Semana Santa
En esta Semana Santa se podrán admirar por última vez los famosos cuadros vivientes de la pintura universal, en Tañarandy, Misiones. Desde el 2015 se iniciará una nueva etapa, con creaciones propias sobre el arte barroco latinoamericano. Un adelanto se podrá ver este Viernes Santo, con el Altar del Maíz.
Ya se había vuelto toda una tradición. Desde que
empezó a exhibirse con gran éxito en la noche del Viernes Santo de 2004, la
representación del célebre cuadro pictórico de La última cena, de
Leonardo da Vinci, encarnado por actores campesinos, es el número más esperado
por las aproximadamente veinte mil personas que participan anualmente de la Procesión
de las luces, durante la celebración de la Semana Santa en la comunidad
rural de Tañarandy, Misiones.
Sin embargo, esta tradición llega a su fin. Luego de
diez años de ser representada en forma ininterrumpida, este Viernes Santo de
2014 será la última oportunidad que tiene el público para observar la
representación de La última cena, al igual que los demás "cuadros
vivientes" que recrean otras clásicas pinturas y esculturas del arte universal,
como El Cristo de Velázquez, el Descenso de la cruz, de Roger van
der Weyden, o La piedad, de Miguel Angel.
"Este es el último año en que el público podrán ver los
cuadros vivientes en la Semana Santa de Tañarandy. Vamos a concluir esta etapa
de homenaje a los maestros de la pintura universal e iniciar una nueva fase,
con nuevas creaciones propias, reflexionando sobre el arte barroco
latinomericano", explica el artista plástico y promotor cultural Koki Ruiz,
principal impulsor de la experiencia artística, cultural y religiosa que se
inició en 1992.
Cada año, los cuadros vivientes de Tañarandy han ido
rindiendo homenajes a distintas expresiones de la pintura universal, como el
barroco, el hiperrealismo o el surrealismo, finalizando este año con una
reivindicación del pop art, con la recreación del cuadro de La última cena,
pero en la versión psicodélica del revolucionario artista plástico
norteamericano Andy Warhol, que estará a cargo del Grupo Teatral El Molino,
dirigido por Macarena Ruiz.
Tañarandy, en una nueva etapa.
Un adelanto de lo que será la nueva fase de las
representaciones artísticas alegóricas, con que se acostumbra cerrar la
procesión del Yvaga rape, en el anfiteatro natural de la Fundación La
Barraca, a la entrada de Tañarandy, se vivirá este año con la presentación de El
altar del maíz, un cuadro alegórico preparado con más de 7.000 mazorcas de
maíz, chala, frutas de coco y hojas de palma.
"Con esta creación buscamos rescatar las raíces de
nuestra cultura indígena guaraní, el gran valor que le daban al maíz como
alimento, como fruto de la tierra, como elemento artístico y cultural. Así como
los europeos cubrían sus altares con oro, nosotros lo hacemos con el maíz, que
es el verdadero gran tesoro que nos legaron nuestros antepasados", explica
Koki.
Enormes columnas y portales hechos enteramente de maíz
y coco forman la escenografía de esta nueva expresión, que busca sorprender a
quienes asistan a la Semana Santa de Tañarandy, combinado con otras
manifestaciones artísticas combinadas, como la música, el teatro, la danza, el
efecto de luces y sonidos, en el peculiar estilo que Koki Ruiz bautizó como "el
barroco efímero", ya que es una creación que resplandece por un fugaz instante,
para luego desaparecer, permaneciendo solamente en el recuerdo de imágenes,
videos o fotografías, pero principalmente en la retina y los sentimientos de
los miles de espectadores.
El programa para esta Semana Santa
Tañarandy es una compañía rural de San Ignacio,
Misiones, a 226 kilómetros al sur de Asunción, sobre la ruta 1, donde el
pintor Koki Ruiz viene desarrollando con los pobladores una experiencia de
intervención artística desde 1992, que tiene su principal atracción en la
considerada como "la mayor y más espectacular celebración de la Semana Santa en
Paraguay".
Se debe llegar hasta la plaza central de San Ignacio,
donde inicia la calle que un kilómetro después, en dirección norte, se
convierte en el camino de tierra que es la calle principal de Tañarandy,
escenario de la procesión.
Las atracciones se inician en la noche
del jueves
santo, con el ensayo general de los cuadros vivientes en el anfiteatro
al aire
libre del Fundación La Barraca, con acceso libre y gratuito, y en las
obras del teatro El Molino, donde se pagan entradas, con funciones
especiales en grupos
de 20 a 30 personas.
El Viernes Santo, los visitantes acostumbran recorrer
desde muy temprano la aldea de Tañarandy y sumarse a los preparativos de la Procesión
de las luces, junto a los pobladores, ayudando a elaborar los 15.000
candiles hechos con frutas de apepu, que se distribuyen a lo largo del yvaga
rape (camino al cielo) y las 3.000 antorchas de takuara, ubicadas a los
costados del camino, los cuales se encienden al caer el sol.
Hay puestos de artesanía y precarias cantinas a lo
largo del camino, donde los pobladores ofrecen comidas típicas. Pintorescos
murales y carteles pintados en estilo naif (ingenuo) convierten a todo
el entorno en una gran galería de arte al aire libre.
La pequeña capilla de Tañarandy, con sus coloridos
murales, es uno de los puntos más visitados, donde al atardecer se inicia la
procesión de la imagen de la Virgen de los Dolores, acompañada por la multitud,
a través del largo camino de tres kilómetros, entre los candiles encendidos que
parecen una alfombra llameante, en medio del canto quejumbroso de los
estacioneros.
La celebración final se realiza en el anfiteatro
natural de La Barraca, ya en horas de la noche, donde luego de la ceremonia del
descenso de la cruz, se realiza la presentación de los cuadros vivientes y de
las nuevas propuestas artísticas.
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