduras, que temen al futuro, incapaces de decidirse y que se resisten a crecer. Esos padres tienen la falsa idea de que protegen más y mejor a sus hijos si los encierran en una urna de cristal. Pero la urna se acaba rompiendo tarde o temprano. Suele ser en la adolescencia cuando se quiebra y cuando uno se halla totalmente desvalido, porque toda la protección que ha recibido se ha hecho añicos y ya no resulta efectiva. Cuando el adolescente que ha estado sobreprotegido choca con la realidad, lo hace sin prevenciones, porque nadie le ha enseñado a caer, entonces se ve obligado a crecer de sopetón, lo cual no es una buena forma de crecer.

Para dejarles crecer y fomentar que nuestros hijos maduren, podemos tener en cuenta estas ideas:
  • Proteger a nuestros hijos no significa encerrarlos en una burbuja. Quizá sea más fácil para nosotros, pero, a la larga, no lo es para ellos.
  • Ir dándoles pequeñas responsabilidades según la edad puede ser el comienzo de su autonomía.
  • Tratarlos como “mayores”, no como unos niños grandes. Debemos tratar a los hijos no como lo que son sino como lo que nos gustaría que fuesen.
  • Dejar que se equivoquen y aprendan de sus errores. No se trata de aprender a golpes, sino de que vayan ejerciendo su libertad.
También debemos ayudarles a:

  • Aceptar la realidad tal como es no tal como se la imaginan.
  • Vivir abiertos a los demás.
  • Asumir las propias frustraciones.
  • Tener sentido del humor.
  • Aceptarse como se es.
  • Actuar con capacidad crítica, siendo capaces de evitar tanto el gregarismo como el individualismo.
  • Respetar otros puntos de vista.
  • Asumir deberes y obligaciones sociales.

lunes, 28 de septiembre de 2015

Grupos de padres en WhatsApp: ¿conflicto familia-escuela?


Los antiguos grupos o “corrillos” de padres de una clase escolar, ahora son vía WhatsApp. Se usan para hacer preguntas sobre los deberes de los hijos, para pedir ayuda con el transporte o para organizar una reunión de los chicos, pero también se pueden usar para criticar a los profesores, para chismosear o para presionar a la institución, situación que afecta la relación familia-escuela.

WhatsApp es dinámica, práctica y rápida. Este sistema de mensajería instantánea, que se ha convertido en una herramienta de trabajo para muchos, es la elegida para reunir familiares y amigos, y es también la preferida de los padres de familia en el ámbito escolar. Los mismos progenitores crean un grupo para estar conectados entre sí y estar al tanto de lo que ocurre en la clase de sus hijos. Sin embargo, aunque estos grupos pueden resultar muy útiles para resolver algunos asuntos, no siempre es la vía adecuada. Es importante saberla utilizar.

Líos en los grupos de padres

Se ha evidenciado que a través de estos grupos, las críticas sobre la escuela pueden magnificarse  y crear malos entendidos, sin pensar que los más perjudicados suelen ser los estudiantes.

Miquel Miquel Àngel Prats, director del programa de Educación Infantil de la Universidad Blanquerna, investigador en TIC y educación, y asesor de escuelas en el buen uso de la tecnología, relata que este año ha recibido la llamada de muchos centros para poner orden en los grupos de WhatsApp.

«La herramienta resulta muy útil para gestionar la relación con la escuela, compartir información de forma rápida y resolver dudas. Pero si no se tienen muy claros los objetivos, degeneran en un "patio de vecinos". O causan tanto ruido que pierden parte de su función informativa. Los padres también necesitan formación tecnológica, unas pautas claras sobre cómo usar los grupos de WhatsApp y sacarles buen partido», afirma Prats en un artículo de LaVanguardia.com.

El experto suele explicar a los padres las reglas de la netiqueta, "la buena educación tecnológica" y les recuerda: «Hay que ser consciente de algo: el grupo de WhatsApp de padres no es un grupo de amigos, así que debería ceñirse a asuntos de gestión escolar; si surge un problema con un maestro o un alumno, lo mejor es acudir directamente a la escuela y hablar en persona, no explicarlo todo en el móvil», señala este investigador. En general, los videos o imágenes graciosas deberían evitarse. También los juicios de valor "en caliente", las opiniones políticas y creencias personales. 

9 Consejos para un buen uso del grupo de Whatsapp de padres y madres de la clase

«Nos quejamos del mal uso que hacen nuestros hijos del whatsapp: que si cotillean, si juzgan e inventan cosas, si critican… pero ¿cómo utilizamos nosotros este instrumento, en concreto el whatsapp de la clase de nuestros hijos?» cuestiona Óscar González, profesor, escritor, asesor educativo y conferenciante. Otro experto que revela dicha problemática y para ello brinda nueve consejos que buscan utilizar esta herramienta de manera correcta.

1. Utiliza el grupo de Whatsapp de la clase para intercambiar información útil sobre tu hijo y el grupo-clase. Si no tienes nada positivo, útil e interesante que aportar mejor no escribas nada.

2. Respeta a los demás y su intimidad: una vez se comparte un contenido ya no hay marcha atrás.

3. No escribas lo que no dirías a la cara. Piénsatelo dos veces antes de enviarlo.

4. No te conviertas en la agenda de tu hijo: deja que aprenda a asumir sus propias responsabilidades.

5. Ante el mal uso de alguno de los miembros del grupo no dejes pasar la ocasión de mostrar tu disconformidad y hacerle ver que no es la manera correcta de proceder.

6. Evita comentar los rumores que se compartan en el grupo e intenta erradicarlos. El rumor es una construcción grupal: todos los que participan o comentan el rumor son sus constructores pues cada uno de ellos aporta algo al mismo.

7. Si tus intentos de eliminar estas actitudes del grupo son fallidos, siempre tienes la opción de abandonar el grupo y dejar de formar parte del mismo. Aunque algunos no lo entenderán a veces es la mejor opción.

8. No compartasen el grupo contenidos que atenten contra la privacidad de nadie ni sea ofensivo hacia otros (padres, profesores, etc.)

9. Si tienes algún problema que resolver con el profesor, no lo hagas a través del grupo: ve directamente al centro a hablar con él cara a cara. De esta forma le darás la opción de poder ofrecerte sus argumentos sobre lo sucedido.


La recomendación, es por tanto, hacer un buen uso de la herramienta y convertirla en una oportunidad para promover un acercamiento entre las familias y de ellas con la escuela, finalmente los únicos beneficiados o perjudicados son los hijos, así que por el bien de ellos, se debe buscar una verdadera alianza que educativa.


martes, 8 de septiembre de 2015

Una hija le pregunta a su madre cómo cambia la vida tras el embarazo. La respuesta es perfecta


El hecho de convertirnos en padres es una de las mayores decisiones que tomaremos a lo largo de nuestra vida. Por supuesto, se trata de una experiencia única y enriquecedora pero, ¿somos plenamente conscientes de todo lo que ello implica?. Estoy convencido de únicamente las madres y padres que estéis leyendo esto entenderéis a lo que me refiero.

La historia que os mostraremos hoy precisamente aborda este tema, sobre si las parejas que quieren convertirse en padres están al tanto de hasta qué punto podría cambiarles la vida y de todas las cosas que calla una madre desde el día que nacen sus hijos. Dice así:

Estábamos sentados para comer un día, cuando mi hija menciona que ella y su marido están pensando en formar una familia.

– “Estamos haciendo una encuesta”, dice medio en broma. “¿Crees que deberíamos tener un bebé?”

– “Vuestra vida va a cambiar”, digo cuidadosamente y manteniendo mi neutralidad.

– “Lo sé”, me contesta. “Se acabaron las fiestas nocturnas los fines de semana, las vacaciones espontáneas…”

Pero no me refería a eso en absoluto. Miré a mi hija tratando de decidir qué decirle. Me gustaría que supiese lo que no va a aprender en las clases de preparación al parto.

Me gustaría decirle que las heridas físicas tras el parto se curan, pero convertirse en madre conlleva una serie de heridas emocionales a la que siempre será vulnerable.

Pienso en decirle que nunca volverá a leer el periódico sin preguntarse después ¿qué hubiera pasado si ese hubiera sido mi hijo?. Que cada accidente de avión, cada incendio serán su obsesión. Que cuando vea las fotos de niños hambrientos, ella siempre se preguntará si podría haber algo peor que ver a su hijo morir.

Miro sus uñas cuidadosamente pintadas y su elegante traje. Después pienso que no importa lo sofisticada que sea, ya que cuando se convierta en madre adquirirá el nivel primitivo de una osa que vela por su cachorro. Que una llamada urgente de “¡mama!” hará que deje caer la tarta que esté preparando o su figura de cristal favorita sin vacilar ni un instante.

Siento que debo advertirle, pues no importan todos los años que haya invertido en su carrera profesional, pues verá las cosas de otro modo con la maternidad. Podría dejar todo listo para que alguien se encargue del pequeño mientras acude a una reunión de negocios, pero seguirá pensando en el olor de su bebé. Tendrá que hacer gala de una disciplina de hierro para no acudir a casa, solo para ver que su bebé se encuentra bien.

Quiero que mi hija sepa que tomar decisiones ya no será una cuestión de rutina. Que el deseo de un niño de 5 años de entrar al baño masculino para hacer sus necesidades se convertirá en un gran dilema. Que justo allí, en mitad de la gente con bandejas y niños gritando a pleno pulmón, los temas de la independencia y la identidad de género serán sopesados contra la perspectiva de que un abusador esté acechando en ese baño.

En cuanto a mi atractiva hija, quiero asegurarle que en un futuro conseguirá perder los kilos del embarazo, pero que nunca se sentirá igual consigo misma. Que su vida, ahora tan importante, tendrá menos valor después de tener un hijo. Empezará a desear vivir más años, no para cumplir sus propios sueños, sino para ver a sus hijos lograr los suyos. Quiero que sepa que las estrías o una cicatriz de cesárea se convertirán en insignias de honor.

La relación de mi hija con su marido cambiará, pero no de la manera que piensa. Deseo que pudiera entender cuánto se puede llegar a querer a un hombre que cambia los pañales del bebé o que nunca le asaltan las dudas para jugar con sus hijos. Creo que debería saber que seguirá enamorándose de él por razones que ahora encontraría muy poco románticas.

Me gustaría que mi hija se diese cuenta de lo ligada que se sentirá a aquellas mujeres históricas que trataron de detener la guerra, los prejuicios y de conducir borrachos.

Quiero describirle la euforia que se siente cuando ves a tu hijo aprendiendo a andar o a montar en bicicleta. Me gustaría capturar para ella las carcajadas de un bebé que toca la suave piel de un gato o un perro por primera vez. Quiero que saboree esa dicha tan real, que duele.

La mirada interrogativa de mi hija me hace darme cuenta de que las lágrimas se han empezado a acumular en mis ojos. “Nunca lo lamentarás”, digo finalmente. Entonces alargué mi brazo a través de la mesa y apreté la mano de mi hija.



lunes, 24 de agosto de 2015

Vivir de prisa


La hiperactividad actual nos lleva a dedicar nuestras energías a otras metas que nos hacen
olvidar las cosas importantes de la vida.
 
Sufrimos la Enfermedad del Tiempo, creyendo que todo se debe hacer rápido.
Intentemos decrecer el ritmo alocado en qué vivimos para no degradarnos nosotros mismos.
 
Simplemente reduzcamos la marcha y busquemos el tiempo justo para cada cosa; saboreemos cada momento priorizando lo imprescindible.
 
No dejes que tu agenda te gobierne, te marque el tiempo, ya que muchas cosas que te planteas ahora son perfectamente postergables; prueba y verás.
 
Apaga el móvil y desconecta el teléfono por unos minutos
Tómate tiempo para comer y beber.
 
Comer con prisas genera males digestivos y si la comida es buena y está bien sazonada, no la apreciarás como se debe. Comer es uno de los placeres de la vida, no lo arruines.
 
Pasa tiempo a solas contigo mismo, en silencio.
Escucha tu voz interior, medita sobre la vida en general.
 
No tengas miedo al silencio, ya que al principio te será difícil, pero luego notarás los beneficios.
 
No te aturdas con ruidos o mires televisión como si fueras una medusa petrificada. Escucha música con calma y verás que es bellísima. No te quedes frente al televisor porque sí.
 
No creas eso de que en poco tiempo das amor.
Es una estupidez pensar que se puede amar una hora por día y basta con eso.
 
Escucha los sueños de la gente que amas, sus miedos, sus alegrías, sus fracasos, sus fantasías y problemas.
 
No creas que las personas pueden seguir tu ritmo.
Eres tú quien debe desacelerar e ir al ritmo de ellos.
 
Recuerda que la conversación y la compañía silenciosa son los medios de comunicación más antiguos que existen.

martes, 21 de julio de 2015

4 Actitudes personales que lesionan el amor




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Foto: FreeImages

Además de las faltas graves que obviamente afectan un matrimonio como la infidelidad o el maltrato, hay actitudes -comunes y cotidianas-, que al volverse repetitivas, comienzan a generar una herida en la relación matrimonial, hasta llegar muchas veces a consecuencias graves. Conviene por tanto, identificarlas, reconocerlas y cambiarlas.

El matrimonio es una experiencia que permite ser una mejor persona independiente del papel de esposo o esposa. Y precisamente ese camino de crecimiento personal, genera un impacto positivo en la relación matrimonial. Así que presta atención a las siguientes actitudes que pueden estar presentes y que conviene corregir cuanto antes.

1. Egoísmo

El matrimonio es la unión de dos para compartir intereses, tiempo, decisiones, preferencias, bienes materiales, sueños, y muchas más cosas. Pero como seres humanos, muchas veces cuesta compartir y ceder. Así que hay que buscar un equilibrio, ambos deben ser flexibles ante ciertas situaciones para encontrar un punto común.

2. Desinterés

Desinterés por lo que le pasa o lo que siente el otro. No hay nada más desalentador que acudir con entusiasmo al marido o a la mujer para contar algo que ha pasado y chocar con una respuesta de desgano y apatía. El desinterés cierra todas las puertas de comunicación que tanto se necesitan en el matrimonio. Esto hace sentir al cónyuge menospreciado e ignorado. No darle la prioridad que merece, es molesto y afecta la convivencia matrimonial.

3. Impaciencia

El matrimonio no es siempre un camino de rosas, ¡como tampoco lo es que nada en la vida! ¿O es que en los negocios no hay ciclos de vida? ¿O es que siempre marcha todo perfecto en la relación con los demás? Es una ley de vida. Siempre existirán los momentos difíciles y siempre habrá cosas que queramos cambiar de los otros, en especial del marido o esposa, y necesitaremos paciencia para aceptarlos y tolerar sus debilidades. Pero también, en ese ejercicio de la paciencia, podemos ayudarles a mejorar por el bien de ellos y del matrimonio. Con sutileza, respeto y mucho amor, se pueden lograr grandes cambios en el otro.

4. Soberbia

La soberbia enceguece y envenena. Es la falta de humildad para aceptar la crítica y los errores que cometemos, y esto en la relación matrimonial hace mucho daño. Para poder ser felices, hay que dejar el orgullo a un lado, pedir perdón y construir de nuevo-

http://lafamilia.info/index.php/matrimonio/amor-y-matrimonio/162-matrimonio2/amor-y-matrimonio/1909-4-actitudes-personales-que-lesionan-el-amor

martes, 14 de julio de 2015

Todo el mundo se sorprendió con Paraguay, menos el Papa

 Periodistas extranjeros, mezclados con los nacionales, cubrieron la visita papal.

En su informe de ayer para CNN en Español, José Levy, uno de los 77 periodistas que acompañaron al Papa en su viaje de regreso a Roma, resaltó su sorpresa en un hecho inusual durante el vuelo.
A los 35 minutos, luego de haber despegado del aeropuerto Silvio Pettirossi, un Papa fortalecido, lleno de energía, se acercó a los miembros de la prensa y durante una hora dio una conferencia y respondió todas las preguntas. Ese hecho no es frecuente, menos aún siendo el cierre de una maratónica gira apostólica de 8 días, en la que visitó 3 países y en la que recorrería unos 25.000 kilómetros.
Las raíces de Francisco absorbieron el amor y en el tramo final el Papa se sintió fortalecido para departir durante una de las 13 horas que duraría el vuelo hasta la capital italiana. Pero no solo Levy quedó sorprendido, sino también el presentador de esa cadena, quien expresó: “Me quito el sombrero ante Paraguay. Es increíble este país. ¡Conózcanlo! Paraguay, el país católico por excelencia”.
Paradójicamente, el que no quedó sorprendido con este país sudamericano fue el mismo papa Francisco, “pues lo conoce muy bien y no espera menos de este pueblo, dijo en su almuerzo del domingo que no le extraña que estos hermanos hayan resurgido de las cenizas”, expresó CNN y agregó que el Papa dijo: “El paraguayo tiene la energía y el don de persona que Jesús quiere para el mundo. Si quieren sentir la fe en Dios, deben tener un amigo paraguayo”.
Sobre la sorpresa, incluso CNN reconoció, además, “A diferencia de nuestro enviado especial, que no caía del asombro por las muestras de tanta fe, cariño y respeto hacia el líder de 1.250 millones de fieles en todo el mundo. En horabuena, paraguayos, país bendecido, sin ninguna duda”.
CANAL UNIVISIÓN“Qué respeto tienen los paraguayos a su lengua nativa, por el guaraní, porque no teníamos conocimiento, y yo pienso que haya un país en América que se tenga ese respeto oficialmente en Paraguay. Nosotros, cuando vemos los periódicos, aquí en Paraguay viene entre guaraní y castellano, y hemos tenido que recurrir a un experto en ese idioma, aquí, en el equipo, resaltaron miembros del canal Univisión. Es una gente con un respeto inmenso a su idioma y es momento que le demos crédito a algo que no ha existido en otro país, agregaron.
La Nación

sábado, 4 de julio de 2015

DEBILIDADES HUMANAS


"Deficiente" es aquel que no logra modificar su vida, aceptando las imposiciones de otras personas o de la sociedad en la que vive, sin tener conciencia de que es dueño de su destino.

"Loco" es quien no busca ser feliz con lo que posee.

"Ciego" es aquel que no ve a su prójimo morir de frío, de hambre, de miseria, y sólo tiene ojos para sus míseros problemas y pequeños dolores.

"Sordo" es aquel que no tiene tiempo de oír el desahogo de un amigo o la llamada de un hermano, pues está siempre ocupado trabajando y quiere garantizar su salario a fin de mes.

"Mudo" es aquel que no puede decir lo que siente y se esconde por detrás de la máscara de la hipocresía.

"Paralítico" es quien no puede andar en la dirección de aquellos que necesitan de su ayuda.

"Diabético" es quien no puede ser dulce.

"Enano" es quien no sabe dejar crecer al amor.


Y, finalmente, la peor de las deficiencias es ser miserable, pues "Miserables" son todos los que no quieren hablar con Dios.



lunes, 29 de junio de 2015

¿A quiénes mata el aborto?


El aborto mata. En una clínica o en el propio hogar, a través de pastillas o con instrumentales “médicos”, hay quienes deciden terminan con vidas diminutas, pequeñas, indefensas, hambrientas de cariño.

        El aborto mata a miles, millones de embriones y fetos. Los mata precisamente en el seno materno, en un rincón maravilloso en el que todos los adultos hemos transcurrido los primeros meses de nuestra vida humana. Los mata muy cerca del corazón de sus madres: madres que deciden libremente o que son obligadas a acabar con la vida de sus hijos.

        El aborto mata, por eso mismo, a multitud de madres. No con una muerte física, no con heridas corporales. La mujer sabe, mejor que nadie, que quien vive en su seno es un hijo. Un hijo pobre y débil, un hijo necesitado de calor, de alimento, de protecciones, de cariño. Un hijo que avanzaba, de etapa en etapa, hacia el día estupendo de un parto magnífico. Un hijo que no llegará nunca a abrazar a su madre...

        Una madre, al abortar, ve surgir dentro de sí un dolor inmenso que corroe el alma. Porque tal vez la engañaron al decirle que el aborto era algo sencillo, que no pasaba nada, que el embrión no merecía ningún respeto. Porque, a pesar de tanta mentira, el recuerdo de haber permitido la eliminación del hijo queda como una marca profunda, imborrable, trágica.

        Las mujeres que han abortado llevan consigo una pena profunda, que es de ellas y que es, en cierto sentido, de toda la sociedad. Su dolor implica a las autoridades públicas, a los profesionales de salud, a la sociedad entera que no sólo no fue capaz de ayudar a estas madres en un momento difícil, sino que incluso promovió leyes y abrió clínicas donde el aborto fuese “fácil” y “seguro”...

        El aborto, por lo tanto, nos mata un poco a todos. Sobre todo, al personal sanitario. Si hay algo específico de la profesión médica es precisamente el estar orientada a la protección de la vida, el compromiso por ofrecer cuidados al enfermo, la acogida respetuosa de cada ser humano en las distintas etapas de la vida.

        Especialmente los ginecólogos saben lo hermoso y bello que es acompañar a unos esposos, a una madre, en los distintos meses de embarazo. Por eso también saben cuánto pueden hacer para proteger al embrión y al feto, cuánto animan y apoyan a la madre en los momentos difíciles. Pero si un ginecólogo queda contagiado por la mentalidad abortista, o incluso si llega a cometer el crimen del aborto, traiciona su vocación al aceptar una injusticia asesina: permite que muera en su propia conciencia el respeto a la justicia y a la ética médica.

        El aborto es uno de los crímenes más terribles que hiere a la sociedad de nuestro tiempo. No podemos pensar que un estado sea justo si admite, si legaliza, si financia la eliminación del hijo no nacido. No podemos vivir tranquilos si quizá en la propia ciudad, una o varias veces por semana, un grupo de mujeres pasan, en silencio, entre lágrimas, ante un equipo médico decidido a terminar rápido con la vida de hijos indefensos.

        Todos estamos llamados a romper el silencio ante la injusticia que ha permitido ver como normal uno de los crímenes más terribles. Sobre todo, estamos llamados a promover familias y sociedades abiertas al respeto y, sobre todo, al amor. Sólo entonces tendremos democracias auténticas y justas, sociedades capaces de proteger el tesoro más hermoso que acoge cada mujer en el camino de su vida: la llegada de un hijo amado. Un hijo que, desde el cariño recibido, podrá también un día devolver amor a quienes se lo ofrecieron en esos magníficos meses vividos en el seno materno.

Fernando Pascual, L.C. AutoresCatolicos.org


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