Todos podemos pensar en aquella persona que al sentir la más breve posibilidad de conflicto hace una broma, se ríe, abandona la situación, se queda completamente callado, o simplemente cambia el tema. Tal vez todos estos escenarios suenan tan familiares, porque esta persona somos nosotros. No nos gusta el conflicto: lo evadimos a toda costa, simplemente porque no sabemos cómo lidiar con él. El no saber cómo manejar tales emociones nos puede hacer sentir bastante incómodos, y hasta podemos sentir ansiedad solamente de pensar en un posible conflicto.
La realidad es que no tenemos que vivir con esta aversión y podemos aprender a lidiar con conflictos pues, después de todo, los conflictos son inevitables en cualquier relación humana. Son estos conflictos los que ofrecen una oportunidad para crecer y desarrollar habilidades que son imposibles si éstos no están presentes. El aprender a lidiar con no solamente nuestras emociones sino también con las emociones de la persona con la que tal vez tengamos algún trance no es precisamente fácil, pero sí una habilidad que se desarrolla con el tiempo y que es necesaria para relaciones interpersonales que son sanas y productivas. A continuación te presento tres consejos para ayudarte a lidiar con conflicto y ya no evitarlo.
1. Empieza a ver el conflicto como una oportunidad de aprendizaje y no algo que destruye relaciones: La mayoría de las personas que evitan el conflicto lo ven como algo que instantáneamente destruye relaciones, pero la realidad es que cuando lo manejamos apropiadamente es una oportunidad para aprender de nosotros mismos y de la otra persona. Cuando tenemos un conflicto entre personas, este es una señal de que algo tiene que cambiar para mejorar la relación, cuando lo ves desde esta perspectiva es mucho más fácil mantener nuestras emociones bajo control pues buscamos aprender y seguir adelante.
2. Deja que el sentimiento de incomodidad siga su curso: Muchas veces el estar en un conflicto te hace sentir tan incómodo que juras que vas a explotar o que no lo puedes soportar. Ninguno de estos pensamientos es correcto, pues si dejamos de concentrarnos en estos pensamientos erróneos, nos daremos cuenta de que con el tiempo esta incomodidad disminuye drásticamente, y para muchas personas desaparece. Un pequeño sentimiento de aversión es normal, y el sentirse incómodo es natural. Por lo tanto, el tener la expectativa de que de alguna forma será incómodo, ayuda a disminuir nuestra ansiedad y en lugar de luchar contra él, es mejor dejar que sea nuestro cuerpo quien se encargue de ello.
3. La honestidad con un tono suave disipa el conflicto: La mayoría de las veces evadimos el conflicto al no decir lo que realmente sentimos y pensamos. Sin embargo este es un error, ya que nuestra honestidad, cuando es transmitida sin contención, disipa el conflicto en lugar de aumentarlo. Ármate de valor y sé honesto en tus conversaciones especialmente cuando hay un malentendido. Recuerda que es cuando no somos honestos, que las cosas se hacen peor. Además, cuando no decimos lo que realmente sentimos y pensamos, el conflicto se guarda por un momento, pero volverá a salir en un futuro no muy lejano. Por lo tanto no evites el conflicto, sino afróntalo con honestidad.
En relaciones interpersonales, especialmente relaciones familiares, el conflicto es prácticamente inevitable pues somos diferentes y muchas circunstancias se prestan para malentendidos y demás situaciones en donde uno responde a la defensiva. Por lo tanto, es esencial aprender esta habilidad de lidiar con él en lugar de evadirlo simplemente porque no nos gusta; esto es natural pero no quiere decir que no podemos aprender y mejorar nuestras relaciones como consecuencia de un conflicto. Cuando aprendemos, practicamos, y buscamos mejorar, el conflicto es realmente una oportunidad para mejorar relaciones y no algo que se encarga de destruirlas.
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